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lunes, 18 de agosto de 2008

Contrabando, piratería y narcotráfico obligan a reinventar las aduanas

Fuente: CDN

Hace tiempo que corsarios, bucaneros y piratas dejaron de asolar las aguas del Golfo, el Caribe y el Pacífico mexicano; los nombres de criminales con permiso o sin él para asaltar a los mercantes y que hicieron leyenda como Francis Drake, Walter Raleigh, Morgan, el Olonés o Blas Miguel pasaron a la historia.

Sin embargo, el contrabando y la piratería son delitos que persisten a pesar del tiempo; ahora pocas veces se conoce el nombre de quienes los cometen y las aduanas mexicanas han tenido que sofisticar sus sistemas de inspección, combatir la corrupción dentro y fuera de ellas, especializar a su personal y entender cómo sigue entrando y saliendo mercancía ilegal.

El problema no es privativo de alguna aduana, admite la Administración General de Aduanas (AGA) en su Plan de modernización de aduanas 2007-2012: “Aunada a la sofisticación de los flujos comerciales actuales, los cuales requieren que el despacho aduanero sea eficiente y eficaz, podemos identificar otras serie de fenómenos que tienen impacto importante en su desempeño.

“Por un lado el contrabando, la piratería, el narcotráfico, así como el tráfico de armas y de dinero, obligan a las aduanas a reinventarse constantemente para enfrentar a las organizaciones criminales involucradas en esas actividades ilícitas. Por otro lado, la amenaza del terrorismo impone retos muy importantes para el control de sustancias y materiales de alta peligrosidad…”

Por eso ningún día puede ser común y corriente en las aduanas mexicanas. Tal es el caso de la Aduana Veracruz, ubicada en uno de los recintos portuarios más importantes del país, de vocación importadora, y que fue visitada el fin de semana por La Jornada.

Ahí dos jóvenes agentes especializados en comercio exterior y analistas de rayos gamma, Cinthya y Tomás, cuyos apellidos se omiten para no comprometer su seguridad, resguardados en un módulo como de caseta de peaje, con vidrios oscuros, reciben diariamente los pedimentos aduanales de cientos de transportistas y verifican el contenido de la carga.

Al entrar al patio de la aduana, el analista en rayos gamma toma una fotografía de la cabina de cada trailer y una especie de radiografía del contenedor recién recogido en el puerto. El pedimento aduanal indica que el transportista lleva jabón en polvo. En la fotografía tomada con rayos gamma se observa el contenedor casi lleno, el contorno de los sacos de jabón y la parte media coloreada de forma regular, pareja, sin bordos o salientes que llamen la atención. Al parecer todo está bien con esa carga y pasa, una vez que la luz del semáforo se pone en verde.

No siempre es así, explicó Tomás, quien no tiene miedo de encontrar droga en un contenedor, porque “nadie nos ve estando aquí adentro”. Mostró una serie de placas tomadas con rayos gamma en distintas tonalidades que ayudan a aclarar o resaltar la imagen de la carga y encontrar mercancía ilegal que puede ser desde maquinaria, carne, alimentos, hasta sustancias prohibidas.

De esa manera han sido detectados tráileres en cuyo pedimento aduanal declaran llevar camarones, pero entre la carga se detecta una imagen irregular que resulta ser carne, producto sujeto a mayor control sanitario. Otro cargado con películas o placas para radiografías oculta máquinas no declaradas para sacar radiografías. Uno más llevaba poliuretano en sacos y una máquina para reparar calzado tampoco declarada, por lo que en ese momento entran en acción las autoridades aduaneras para determinar la situación legal de la mercancía y decidir si se puede pagar el valor de la importación, una multa e introducirla al país, o si debe ser incautada.

Tomás mostró una imagen incómoda para la aduana, pero esperada. Un contenedor en cuyo pedimento se declaraba la introducción de calentadores eléctricos para agua. “En el principio del contenedor se ve todo correcto, la coloración uniforme hasta la parte media, donde se rompe todo el patrón, se observan objetos densos y entonces se manda a revisión”.

En una zona especial se estacionan las unidades que deberán ser revisadas con más detenimiento. Ahí los agentes de la aduana y autoridades federales encontraron que dentro de los calentadores se ocultaba la droga.

El Puerto Veracruz está clasificado como AAA, lo que lo hace uno de las zonas más seguras del país porque está vigilado por destacamentos de la Armada de México y del Ejército Nacional.

Además de los 13.5 millones de dólares que se invirtieron en el Sistema Integral de Inspección de Contenedores (ICIS, por sus siglas en inglés), también se han destinado 700 millones de dólares al Sistema de Esclusas Tecnológicas, desde donde Cinthya y Tomás revisan y autorizan el paso de las mercancías. Con ello se pretende eliminar la discrecionalidad en la revisión de documentos y productos.

En colaboración con el Departamento de Justicia de Estados Unidos se invertirán 4 millones de dólares para instalar en megapuertos cuatro equipos para reforzar las inspecciones con rayos gamma en la importación y exportación de productos.

Sin embargo, y a pesar de todas las medidas de seguridad, cambio de personal y tecnología, el contrabando y la piratería persisten.

El administrador de la Aduana Veracruz, Francisco Serrano Aramoni, reconoció que “a la vista de la ciudadanía las cosas siguen igual”, por eso es indispensable que se difunda que se hace un gran trabajo para combatir el contrabando y la piratería. Detalló que el contrabando técnico, el documentado cada vez es más sofisticado, se presentan papeles como si fueran auténticos, de ahí la necesidad de especializar cada vez más las técnicas de revisión y la coordinación con otras aduanas.

Sobre la piratería aseguró que “la mayor parte se produce aquí mismo, en México, no se trata de productos falsos, piratas, traídos de otros países”. Por eso, dijo, también se está trabajando con el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI) para tener bases de datos y retener la mercancía cuando tengamos dudas sobre la legalidad de la propiedad de la marca.

Aseguró que las aduanas de México tienen la mejor tecnología y seguridad, incluso si se las compara con otras tan grandes como la de Barcelona. La falla, tal vez, esté en que “necesitamos seguir trabajando con nuestra gente”.

A la Aduana Veracruz sólo entre enero y junio de este año ingresaron 792 buques cargueros que trasportaron alrededor de 8.5 millones de toneladas de mercancías en 348 mil 392 contenedores, cuya recaudación fiscal tuvo un valor de 11 mil 500 millones de pesos.

la jornada

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