Fuente: Vanguardia
Noé Cruz/Ignacio Alvarado (El Universal)
Tomas clandestinas, secuestro de autos-tanque, ‘ordeña’ de buques y adulteración del combustible sangran a la paraestatal
MÉXICO, D.F.- En cinco años, el crimen organizado pasó de ser un riesgo focalizado para la industria petrolera mexicana a una amenaza para la seguridad energética nacional que se expande a ritmo acelerado, de acuerdo con cifras e información proporcionadas por Petróleos Mexicanos (Pemex).
Desde Rosarito, Baja California, hasta el sur de Chiapas, la paraestatal se enfrenta a la instalación de tomas clandestinas en los ductos y oleoductos, secuestro de carros-tanque, asalto de pipas, extracción ilegal de materiales y equipo, todo con el fin de robar gasolinas y diesel, petróleo, petroquímicos y condensados y gas.
El daño patrimonial para el país derivado de la suma de los delitos se calcula en más de 30 mil millones de pesos anuales.
Datos de inteligencia de la Gerencia de Seguridad Física de Pemex, la Procuraduría General de la República (PGR), secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), Marina (Semar) y Seguridad Pública (SSP) federal hacen evidente la evolución del problema.
De los 110 casos de tomas clandestinas que Pemex registró en 2004, año con año la cantidad se elevó. En 2005 fueron 136, en 2006, 220; en 2007, 323; en 2008, 396; y en 2009, 453.
Pero el robo a Pemex no sólo se reflejó en la cantidad de actos ilícitos con tal fin, sino que se expandió territorialmente; si en 2004 se concentraban en zonas como Veracruz, Tabasco, Tamaulipas y el estado de México, para 2008 eran ya 15 entidades federativas más en las que se cometían hurtos: Baja California, Durango, Sinaloa, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca, Puebla y en el Distrito Federal.
A esta lista se agregaron en 2009 Aguascalientes con cuatro tomas clandestinas reportadas; Sonora con una; Zacatecas con cuatro y Chiapas con una.
De acuerdo con funcionarios de alto nivel de la dependencia, a este ritmo, la red de distribución energética de Pemex estará en poco tiempo bajo control total de la delincuencia organizada.
El robo, macro y “hormiga” Expedientes confidenciales de la empresa reconocen que Pemex está atrapada en una inmensa red de corrupción en la que participan desde empleados de confianza, trabajadores sindicalizados y ahora el crimen organizado que han sabido sacar provecho de las debilidades y enormes vacíos de la empresa en materia de seguridad física.
Los reportes de inteligencia precisan que durante casi 10 años la estructura de complicidad en la paraestatal filtró “información confidencial” sobre el funcionamiento de los sistemas de seguridad.
Al robo de petróleo, condensados y gasolinas se añaden la sustracción ilícita de aparatos tan pequeños como radios Trunking, computadoras de escritorio y portátiles, herramientas de uso cotidiano como pinzas, desarmadores, cables y hasta válvulas de presión que se utilizan en ductos y que más tarde son empleadas por la delincuencia para las tomas clandestinas.
Asimismo, el robo a autostanque. En 2008 fueron interceptados 32 autos-tanque para robarles producto; en 2009, la cifra se elevó a 50; y en lo que va del año ya suman 39.
Además, se tiene documentado que desde 2003 se ordeña gasolina Magna, Premium y Diesel en el momento mismo en que se descargan los buquestanque en terminales marítimas como La Esperanza, en Mazatlán, Sinaloa.
Ni los muchachos del general
El asedio del crimen organizado ha tenido que ver efectivamente en el incremento de las pérdidas para Pemex, pero análisis internos han establecido que las debilidades en materia de seguridad hacen más amplias las posibilidades de éxito para los delincuentes.
La paraestatal llegó a desconfiar de sus propios vigilantes y equipos de seguridad, en su mayoría trabajadores sindicalizados, a grado tal que en 2006, el general de brigada diplomado del Estado Mayor, Víctor Manuel de la Peña, realizó por encargo del entonces director corporativo de Administración de Pemex, Rosendo Villarreal Dávila, un plan para integrar un ejército propio de que sustituyera paulatinamente a casi 4 mil vigilantes sindicalizados por militares retirados con “record impecable”, para salvaguardar 288 instalaciones estratégicas.
¿Cuál crimen organizado?: PF
En años recientes Pemex ha emprendido acción legal por el saqueo en al menos 728 casos distintos. Los expedientes de todos ellos radican en la Procuraduría General de la República (PGR). Esta dependencia rechazó una solicitud para hablar sobre el estado que guardan las investigaciones. “No hay nada qué
decir”, justifica.
La otra instancia investigadora, la Policía Federal (PF), con 100 elementos destinados a la empresa, asegura que detrás del robo de combustibles operan pequeños grupos de ex trabajadores de la empresa y no organizaciones criminales ligadas al narcotráfico.
