Fuente: La Opinion Coruña
ANTÓN LUACES Con la que tenemos encima y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha olvidado de que la mar (Marina Mercante, Pesca, etc.) necesita un Ministerio. Como el de Industria, o el de la Vivienda, o el de Economía, pero mojado, húmedo, con salitre y vientos que rolen. Un Ministerio que entienda los problemas de la mar del mismo modo que el futuro del Deporte va a entender de pelotas, jabalinas, discos, raquetas, balones... Es decir, un Ministerio guay, de esos que tienen un ministro y todo. Un Ministerio que trabajará conjuntamente con las comunidades autónomas que poseen litoral, que son pocas, diez y dos ciudades autónomas, pero que tienen playas, barcos de todo tipo e incluso mar para pescar y no sólo para bañarse o para navegar en plan a ver a dónde llegamos con poca gasolina pero con dos remos por si las moscas y un mechero de gasolina y no de butano, sin equipos de comunicación radiomarítima pero con teléfono móvil, sin radiobaliza pero con GPS, sin muchos conocimientos de mar pero con un cursillo aprobado de patrón de yate, ea, que la mar es la mar y hay que salir titulado para que la corriente no te lleve como se lleva al camarón. Es decir, y definitivamente, cuando el presidente Zapatero "haga" la próxima crisis y toque a remodelar el Gobierno, que además del Ministerio del Deporte, cree el Ministerio del Mar que ya se barajó en tiempos de Felipe González y no digo nada en tiempos de José María Aznar.
Si no fuera porque los patrones más conocidos son los participantes en regatas de todo tipo y estas entran en el plano deportivo, el sector pesquero y el de Marina Mercante deberían confabularse para, a través de ellos -los patrones de la Copa de la América, los de los juegos olímpicos, los de las pruebas internacionales de distinta clase- reclamar, en un acto público, que la cosa marina está mal y que sólo un Ministerio de verdad, como del del Deporte, puede arreglarlo.
Si hasta saldría barato el ministro, hombre...
Bastaría con echar un vistazo a esas diez comunidades y dos ciudades autónomas ribereñas, dando opción a Madrid (la que tiene más marinos por metro cuadrado), y saldrían miles de candidatos que se pelearían por ostentar orgullosamente la responsabilidad del primer Ministerio de este tipo desde la muerte de don Francisco, al que, recordarán, placía vestirse de Marino de Guerra de vez en cuando, con la Gran Cruz de San Fernando en el pechito (ahora los futbolistas no paran el balón con el pecho, sino con el pechito y el de don Francisco tampoco daba para mucho debido a su corta talla).
Queda dicho, presidente: la mar quiere un Ministerio. Y a ser posible, que sea de verdad, entero, y no de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Un Ministerio entero de la mar que promocione debidamente nuestro intenso trabajo dentro y fuera de las 200 millas y no sólo los intereses de unos pocos en Cabo Verde, en Ecuador, en Perú, en Uruguay, etc. Un señor Ministerio al que el del Deporte trate de Excelentísimo y ponga en juego TAC, cuotas, stocks, merluzas, segundos registros, anchoas y todo eso. Y, de paso, que recupere para la flota mercante las más altas cotas de excelencia para situarla en el puesto que nos corresponde por Historia (hablamos de un país en el que no se ponía nunca el sol). ¡A ver!
Si no fuera porque los patrones más conocidos son los participantes en regatas de todo tipo y estas entran en el plano deportivo, el sector pesquero y el de Marina Mercante deberían confabularse para, a través de ellos -los patrones de la Copa de la América, los de los juegos olímpicos, los de las pruebas internacionales de distinta clase- reclamar, en un acto público, que la cosa marina está mal y que sólo un Ministerio de verdad, como del del Deporte, puede arreglarlo.
Si hasta saldría barato el ministro, hombre...
Bastaría con echar un vistazo a esas diez comunidades y dos ciudades autónomas ribereñas, dando opción a Madrid (la que tiene más marinos por metro cuadrado), y saldrían miles de candidatos que se pelearían por ostentar orgullosamente la responsabilidad del primer Ministerio de este tipo desde la muerte de don Francisco, al que, recordarán, placía vestirse de Marino de Guerra de vez en cuando, con la Gran Cruz de San Fernando en el pechito (ahora los futbolistas no paran el balón con el pecho, sino con el pechito y el de don Francisco tampoco daba para mucho debido a su corta talla).
Queda dicho, presidente: la mar quiere un Ministerio. Y a ser posible, que sea de verdad, entero, y no de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Un Ministerio entero de la mar que promocione debidamente nuestro intenso trabajo dentro y fuera de las 200 millas y no sólo los intereses de unos pocos en Cabo Verde, en Ecuador, en Perú, en Uruguay, etc. Un señor Ministerio al que el del Deporte trate de Excelentísimo y ponga en juego TAC, cuotas, stocks, merluzas, segundos registros, anchoas y todo eso. Y, de paso, que recupere para la flota mercante las más altas cotas de excelencia para situarla en el puesto que nos corresponde por Historia (hablamos de un país en el que no se ponía nunca el sol). ¡A ver!
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