Genial. En 1905 se decidió a menos 10 metros
Fuente: El País
Emilio Cazalá
De la construcción del puerto de Montevideo rescatamos como hito valioso al tiempo que visionario, ha impuesto a nuestro canal de acceso y puerto una profundidad para barcos que aún no estaban construidos, adelantándose medio siglo.
Sentimos profundo respeto por los proyectos de construcción del Puerto de Montevideo porque si bien no fueron un dechado de genialidad creativa en lo político y técnico -simplemente un puerto grande y moderno para embarcar materias primas e inmigrantes- fue una obra que se adelantó en el tiempo y dio respuestas a necesidades; pasó a operar con lanchas y remolcadores desde el antepuerto a embarcar y desembarcar cargas y pasajeros directamente desde los muelles. Para ello fue necesario un decreto obligando a los cargueros y transatlánticos, atracar a muelle porque no lo querían hacer. Aunque para aquellos tiempos fue una obra monumental con repercusiones en Sudamérica, el desafío, visto a la distancia, no fue vencer dificultades del área marítima para emplazar pilotes, sino sacar el mejor partido de una naturaleza marítima óptima y benigna como era el escenario de la bahía de Montevideo. A más de 100 años del suceso, lo que nos sorprende y mucho, desde nuestro ángulo, es la visión de aquellos hombres, de algunos de aquellos actores que hace un siglo, cuando los barcos calaban 4 metros, fueron capaces de imaginar cómo serían los navíos del futuro, y visualizaron que su tamaño crecería y que el calado sería bastante mayor. Y no fue sino hasta 1905, gracias a la propuesta de los ingenieros Kummers y el argentino Luis A. Huergo, que se decidió llevar la profundidad del puerto y su canal de 7 metros, que era el proyecto original, a 10 metros al cero y eso sí fue una genialidad. Porque significó adelantarse, no 10 años, como se acostumbra ahora en materia portuaria, sino 50 años. Esto es un buen ejemplo de que en materia portuaria, hablar o hacer proyectos de avance a 10 años es una ficción, mejor dicho no es de hombres prudentes proyectar muelles, terminales o grúas con un alcance de 10 o 15 años porque es una medida de tiempo que no existe para proyectar puertos; hay que hablar de 30 años.
La Ley de Reforma Portuaria que se dio el Uruguay no fue concebida para medirla por tramos de 10 años, sino para catapultar al puerto de Montevideo por ejemplo de cero a 400 mil contenedores en 16 años, fueron las Botas de Siete Leguas para crecer a lo grande y así ocurrió; el sueño tomó forma de realidad en menos tiempo del pensado porque el Puerto de Montevideo, por ejemplo, creció en forma geométrica. Tenemos en los cajones multitud de proyecciones de expertos locales y extranjeros cuyos datos fueron arrasados por la realidad que les pasó por arriba porque en todos los casos el movimiento de contenedores o teus, triplicó los pronósticos más optimistas y además se adelantó años en los plazos previstos. Y si es cierto que vamos hacia los 8 mil millones de habitantes de seguro que todo lo hecho hasta ahora sólo serán estadísticas del pasado, porque todo se triplicará; el comercio, la demanda de materias primas aumentará, la cantidad de barcos será mayor, serán aún más grandes y por consiguiente los puertos tendrán que ampliarse, competir y ser competitivos, deberán contar con más muelles y las terminales de hoy serán de juguete en 30 años más. Esto es tan verdadero y tan real como lo es la muerte y los impuestos. Y esta es la visión que aspiramos tengan los hombres de nuestro puerto y las autoridades, pensar en el puerto de Montevideo con un horizonte de 25 años.
Fuente: El País
Emilio Cazalá
De la construcción del puerto de Montevideo rescatamos como hito valioso al tiempo que visionario, ha impuesto a nuestro canal de acceso y puerto una profundidad para barcos que aún no estaban construidos, adelantándose medio siglo.
Sentimos profundo respeto por los proyectos de construcción del Puerto de Montevideo porque si bien no fueron un dechado de genialidad creativa en lo político y técnico -simplemente un puerto grande y moderno para embarcar materias primas e inmigrantes- fue una obra que se adelantó en el tiempo y dio respuestas a necesidades; pasó a operar con lanchas y remolcadores desde el antepuerto a embarcar y desembarcar cargas y pasajeros directamente desde los muelles. Para ello fue necesario un decreto obligando a los cargueros y transatlánticos, atracar a muelle porque no lo querían hacer. Aunque para aquellos tiempos fue una obra monumental con repercusiones en Sudamérica, el desafío, visto a la distancia, no fue vencer dificultades del área marítima para emplazar pilotes, sino sacar el mejor partido de una naturaleza marítima óptima y benigna como era el escenario de la bahía de Montevideo. A más de 100 años del suceso, lo que nos sorprende y mucho, desde nuestro ángulo, es la visión de aquellos hombres, de algunos de aquellos actores que hace un siglo, cuando los barcos calaban 4 metros, fueron capaces de imaginar cómo serían los navíos del futuro, y visualizaron que su tamaño crecería y que el calado sería bastante mayor. Y no fue sino hasta 1905, gracias a la propuesta de los ingenieros Kummers y el argentino Luis A. Huergo, que se decidió llevar la profundidad del puerto y su canal de 7 metros, que era el proyecto original, a 10 metros al cero y eso sí fue una genialidad. Porque significó adelantarse, no 10 años, como se acostumbra ahora en materia portuaria, sino 50 años. Esto es un buen ejemplo de que en materia portuaria, hablar o hacer proyectos de avance a 10 años es una ficción, mejor dicho no es de hombres prudentes proyectar muelles, terminales o grúas con un alcance de 10 o 15 años porque es una medida de tiempo que no existe para proyectar puertos; hay que hablar de 30 años.
La Ley de Reforma Portuaria que se dio el Uruguay no fue concebida para medirla por tramos de 10 años, sino para catapultar al puerto de Montevideo por ejemplo de cero a 400 mil contenedores en 16 años, fueron las Botas de Siete Leguas para crecer a lo grande y así ocurrió; el sueño tomó forma de realidad en menos tiempo del pensado porque el Puerto de Montevideo, por ejemplo, creció en forma geométrica. Tenemos en los cajones multitud de proyecciones de expertos locales y extranjeros cuyos datos fueron arrasados por la realidad que les pasó por arriba porque en todos los casos el movimiento de contenedores o teus, triplicó los pronósticos más optimistas y además se adelantó años en los plazos previstos. Y si es cierto que vamos hacia los 8 mil millones de habitantes de seguro que todo lo hecho hasta ahora sólo serán estadísticas del pasado, porque todo se triplicará; el comercio, la demanda de materias primas aumentará, la cantidad de barcos será mayor, serán aún más grandes y por consiguiente los puertos tendrán que ampliarse, competir y ser competitivos, deberán contar con más muelles y las terminales de hoy serán de juguete en 30 años más. Esto es tan verdadero y tan real como lo es la muerte y los impuestos. Y esta es la visión que aspiramos tengan los hombres de nuestro puerto y las autoridades, pensar en el puerto de Montevideo con un horizonte de 25 años.
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