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miércoles, 21 de mayo de 2008

Campeche, la segunda zona con más corrosión del mundo

Fuente: Diario de Yucatán

Campeche, la segunda zona con más corrosión del mundo

San Francisco de Campeche, 20 de mayo.- El Golfo de México, en la parte que corresponde al estado de Campeche (Sonda, litoral y costas), es la segunda zona con corrosión más agresiva de todo el planeta, revela un estudio del Instituto de Ingeniería de la Universidad Veracruzana (UV).

Según los primeros resultados del proyecto, encabezado por Enrique Augusto Martínez Martínez, doctor especialista en Metalurgia por la Universidad de Sheffield (Reino Unido), los niveles de corrosión están apenas por debajo del mar de Noruega. Entre los estados que comparten el Golfo, Campeche es la zona más corrosiva del país, seguida de Veracruz.

”El daño impacta a todos los sectores industriales e infraestructura de la zona”, apunta a su vez José Luis Ramírez Reyes, doctor en Ingeniería de la Corrosión por la Universidad de Manchester e integrante del equipo investigador.

Según el estudio, cuyos primeros avances fueron publicados en la página en internet de la UV, el problema se debe a la atmósfera marina en la zona, y destacan la humedad (un factor entre el 75 y 80%), los cloruros que emanan del mar, los sulfatos suspendidos en el aire y el azufre de los procesos de combustión.

La corrosión es la degradación de los materiales metálicos por causa del ambiente; es considerada el enemigo número uno de la infraestructura nacional y su presencia provoca en algunos países industrializados pérdidas que ascienden a entre el 3 y el 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Petróleos Mexicanos es uno de los principales interesados en los resultados del estudio y el mapa de la corrosión en el país.

En esta primera fase del estudio, los investigadores se concentran en evaluar el material más proclive a la corrosión y el más utilizado en la industria: el acero al carbono, base de muchas estructuras y ductos.

Otros materiales estudiados son el cobre, el aluminio, el zinc, el acero inoxidable y, en menor proporción, los aceros galvanizados y otras aleaciones, que también sufren corrosión pero en menor escala.

Otro de los análisis que actualmente desarrolla la recién creada Unidad Anticorrosión de la UV es el estudio de la corrosión inducida por microorganismos. Este tipo de corrosión debida a derivados metabólicos de los microorganismos es muy agresiva para el material.

Especialmente uno de los metabolitos finales que produce la bacteria sulfato-reductora: el ácido sulfhídrico.
Por sí solo, como gas, no es dañino para el metal, ”pero al mezclarse en medio acuoso, con la elevada humedad del ambiente, lo torna altamente ácido y corrosivo para el material”, explica Ricardo Galván Martínez, doctor en Ingeniería con especialidad en Corrosión, quien en el equipo se dedica al estudio de los microorganismos aerobios y anaerobios que ocasionan corrosión.

El equipo de investigadores trabajará principalmente en ductos de PEMEX para determinar si hay presencia o no de corrosión por microorganismos y en caso de detectarla tratarla por medio de biocidas ecológicos que se aplican directamente en los ductos para evitar posibles derrames por corrosión.

Existen cuatro formas de prevenir y/o controlar la corrosión: la selección de materiales (el adecuado en función del medio), la aplicación de recubrimientos anticorrosivos; los inhibidores y biocidas y la protección catódica. En todas ellas trabaja la Unidad Anticorrosión del Instituto de Ingeniería de la UV.

Además de las afectaciones por la corrosión en infraestructuras de Pemex y CFE en la costa campechana, este fenómeno ha causado daños considerables a sectores como el pesquero (sobre todo a camaroneros y pesca de mediana altura).

Incluso, Laureano Ceballos Fuentes, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera, manifestó el mes anterior que el gran reto del sector será modernizar la flota camaronera (109 embarcaciones), que ya resulta obsoleta.

De los daños por la corrosión bien pueden hablar también las personas que viven cerca del mar en la ciudad capital y Lerma. En la Península de Atasta el salitre y acidez de la atmósfera marina han perjudicado incluso al sector agropecuario.

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