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miércoles, 14 de noviembre de 2007

El «Prestige» cinco años después

La marea negra dejó restos visibles en la comarca y muchos recuerdos en quienes vivieron la tragedia, además de algunos cambios a raíz del accidente

Autor: Eduardo Eiroa
Fuente: La Voz de Galicia

Ya pasaron cinco años. Los que vivieron la tragedia del Prestige recuerdan el olor del fuel como si fuera ayer. Pero ya pasaron cinco años.
En el Coído de Muxía lucía ayer el sol. Vecinos de la localidad se acercaban al paseo que separa la localidad del mar para charlar y para recordar. Las famosas farolas redondas cuya imagen dio la vuelta al mundo, rotas y salpicadas de negro por olas del mismo color, ya no existen, han dejado paso a otras más modernas y en la vegetación de la plaza no hay marcas negras de la tragedia. Al otro lado de la localidad la nueva fachada marítima y el contradique son fruto de inversiones hechas para tratar de compensar los efectos del desastre. Algunas rocas renegridas dejan intuir que algo pasó.
Muxía fue de los lugares peor parados. En la soledad de Cuño las heridas están más vivas. Manuel Guisande, percebeiro hace cinco años, recordaba recientemente allí lo vivido. Aún es fácil encontrar restos de fuel.
Y el fuel sobrevive también en otro rincón solitario cerca de Muxía. En la playa de O Rostro, en Fisterra, yacen los restos del petrolero bajo metros de arena. Las excavadoras no pudieron con todo. Un solitario capazo lleno de bolas de fuel rebozadas en arena dejaban claro en la playa que cinco años después alguien sigue limpiando. El mar sigue arrojando a tierra lo que no consiguió digerir.
Hay que fijarse -y vale la pena hacerlo para no llenarse los zapatos de pegotes oscuros- pero es fácil encontrar los recuerdos del Prestige .
La ruta sigue por otro de los lugares maltratados por el petrolero de Mangouras. En Camelle falta Man de su casa. Allí el fuel llegó por mar para cubrirlo todo. Los percebeiros de la localidad que entonces dedicaron sus días a recoger bolas negras, densas y de olor penetrante del mar, se dedicaban ayer a su profesión. Las rocas, cinco años después, vuelven a estar vivas.
Y en Camariñas hay más heridas de aquel naufragio. Protección Civil hace de guía hasta las rocas atlánticas mancilladas por el hombre. En el lugar conocido como Castelete, cerca de Home Morto, los militares arrancaron toneladas de chapapote. Hoy se ven los restos negros de aquella agresión al igual que se perciben en otros lugares de la zona, como las rocas cercanas a Cabo Cee, en Corcubión, o las de Lires, en Cee.
En Moreira y en Cuño (Muxía) la biorremediación que iniciaron experimentalmente las universidades la remató el tiempo y la fuerza del mar.
En la comarca perviven otras muestras de aquellos días. El remolcador Don Inda tiene su base en el puerto de Brens, con sistemas anticontaminación a bordo para atajar posibles hechos similares. No muy lejos, en Dumbría, a cerca de 500 metros de altitud se encuentra una antena preparada para controlar el tráfico marítimo, para evitar que otro petrolero se abalanzase contra la costa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Prestige, desastre ecológico para la entrañable Tierra Gallega