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miércoles, 25 de febrero de 2009

Historias de piratas

Fuente: Bohemia

Todo sucedió rápidamente, cuando el Sirius Star navegaba frente a las costas de Kenia llevando una sustancial carga de oro negro en sus bodegas.

No había señales de que en pocos instantes habría de cambiar su destino. De pronto, un grupo reducido de hombres abordó el monumental buque petrolero y lo tomó por asalto, reduciendo a la tripulación y desviando su rumbo hacia aguas seguras para ellos, a la espera de que les pagasen un rescate.

Eran piratas de nuestro tiempo. No estaban vestidos a la vieja usanza. Tampoco los sables cortaban el aire. Sustituyeron la obsoleta espada por fusiles automáticos y en el hombro que otrora ocupara el loro mal hablado, se asentaban ahora lanzagranadas de autopropulsión. No tenían patas de palo, ni eran tuertos, y mucho menos los enviaban reyes para dirimir sus enfrentamientos. Actuaban por cuenta propia y son el neto resultado de la depauperación que sufre el planeta.

La piratería, evento de pasadas épocas, parecía que había quedado para las historias recogidas en la literatura, o las películas de Hollywood, sin embargo, ha tenido un nuevo despertar en los mares del mundo. No es la primera vez que se reportan hechos de tal índole en diversas latitudes.

Esta vez, la popularidad recayó en bandidos somalíes, muy activos últimamente, quienes capturaron en noviembre de 2008, a 450 millas al sur de Mombasa, Kenia, el buque petrolero saudí Sirius Star, que transportaba 300 mil toneladas de crudo, valoradas en 100 millones de dólares, lo que ocasionó una buena pérdida a los Estados Unidos, nación receptora de la carga. Las referencias apuntan a que se trata de uno de los barcos más grandes hasta ahora atacados por esas bandas.

Los piratas antes y ahora

Datos históricos señalan que “las primeras referencias que se conocen sobre la piratería datan del siglo V, en la zona del golfo Pérsico. Desde entonces esta práctica, con mayor o menor intensidad, ha estado siempre relacionada con las principales rutas del comercio internacional como el mar Mediterráneo, el mar de China, o, tras el descubrimiento de América a finales del siglo XV, el océano Atlántico”.

En etapas precedentes la piratería era subvencionada por las coronas, quienes contrataban a aventureros para hostilizar a sus adversarios. Para el siglo XVI, surgen los bucaneros, quienes ampliaron la maña apoderándose de los tesoros que los navíos, principalmente ibéricos, trasladaban de las colonias en el denominado nuevo mundo hasta sus casas matrices en la vieja Europa.

Con el paso de los años se independizaron y actuaban por propia iniciativa. La aventura les proporcionaba bienes fáciles y alentaba a que cada vez, con mayor frecuencia, se incorporaran marinos a los lances de la piratería, como finalmente se le nombró al robo y saqueo en océanos y litorales.

Con el tiempo, los libros y guiones cinematográficos que narran este tipo de actividad darían un toque especial a esta actuación. Hasta en los cuentos infantiles de época aparecen los rostros de piratas... ¿quién no recuerda las historias de Peter Pan y el Capitán Garfio?

Según el escritor estadounidense Howard Pyle, que en 1921 publicó El libro de los piratas, “el coraje y su osadía hacen que sus fechorías nos atraigan; que su lucha contra toda ley y orden haya contribuido a hacer de ellos personajes populares, y que su negra enseña con calavera y espadas cruzadas sea vista sin negatividad”.

Incluso en varias etapas de la contemporaneidad se hizo moda su vestimenta: pantalón por debajo de la rodilla y el pañuelo a la cabeza que algunos interpretan como signo de “exotismo y libertad”.

Volviendo al presente, la imagen de estos nuevos filibusteros dista de la de sus ancestros. Desde el ropaje hasta las armas, ahora de fuego potente, no tienen comparación posible. Puede que en agresividad, mantengan los mismos genes. Las zonas de operaciones demuestran que no es un fenómeno particular de un área geográfica. Se han reportado sucesos de esta índole en el mar de Arabia, en África occidental, en el Lejano Oriente, los mares de Indonesia y Filipinas y hasta por las costas de Brasil.

Los filibusteros de nueva generación roban lo que se les presente, desde objetos personales hasta cargas enteras. Según afirman expertos del tema, “salen a alta mar en potentes lanchas con armamento pesado”. Y agregan las fuentes que por lo general, “inician su ataque desde lanchas de alta velocidad, lanzadas algunas veces desde embarcaciones madre, que pueden navegar largas distancias. Si tienen éxito con el secuestro, los atracadores exigen un cuantioso rescate por devolver sanos y salvos a la tripulación y el cargamento”.

“Ataques cada vez más audaces y certeros, con mayor grado de violencia, indican que han ganado en confianza y organización. Ya no son solo focos aislados de delincuentes en lanchas rápidas, operando en zonas cercanas a las costas, sino pandillas bien armadas que maniobran en aguas internacionales.”

Aunque los mares de Indonesia y Filipinas son considerados muy peligros en estas lides, actualmente las palmas se la llevan dos rutas muy importantes para el comercio mundial: la del golfo de Adén y canal de Suez, la más cercana a Somalia; y la que va del golfo Pérsico hasta el cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica.

Aunque los “bucaneros” somalíes, quienes dieron el golpe del petrolero saudita Sirius Star, lo hicieron bastante alejados del área de operaciones del golfo de Adén, sin embargo, al buque lo divisaron con posterioridad en las aguas del poblado portuario de Eyl, en Somalia, lugar que sirve de refugio a estos grupos, la mayoría de los cuales proviene de la semiautónoma región de Puntland, y donde hasta tanto sus requerimientos de recompensa monetaria no sean cumplidos, mantienen como botines las embarcaciones y a sus tripulantes esperando las decisiones de los dueños de los buques.

Algunos especialistas calculan que se han producido 95 ataques de tal índole en la zona desde enero hasta noviembre de 2008, y en 39 casos, los asaltantes secuestraron las naves. Mientras, el Centro de Informes sobre Piratería de la Oficina Marítima Internacional (IMB, por sus siglas en inglés) había reportado 251 incidentes de ese tipo en diversas regiones del planeta en el primer semestre del año.

Aparte del peligro para la vida de tripulantes y embarcaciones privadas de recreación, esas actividades delictivas ponen en riesgo el comercio internacional y afectan hasta los precios de las mercancías, especialmente en estos instantes de crisis económica mundial, pues ya diversos funcionarios de gobierno y empresarios han declarado que si la piratería no es atajada, pueden subir los fletes y los seguros. Incluso algunos capitanes de navíos han expresado su intención de tomar vías alternas en las rutas desde Asia hasta Europa obviando el canal de Suez, algo que de por sí incrementa los costos.

Otra cuestión que también crea inestabilidad en esa zona son las medidas adoptadas de índole militar, pues se supo que se desplazaron alrededor de 14 barcos de guerra de varios países, incluida la OTAN, frente a la costa somalí.

Las razones que explican la proliferación de este tipo de atraco en alta mar son disímiles, pero se insiste con mucha fuerza en las injustas estructuras económicas que rigen en la actualidad, la pobreza cruda en algunas zonas del mundo, y las riquezas acumuladas en pocas manos.


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