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lunes, 5 de febrero de 2007

Petroleros devastadores

Ensayo-Investigación
Petroleros devastadores

Hoy, con un barco embarrancado y perdiendo fuel contaminante en la bahía de Algeciras, vivimos otro episodio de la falta de una normativa internacional para el correcto mantenimiento de los buques de la marina mercante, que denuncia el autor en esta obra.(MARES SIN LEY, Caos y delincuencia en los océanos del mundo de William Langewiesche).

Más allá de las doce millas costeras, el mar goza de la libertad de un espacio extra-territorial donde es muy difícil aplicar las leyes de los estados adyacentes. Los mercantes sólo están sometidos a las regulaciones y exigencias del país cuya bandera enarbolan, pero una nación, que tenga tan sólo un puerto, puede ser la patria de “conveniencia” de cualquier barco.

Así, hay una verdadera competencia entre países del tercer mundo para ofrecer a los armadores condiciones absolutamente laxas con el fin de conseguir que les paguen a ellos las licencias.

Algunos barcos en treinta años de navegación jamás han estado en ninguno de los puertos de su bandera. Asimismo, los armadores o propietarios del navío, pueden ser empresas constituidas estados que garantizan el más absoluto anonimato a sus propietarios. Los marineros y tripulación se contratan por medio de agentes y, en muchas ocasiones, al ser enrolados no saben ni el barco, ni el lugar por el que navegarán. Son los modernos esclavos del capitalismo más salvaje.

Desorden en la marina mercante
En el libro se analizan los naufragios más famosos de la Historia, los de los petroleros Exxon Valdez, Amoco Cadiz, Erika, etc.., que son abordados con todo lujo de detalles y se recogen las reacciones políticas que provocaron y los intentos fracasados de poner orden en la marina mercante por parte de algunos estados (en EEUU están cada vez más preocupados por la posibilidad de sufrir un gran atentado terrorista con un barco).

Al naufragio del Prestige, “un buque matriculado en Bahamas con un capitán griego y una tripulación filipina y rumana”, le dedica apenas una página, pero no deja de ser trascendente y esclarecedora su visión de los hechos.

Se narran otros naufragios aterradores de barcos de pasajeros como el del Estonia, un ferry de este país en aguas del báltico. Una tragedia en la que murieron 852 personas y que encoge el corazón contada en las páginas del libro.

Termina contando el vergonzoso final de los barcos, varados y desguazados en playas antes paradisíacas del Tercer Mundo por un ejército de millares de trabajadores mal pagados, siempre manchados de fuel y expuestos a numerosos accidentes. De la playa de Alang, India, cita un dicho: “Cada día un barco, cada día un muerto”, porque en sus diez kilómetros de extensión son capaces de desguazar cada día un mercante, eso sí, con cada día un muerto en accidente.

No es de extrañar que Greenspace haya escogido Alang como el lugar al que Occidente debe mirar para descubrir el escándalo que rodea la navegación de la marina mercante.

CARLOS MORENILLA

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