Uno de los buques oceanográficos más avanzados del mundo, el alemán Polarstern, acaba de llegar a una zona del suroeste del océano Atlántico para iniciar el mayor experimento realizado hasta la fecha de fertilización de las aguas con hierro como posible medio de lucha contra el cambio climático.
Fuente: Notife
Se trata de comprobar con garantía científica cómo afecta al crecimiento del fitoplancton (diminutas algas unicelulares) y a sus consecuencias el vertido de seis toneladas de sulfato de hierro en polvo (como el que se vende como abono para plantas) en un área de 300 kilómetros cuadrados.
El fitoplancton no sólo representa la base de la alimentación de la vida marina, sino que también desempeña un papel clave en la fijación o absorción del dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) presente en la atmósfera. Si el hierro induce la proliferación de las algas y éstas absorben más dióxido de carbono, la fertilización del agua sería una forma de lucha contra el calentamiento global.
"Inspeccionaremos uno de los remolinos de las corrientes marítimas de esta región para decidir si es adecuado para hacer el estudio", explicó desde el barco Victor Smetacek, codirector científico de la expedición.
En aguas más al sur que las actuales se han realizado ya cinco experimentos de fertilización con hierro en los últimos ocho años, que han abarcado zonas mucho más pequeñas. En ellos se indujo un aumento del plancton similar al que produce el hierro contenido en el polvo atmosférico continental al caer en el mar.
El experimento pretende averiguar si el gran declive observado en el krill se relaciona con el exterminio de ballenas azules hace unas décadas en esa zona.
Smetacek cree que las ballenas ejercían un papel de abono, manteniendo una continua disponibilidad de hierro para el plancton en las aguas superficiales.
Fuente: Notife
Se trata de comprobar con garantía científica cómo afecta al crecimiento del fitoplancton (diminutas algas unicelulares) y a sus consecuencias el vertido de seis toneladas de sulfato de hierro en polvo (como el que se vende como abono para plantas) en un área de 300 kilómetros cuadrados.
El fitoplancton no sólo representa la base de la alimentación de la vida marina, sino que también desempeña un papel clave en la fijación o absorción del dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) presente en la atmósfera. Si el hierro induce la proliferación de las algas y éstas absorben más dióxido de carbono, la fertilización del agua sería una forma de lucha contra el calentamiento global.
"Inspeccionaremos uno de los remolinos de las corrientes marítimas de esta región para decidir si es adecuado para hacer el estudio", explicó desde el barco Victor Smetacek, codirector científico de la expedición.
En aguas más al sur que las actuales se han realizado ya cinco experimentos de fertilización con hierro en los últimos ocho años, que han abarcado zonas mucho más pequeñas. En ellos se indujo un aumento del plancton similar al que produce el hierro contenido en el polvo atmosférico continental al caer en el mar.
El experimento pretende averiguar si el gran declive observado en el krill se relaciona con el exterminio de ballenas azules hace unas décadas en esa zona.
Smetacek cree que las ballenas ejercían un papel de abono, manteniendo una continua disponibilidad de hierro para el plancton en las aguas superficiales.
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