Fuente: La Voz de Galicia
Será más o menos como la declaración de la renta, pero en lugar de con ingresos y propiedades, con barcos y en materia de seguridad. La entrada en vigor del Real Decreto 537/2007 el pasado 1 de septiembre obliga a todos los armadores a presentar cada año la autocertificación, un documento en el que el propietario de la embarcación acredita que el material de lucha contraincendios está debidamente mantenido, que los equipos de radio trabajan bien, que los dispositivos de ayuda a la navegación, luces y señales acústicas, no están deteriorados, que las escotillas y las puertas estancas funcionan correctamente y que la tripulación está entrenada en el uso de todos esos sistemas. En definitiva, que su barco es seguro.
Que todo está conforme lo verificará un técnico o una entidad competente, lo firmará el armador o su representante legal y, finalmente, se remitirá a Capitanía Marítima. Después, Fomento, a través de Marina Mercante, realizará inspecciones aleatorias en las que se contrastará si lo certificado por el armador coincide con el estado real de los elementos de seguridad.
Esta decisión supone que el empresario «va a sufrir menos inspecciones», al tiempo que se le da «una mayor responsabilidad sobre el estado de su barco», señaló Luis Miguel Guérez, subdirector general de Normativa Marítima y Cooperación Internacional del Ministerio de Fomento. Esa inhibición fue uno de los motivos de crítica por parte del sector, que ve en el autocertificado un intento de la Administración «de lavarse las manos» descargando en patrones y armadores «que saben de pesca pero no de estabilidad de barcos», unas competencias que no le corresponden.
?Guérez aclaró que lo único que hacen los armadores es corroborar que el barco cumple con las exigencias legales, cuya adaptación verifican los técnicos o entidades colaboradoras y negó que sea un intento de descargar responsabilidades y, menos, de buscar culpables, «eso corresponde al juez».
Cambio de mentalidad
Guérez fue uno de los ponentes del primer Congreso Internacional de Prevención e Seguridade na Pesca de Baixura, que hoy concluye en Santiago, y que pretende ser el catalizador de un cambio de mentalidad en un sector en el que todavía no ha calado que usar el chaleco salvavidas, más que una imposición legal, es una medida de prevención que en un momento dado puede salvar la vida al que lo lleva.
Y es que, aunque la bajura se ha modernizado en los últimos años, en materia de prevención de riesgos todavía «está mal», sostuvo el inspector de Trabajo de Cádiz Juan Ramón Bres, que aún en los últimos años de sus 20 de trayectoria profesional ha visto imbornales atornillados, marineros que no saben nadar, pensionistas embarcados, gente que no sabía colocarse el chaleco...Irregularidades que hacen pensar que no todo accidente se puede achacar a la fatalidad.
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martes, 9 de octubre de 2007
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