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viernes, 16 de enero de 2009

Barco rico, barco pobre

Fuente: Levante eMV
Juanjo García Gómez, Valencia

Que la vida es un mar de contrastes, ya se sabe. A veces, las contradicciones se presentan de forma soterrada. Otras flotan, son crudamente visibles. El Consell financiará mediante un canon anual durante 99 años los más de 4,1 millones que le ha costado al Ayuntamiento de Torrevieja la compra y restauración de un velero en ruinas, el pailebote Pascual Flores, que se convertirá en el segundo buque-escuela de la Generalitat. El presidente Francisco Camps no dudó en 2004 en salir al rescate del proyecto del alcalde Pedro Hernández Mateo, entonces uno de los primeros ediles alicantinos en saltar del zaplanismo al campsismo. A 232 kilómetros, en Valencia, la última de las antiguas golondrinas que paseó durante décadas a los turistas y vecinos por el puerto, bautizada como Sirenita, sigue a flote gracias al esfuerzo de una fundación, Un mar sin barreras, y en medio del desinterés de las instituciones públicas valencianas.
La embarcación, construida en 1953 por un carpintero de ribera, fue salvada por la entidad cuando a raíz de la glamourosa America's Cup alguien entendió que ésta y sus dos hermanas desentonaban. Una se hundió; la Sirenita quedó a la deriva. La fundación la recogió, restauró y adaptó para personas discapacitadas. La única ayuda oficial, según publicó Levante-EMV, fueron 12.000 euros de la Conselleria de Bienestar Social, una cifra muy lejana al coste de la intervención, una minucia frente a los casi 5 millones que se destinarán al pailebote.
La antigua golondrina, que el año pasado llevó a bordo a más de 400 personas con discapacidad, se encontraba ayer atracada en una zona de la dársena interior, junto al puente de la Fórmula 1, sin protección ni restricción de acceso alguno y enmedio de obras y escombros. Un campo de minas para una persona en silla de ruedas. Sin embargo, en los miles de metros cuadrados del puerto, no hay, a lo que parece, un amarre adecuado para la barca de una fundación que mantiene un proyecto social innovador.
Robos y ausencia de local
La ausencia de protección conlleva que cualquiera pueda subirse a la barca, que ha llegado a sufrir, como publicó este periódico recientemente, robos y algún desperfecto. La falta de calor y apoyo institucional se aprecia asimismo en la inexistencia de unas instalaciones en el puerto en las que ubicar la escuela-taller de la entidad, en la que se enseña oficios náuticos a discapacitados y personas con riesgo de exclusión social.
Durante un tiempo, gracias unas naves que cedió Vallehermoso, estuvieron en el puerto, pero ahora, según la página web, el taller se ubica en un polígono industrial de Alboraia. Los contratos por esta actividad, como apunta la página de Internet, sí reciben ayudas de la UE a través del Servef. También hay una escuela de vela para discapacitados.
Cuando se programan excursiones con la Sirenita, se organiza un aula de medio ambiente y luego los participantes discapacitados o con riesgo de exclusión social aprenden directamente sobre el medio ambiente marino subidos a la barca. Es política en palabras pequeñas pero inmensas en la intención. Claro, nada que ver con la "alta escuela de vela", como se define el uso que se dará al Pascual Flores. Responsables de la fundación, que se encontraban ayer realizando trabajos de mantenimiento de la barca, declinaron realizar cualquier tipo de comentario. Ni declaraciones, ni trajes oficiales, ni un mar de corbatas.

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