Fuente: El País
Los barcos gasolinera de la bahía de Algeciras no tienen banderas negras con calaveras. Sus marineros no llevan parches en los ojos ni patas de palo, pero son "auténticos piratas de nuestro tiempo", según Antonio Muñoz Secilla, el ecologista que ha conseguido llevar el caso a Bruselas.
La asociación de la que es vicepresidente, Verdemar, integrada en Ecologistas en Acción, ha denunciado ante la Unión Europea el incumplimiento de la normativa marítima en la bahía a la hora de repostar en alta mar, una actividad en la que inevitablemente se vierten pequeñas cantidades de fuel al mar.
El 11 de marzo la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo confirmó que admitía a trámite la denuncia. El caso ha sido remitido a la Comisión Europea, a la que el Parlamento solicita "una investigación preliminar", así como a las comisiones de Medio Ambiente y de Salud Pública y Seguridad Alimentaria de la Eurocámara.
El repostaje en alta mar no es en sí mismo ilegal. De hecho, el estrecho de Gibraltar es una gran gasolinera mundial por la que transitan, del Atlántico al Mediterráneo, más de 10.000 buques al año, lo que supone el trasiego de 20 millones de toneladas de productos petrolíferos en toda la bahía, según Greenpeace.
En su versión legal, el llamado bunkering, los botes se aprovisionan de fuel desde gasolineras en tierra. Pero en su versión incontrolada, la que está dando en Gibraltar, se llama "tancaje flotante" y el peligro de vertidos se multiplica por tres. Los barcos-gasolinera toman el combustible de tierra y de ellos se aprovisionan las gabarras que a su vez dan avituallamiento a otros barcos en alta mar. Esta última versión "pirata" se encuentra en el territorio de Gibraltar porque "allí nadie obliga a cumplir la normativa europea" afirma Muñoz. Por el mismo motivo los barcos monocasco también prefieren arrimarse a la orilla del Peñón.
Aunque España, según el Tratado de Utrecht, no reconoce aguas jurisdiccionales a Gibraltar, la colonia británica utiliza, de facto, una milla y media dentro de la bahía. El especial estatus del Peñón en relación a la UE le ha eximido hasta la fecha de seguir normas obligatorias para los demás puertos europeos.
Por eso, repostar tan sólo unas millas más allá de la costa española supone ahorrarse entre 180 y 1.000 euros por tonelada. Gibraltar no se adhiere a la doctrina Marpol, el convenio internacional que obliga a los barcos a pagar por los residuos que vierten al mar. Tampoco al Memorando de París, una normativa europea de 2003 que requiere inspeccionar el 25% de los barcos que transiten por un puerto de mar. Este porcentaje "no se alcanza ni por asomo" a ambos lados de la bahía, según el dirigente ecologista de Algeciras.
La situación es "una bomba de relojería llena de Prestiges" comenta Sara del Río, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace. Su alusión a esta catástrofe no parece gratuita a la luz de los datos. Mientras que en 1990 las empresas de hidrocarburos instaladas en el Peñón repartieron 0,8 millones de toneladas de fuel, en 2007 vendieron 4,3 millones, frente a las 2,3 facturadas por el puerto de Algeciras. El cambio de orilla a la hora de repostar lo precipitó la alarma por el desastre del Prestige en 2002. Después del vertido en Galicia, la capitanía marítima de Algeciras comenzó a impedir la entrada al puerto de algunos buques por lo que muchos barcos, sencillamente, se cambiaron de acera. De los 6.629 buques atracados o fondeados en su puerto, en 2006 el 87,2% lo hizo para cargar tanques de fuel. El hundimiento del New Flame, el pasado 30 de agosto, fue la causa que desencadenó la denuncia de Verdemar "contra el Gobierno de Gibraltar". El barco, procedente de Nueva York, entró en la bahía, precisamente, para llenar sus depósitos.
Tanto Greenpeace como Ecologistas en Acción han denunciado la pasividad de la Administración española. En cambio, un portavoz del Ministerio de Exteriores declaró que "España le ha pedido al Reino Unido en diversas ocasiones que se organice con las máximas garantías".
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martes, 25 de marzo de 2008
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