Tomas clandestinas, secuestro de autos-tanque, ‘ordeña’ de buques y adulteración del combustible sangran a la paraestatal
MÉXICO, D.F.- En cinco años, el crimen organizado pasó de ser un riesgo focalizado para la industria petrolera mexicana a una amenaza para la seguridad energética nacional que se expande a ritmo acelerado, de acuerdo con cifras e información proporcionadas por Petróleos Mexicanos (Pemex).
Desde Rosarito, Baja California, hasta el sur de Chiapas, la paraestatal se enfrenta a la instalación de tomas clandestinas en los ductos y oleoductos, secuestro de carros-tanque, asalto de pipas, extracción ilegal de materiales y equipo, todo con el fin de robar gasolinas y diesel, petróleo, petroquímicos y condensados y gas.
El daño patrimonial para el país derivado de la suma de los delitos se calcula en más de 30 mil millones de pesos anuales.
Datos de inteligencia de la Gerencia de Seguridad Física de Pemex, la Procuraduría General de la República (PGR), secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), Marina (Semar) y Seguridad Pública (SSP) federal hacen evidente la evolución del problema.
De los 110 casos de tomas clandestinas que Pemex registró en 2004, año con año la cantidad se elevó. En 2005 fueron 136, en 2006, 220; en 2007, 323; en 2008, 396; y en 2009, 453.
Pero el robo a Pemex no sólo se reflejó en la cantidad de actos ilícitos con tal fin, sino que se expandió territorialmente; si en 2004 se concentraban en zonas como Veracruz, Tabasco, Tamaulipas y el estado de México, para 2008 eran ya 15 entidades federativas más en las que se cometían hurtos: Baja California, Durango, Sinaloa, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca, Puebla y en el Distrito Federal.
A esta lista se agregaron en 2009 Aguascalientes con cuatro tomas clandestinas reportadas; Sonora con una; Zacatecas con cuatro y Chiapas con una.
De acuerdo con funcionarios de alto nivel de la dependencia, a este ritmo, la red de distribución energética de Pemex estará en poco tiempo bajo control total de la delincuencia organizada.
El robo, macro y “hormiga” Expedientes confidenciales de la empresa reconocen que Pemex está atrapada en una inmensa red de corrupción en la que participan desde empleados de confianza, trabajadores sindicalizados y ahora el crimen organizado que han sabido sacar provecho de las debilidades y enormes vacíos de la empresa en materia de seguridad física.
Los reportes de inteligencia precisan que durante casi 10 años la estructura de complicidad en la paraestatal filtró “información confidencial” sobre el funcionamiento de los sistemas de seguridad.
Al robo de petróleo, condensados y gasolinas se añaden la sustracción ilícita de aparatos tan pequeños como radios Trunking, computadoras de escritorio y portátiles, herramientas de uso cotidiano como pinzas, desarmadores, cables y hasta válvulas de presión que se utilizan en ductos y que más tarde son empleadas por la delincuencia para las tomas clandestinas.
Asimismo, el robo a autostanque. En 2008 fueron interceptados 32 autos-tanque para robarles producto; en 2009, la cifra se elevó a 50; y en lo que va del año ya suman 39.
Además, se tiene documentado que desde 2003 se ordeña gasolina Magna, Premium y Diesel en el momento mismo en que se descargan los buquestanque en terminales marítimas como La Esperanza, en Mazatlán, Sinaloa.
Ni los muchachos del general
El asedio del crimen organizado ha tenido que ver efectivamente en el incremento de las pérdidas para Pemex, pero análisis internos han establecido que las debilidades en materia de seguridad hacen más amplias las posibilidades de éxito para los delincuentes.
La paraestatal llegó a desconfiar de sus propios vigilantes y equipos de seguridad, en su mayoría trabajadores sindicalizados, a grado tal que en 2006, el general de brigada diplomado del Estado Mayor, Víctor Manuel de la Peña, realizó por encargo del entonces director corporativo de Administración de Pemex, Rosendo Villarreal Dávila, un plan para integrar un ejército propio de que sustituyera paulatinamente a casi 4 mil vigilantes sindicalizados por militares retirados con “record impecable”, para salvaguardar 288 instalaciones estratégicas.
¿Cuál crimen organizado?: PF
En años recientes Pemex ha emprendido acción legal por el saqueo en al menos 728 casos distintos. Los expedientes de todos ellos radican en la Procuraduría General de la República (PGR). Esta dependencia rechazó una solicitud para hablar sobre el estado que guardan las investigaciones. “No hay nada qué
decir”, justifica.
La otra instancia investigadora, la Policía Federal (PF), con 100 elementos destinados a la empresa, asegura que detrás del robo de combustibles operan pequeños grupos de ex trabajadores de la empresa y no organizaciones criminales ligadas al narcotráfico.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario