Fuente: La Republica
Oriundo de Corrientes, hace 10 años que es activista de la organización mundial. Actualmente, en las aguas del Ártico, comanda una expedición que busca frenar perforaciones petroleras.
Desde hace más de un mes, el barco de Greenpeace “Esperanza” realiza una expedición en el Ártico para denunciar las perforaciones petroleras en el mar y su rumbo está dirigido por un correntino, el capitán Waldemar Wichmann.
Movido por su amor a la naturaleza y casi al mismo tiempo que en Corrientes florecen los lapachos, Waldemar busca frenar excavaciones de petróleo en cercanías de Groenlandia.
Junto con Freddy Toia (jefe de máquinas) e Ignacio Soaje (tercer oficial de cubierta), es uno de los tres argentinos que integran la tripulación del más grande de los barcos de la organización ecologista y hace varios años que ya está cumpliendo uno de sus sueños: proteger el medio ambiente junto a Greenpeace.
La inquietud, el inicio
En una entrevista realizada hace muchos años, él mismo se definió como “pacifista, de espíritu rebelde y conciencia ecologista”. Los que lo conocen señalan que siempre fue al menos inquieto y justiciero.
Tal vez por eso fue que, tras ser testigo de la contaminación y otras formas de daño ambiental en los mares y hasta en el propio Paraná, Waldemar sintió que debía actuar a favor del planeta.
En los 90, antes de iniciar su batalla activa a favor de la ecología, ya era oficial de Marina recibido en la Escuela Naval Militar. Más tarde se pasó a la Marina Mercante, y luego, fue piloto de ultramar de primera.
Llegó a Greenpeace y sus barcos de la mano de su amigo tucumano Daniel Razzotti, compañero de la escuela naval, con quien compartió varias acciones de lucha en defensa del medio ambiente.
Su primera misión fue salir en el “Arctic Sunrice”, allá por julio de 2000. Luego fue voluntario en el barco “Rainbow Warrior”, y capitán en otras embarcaciones (desde 2004), participando en diferentes campañas de la organización.
La lucha en el Ártico
Hoy, Waldemar se enfrenta con un nuevo desafío: exigir a empresas, a través de la acción directa, que busquen alternativas al petróleo para abandonar la “adicción” del mundo a las energías sucias.
Con este lema en mente, el primer objetivo del tour del “Esperanza” fue detener las labores de perforación de la plataforma Stena Don (propiedad de la petrolera británica Cairn Energy) en la bahía de Baffin, a unos 190 kilómetros de la costa de Groenlandia.
Para ello, cuatro activistas lograron eludir un fuerte dispositivo de seguridad y, finalmente, accedieron a la plataforma, donde permanecieron durante dos días bajo condiciones meteorológicas extremas, logrando que Cairn Energy se viera obligada a detener sus operaciones de perforación en ese período de tiempo.
Durante su permanencia en la zona, el barco de Greenpeace estuvo siempre vigilado de cerca por un buque de guerra danés y una flotilla de barcos de la policía, con equipos de operaciones especiales a bordo.
Desde hace más de un mes, el barco de Greenpeace “Esperanza” realiza una expedición en el Ártico para denunciar las perforaciones petroleras en el mar y su rumbo está dirigido por un correntino, el capitán Waldemar Wichmann.
Movido por su amor a la naturaleza y casi al mismo tiempo que en Corrientes florecen los lapachos, Waldemar busca frenar excavaciones de petróleo en cercanías de Groenlandia.
Junto con Freddy Toia (jefe de máquinas) e Ignacio Soaje (tercer oficial de cubierta), es uno de los tres argentinos que integran la tripulación del más grande de los barcos de la organización ecologista y hace varios años que ya está cumpliendo uno de sus sueños: proteger el medio ambiente junto a Greenpeace.
La inquietud, el inicio
En una entrevista realizada hace muchos años, él mismo se definió como “pacifista, de espíritu rebelde y conciencia ecologista”. Los que lo conocen señalan que siempre fue al menos inquieto y justiciero.
Tal vez por eso fue que, tras ser testigo de la contaminación y otras formas de daño ambiental en los mares y hasta en el propio Paraná, Waldemar sintió que debía actuar a favor del planeta.
En los 90, antes de iniciar su batalla activa a favor de la ecología, ya era oficial de Marina recibido en la Escuela Naval Militar. Más tarde se pasó a la Marina Mercante, y luego, fue piloto de ultramar de primera.
Llegó a Greenpeace y sus barcos de la mano de su amigo tucumano Daniel Razzotti, compañero de la escuela naval, con quien compartió varias acciones de lucha en defensa del medio ambiente.
Su primera misión fue salir en el “Arctic Sunrice”, allá por julio de 2000. Luego fue voluntario en el barco “Rainbow Warrior”, y capitán en otras embarcaciones (desde 2004), participando en diferentes campañas de la organización.
La lucha en el Ártico
Hoy, Waldemar se enfrenta con un nuevo desafío: exigir a empresas, a través de la acción directa, que busquen alternativas al petróleo para abandonar la “adicción” del mundo a las energías sucias.
Con este lema en mente, el primer objetivo del tour del “Esperanza” fue detener las labores de perforación de la plataforma Stena Don (propiedad de la petrolera británica Cairn Energy) en la bahía de Baffin, a unos 190 kilómetros de la costa de Groenlandia.
Para ello, cuatro activistas lograron eludir un fuerte dispositivo de seguridad y, finalmente, accedieron a la plataforma, donde permanecieron durante dos días bajo condiciones meteorológicas extremas, logrando que Cairn Energy se viera obligada a detener sus operaciones de perforación en ese período de tiempo.
Durante su permanencia en la zona, el barco de Greenpeace estuvo siempre vigilado de cerca por un buque de guerra danés y una flotilla de barcos de la policía, con equipos de operaciones especiales a bordo.
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