El funcionario mexicano, cuyo nombre ni siquiera
viene al caso, guardó conveniente silencio ahora que el mandatario hispano
reiteró a Enrique Peña Nieto que durante su visita a México en abril pasado
logró este acuerdo que viene a darle un respiro al convulsionado reino, inmerso
en una espiral económica descendente que ha provocado desempleo masivo y
reducción de fondos para la atención de
las garantías sociales a jubilados, pensionados y desempleados.
Los astilleros gallegos de Navantia e Hijos de J.
Barreras, sitos en Vigo, una hermosa ciudad industrial y balnearia y en Ferrol,
el célebre “Ferrol del Caudillo” en honor a Francisco Franco, han estado en
paro virtual durante casi cuatro años. Con la crisis actual sin perspectiva
alguna para reanudar labores, el contrato con México no sólo les da un respiro,
sino que inyecta a la economía regional un importante recurso que no obtendría
en ninguna otra forma.
Se trata de 380 millones de dólares, algo así como
cinco mil millones de pesos rebasaditos, suficientes, según las autoridades de
la denominada Xunta de Galicia, para emplear a tres mil personas durante un
mínimo de dos años. Eso dijo Alberto Núñez Feijóo, presidente de la provincia.
Nada mal para un país en crisis, pero bastante peor
para nosotros que padecemos el mismo mal: desempleo creciente y falta de
recursos para la creación de puestos de trabajo.
Por eso merecen atención los dichos de Miguel Alemán
Velasco, socio de Transportadora Marítima Mexicana (TMM): “Queremos mucho a
Galicia, pero se le debe dar una oportunidad a los astilleros mexicanos… Grupo
TMM tiene un astillero en Tampico; el astillero es mexicano, no es extranjero y
ojalá lo tomen en cuenta”.
Pero advierte que el que tenga mejores flóteles y
mejores precios es quien debe ganar la licitación, lo que implica que de hecho
no hubo cumplimiento de la norma que obliga a licitar las adquisiciones de los
organismos oficiales mexicanos. Precavido, rechaza comentar la posible, casi
segura apertura de Pemex al capital privado. “Esa (opinión) me la reservo,
porque soy empresario, pero también soy político...”.
El oscuro negocio que apenas se está clarificando,
ya está en marcha. El viajero Enrique Peña Nieto dio su visto bueno, pese a la
laberíntica ruta que ha seguido este convenio que en la paraestatal trataron de
esconder porque, seguro, algo hay atrás de todo esto que no debe ser conocido y
no quedan más caminos que dar por hecho
el acuerdo o decretar, que es la moda, reservada la información durante doce
años.
Pero no seamos tan formales. Los gallegos tienen
fama de no muy inteligentes, por lo que
no habrá que esperar mucho de la construcción de los hoteles marinos.
Pero cuidado: gallegos son Fidel Castro, Francisco Franco y Gorbachov. Los dos
primeros dueños de su país durante medio siglo, el tercero, arquitecto del
derrumbe del mundo socialista, y creador de la perestroika y el glasnost; la
entrega del mundo a la hegemonía estadunidense, en palabras llanas.
Pero igual los cuentos gallegos corren por las
redes. Rescatemos algunos y unamos nuestras plegarias a las de Miguel Alemán
para que tomen en cuenta nuestras instalaciones portuarias: las mexicanas con
obreros y técnicos mexicanos.
Una madre gallega le envía una carta a su hijo:
Querido hijo, te escribo lentamente porque sé que
nos sabes leer aprisa. Si recibes esta carta es porque llegó, si no, avísame y
te la mando de nuevo.
No vas a reconocer la casa cuando vengas, porque nos
mudamos. La nueva tiene una lavadora que no funciona bien; la semana pasada
puse cuatro camisas, tiré de la cadena y no las he vuelto a ver.
A tu tía la Pilarica le pasa al revés que a mí.
Cuando toma café no puede dormir, en cambio yo cuando duermo no puedo tomar
café.
Finalmente enterramos a tu abuelo, lo encontramos
durante la mudanza. Estaba en un armario desde el día que ganó jugando a los
escondites.
Tu hermano José cerró el coche con seguro y dejó las
llaves adentro. Tuvo que ir a la casa por el duplicado para sacarnos a todos.
El saco que querías te lo enviamos pero sin botones,
porque pesaba mucho. Los botones los metimos en una bolsa del saco.
Te extrañamos mucho, pero más desde que te fuiste.
Tienes que contarnos como te va con tu novia extranjera, no sabes cómo nos
pusimos de contentos cuando supimos que estabas en cama con esa tal Hepatitis,
la que suponemos que es griega.
La carta te la estoy enviando con tu primo Venancio,
por cierto ¿podrías irlo a buscar al aeropuerto?
No te pongo remitente, porque no sé la nueva
dirección de la nueva casa, la familia gallega que vivía aquí se llevó los
números para no tener que cambiar de dirección. Te iba a enviar algunas
pesetas, pero no lo hago porque ya cerré el sobre.
Tu madre que te quiere.
Y vienen otros:
Un gallego llega a una casa de citas y pregunta:
—¿Cuánto cuesta una prostituta?
—Bueno, depende del tiempo.
—Pues supongamos que llueve…
Dos gallegos en moto:
—Oye, José, te estás rascando la cabeza con el casco
puesto.
—Coño, hombre, ¿acaso cuando te pica el culo te
bajas los pantalones?
Los mismos:
—Manolo, ¿sabías que David mató a Goliat con su
onda? (Honda, marca de moto japonesa).
—Coño, ya sabía que ese gilipollas era un peligro
con esa moto.
De nota roja:
Gemelo suicida mata a su hermano por equivocación.
Los policías gallegos han decidido desechar lo
chalecos blindados; ahora usan salvavidas por si se desata una ola de
violencia.
Policía gallego con doble personalidad muere en
defensa propia.
Letrero en un parque gallego:
Favor de no pisar el pasto, el que no sepa leer que
pregunte. Gracias.
En el mismo parque:
Se consignará a la persona que tire basura aquí; la
que no, no.
A Manolo le dijeron que su mujer lo engañaba con su
mejor amigo. Mató al perro.
Preguntas:
—Papá, ¿dónde están los Andes?
—No sé, pregúntale a tu madre que es la que guarda
todo.
¿Por qué los gallegos gatean en los supermercados?
Porque están buscando los precios más bajos.
¿Por qué los gallegos miran fijamente el cartón de
jugo?
Porque tiene escrito: “Concentrado”.
¿Por qué los gallegos usan botas blancas en la
nieve?
Para no dejar huellas.
¿Cómo purifican el agua los gallegos?
La tiran del tercer piso para que al azotar en el
suelo, se mueran los microbios.
¿Por qué los gallegos van desnudos al supermercado?
Porque afuera hay un letrero que dice: 50 por ciento
de descuento en pelotas.
¿Para qué lleva un gallego un hacha en el carro?
Para cortar el camino.
Tengo amigos gallegos muy inteligentes, pero sirvan
estos chascarrillos como desahogo ante la impotencia para impedir lo que, con
seguridad, será un gran ahorro para evidente funcionario en ruta directa al
desempleo.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com
FUENTE: La Crónica de Hoy
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