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sábado, 24 de noviembre de 2007

Naufragio en el mar helado

Fuente: Pagina 12

El crucero de lujo Explorer, de bandera liberiana, con 100 turistas y 54 tripulantes a bordo, naufragó en la madrugada de ayer en aguas del Atlántico Sur, cerca de las islas Shetland, luego de chocar, en forma sucesiva, con dos iceberg. La nave, en medio de las nieves antárticas, comenzó a ladearse luego de sufrir una avería en el casco. El accidente ocurrió pasada la medianoche del jueves y los ocupantes de la embarcación, entre ellos dos argentinos, tuvieron que abandonarla para subir a los botes salvavidas, en los que permanecieron más de siete horas, con temperaturas bajo cero. Todos fueron rescatados sanos y salvos por un barco noruego que los llevó hasta la base chilena Eduardo Frei, en la Antártida. La Cancillería argentina hizo saber que el país, como coordinador de las actividades de Búsqueda y Salvamento, fue el nexo entre todas las unidades que participaron en el rescate.

La nave, en mar abierto, seguía anoche hundiéndose en forma lenta, mientras sus ocupantes llegaban a la base Frei, de donde serán llevados luego a la ciudad de Punta Arenas, en Chile. El naufragio se produjo cerca de las Shetland y las islas 25 de Mayo, a 96 kilómetros de la Península Antártica y unos mil kilómetros al sudeste de Ushuaia, precisaron fuentes de la Prefectura Naval y de la Armada argentinas.

A las tres de la mañana, un total de 91 pasajeros, nueve operadores turísticos y 52 tripulantes dejaron el barco. Se subieron a ocho botes semirrígidos y a seis balsas salvavidas. Sólo se quedaron a bordo, cerca de cuatro horas más, el capitán y el oficial. Pasadas las siete de la mañana, todos fueron rescatados con vida –aunque con serios problemas de hipotermia– por el barco de bandera noruega Nordnorge, que llegó primero al lugar, seguido de cerca por las embarcaciones Endeavour y Drems Antartic, el primero con bandera de Bahamas.

Todos fueron llevados a la base chilena Frei, desde donde irán a Punta Arenas en dos aviones Hércules C-130. El temor que predominaba anoche es por la situación del barco, escorado en 45 grados, que podría hundirse y liberar combustible. Buzos de la Armada de Chile se dirigían en una nave hacia la zona, para evaluar los posibles daños, mientras que buques de la Armada Argentina participaban de un operativo de apoyo en torno del crucero accidentado.

“Nos preocupa el daño ambiental. El Explorer se hunde con 185 mil litros de gasoil y, aunque no se derrame, el impacto ocurrirá. Tras hundirse, habrá que rescatarlo y ahí sabremos”, dijo el titular de la Dirección Nacional del Antártico, Mariano Mémolli. Por ese motivo, el organismo estaba trabajando en colaboración con el Departamento de Gestión Ambiental para analizar el impacto del accidente. “Esto ocurrió a unos 40 kilómetros de la Base Jubany, donde se realiza la mayor actividad científica argentina en la región” antártica.

Los avisos argentinos Suboficial Castillo y “Sobral”, escoltados en el aire por un avión P3 Orion, preparaban una barrera de protección oceánica que posibilitará la contención de combustibles ante un eventual derrame.

De acuerdo con una información aportada por la Prefectura Naval, el impacto con el témpano causó al Explorer una importante avería en el casco, a partir de la cual algunos de los compartimentos del barco comenzaron a llenarse de agua. Durante horas trabajaron las bombas de achique para mantenerlo a flote y evitar una tragedia.

La emergencia se conoció, en la Agencia Nacional de Búsqueda y Salvamento de la Marina, luego de recibir el alerta telefónica del Centro Coordinador de Búsqueda y Salvamento, con sede en Roma. A las 6.15, tres horas después de que el capitán ordenara el abandono del barco, el Nordnorge llegó a la zona y comenzó las tareas de rescate. Las circunstancias del impacto no fueron informadas oficialmente, pero una de las tripulantes del crucero, Andrea Salas, una porteña de 38 años que es miembro del área de expediciones, relató que tras el primer choque se produjo un segundo impacto con un iceberg, lo que aceleró la evacuación.

Salas estaba acompañada por otro tripulante argentino, Pablo Beliú, de 36 años (ver aparte). El Explorer estaba realizando un tour ecológico. Cada camarote costaba cerca de 35 mil pesos argentinos. El barco es propiedad de la compañía de viajes Gap Adventures, con sede en Toronto, Canadá, y solía recorrer aguas en regiones de muy baja temperatura. Este año había visitado Groenlandia y eran usuales sus excursiones a las Islas Malvinas. En su última inspección de rutina, en mayo pasado, surgieron cinco “deficiencias”, entre ellas problemas con sus compuertas principales, según reveló ayer la publicación marítima Lloyds List. También presentaba deficiencias en el mantenimiento de sus botes salvavidas y le faltaban los planes de rescate y de búsqueda de desaparecidos. En marzo, un control de la embarcación hecha por inspectores chilenos, en Puerto Natales, detectó seis “deficiencias”, dos de ellas vinculadas a problemas de navegación. El crucero Nordnorge, que rescató a los 154 náufragos, había participado en febrero pasado en la evacuación de los pasajeros del Nordkapp, otro crucero que resultó averiado durante un viaje por Antártida. El prefecto mayor Pedro Thoay, jefe de la Prefectura de Ushuaia, confirmó anoche que “todos los que estaban en el barco accidentado se encuentran fuera de peligro y a salvo”.

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