Fuente: Excelsior
Alan Miranda
Ser uno de los únicos dos países de Sudamérica que no tienen una salida al mar no le impide a Bolivia entrenar diariamente a unos cinco mil hombres y mujeres para mantener activa a su fuerza naval, que no ha podido surcar las aguas oceánicas desde hace más de un siglo.
El pasado 23 de marzo, el pueblo de ese país y los miembros de la institución celebraron el Día del Mar, en conmemoración de Eduardo Abaroa, quien defendió la ciudad de Calama cerca de la costa, cuando ésta todavía pertenecía al país que actualmente es gobernado por Evo Morales.
Ese país sudamericano perdió el departamento de Litoral, su única salida al océano en 1879, a manos de Chile durante la Guerra del Pacífico. Sin embargo, eso no evita que su fuerza naval realice ejercicios de entrenamiento para un eventual regreso a las aguas marinas.
“Nuestras aspiraciones para salir al mar jamás se han soslayado. Siempre tenemos la esperanza de que en algún momento vamos a regresar a las costas del Pacífico”, dijo a Excélsior el vicealmirante Armando Pacheco, comandante general de la Armada Boliviana.
La Paz saca a relucir el tema año con año en las reuniones de la Organización de Estados Americanos (OEA). El conflicto también ha causado que las relaciones diplomáticas con Chile hayan sido casi inexistentes desde que inició la Guerra del Pacífico, con una pequeña excepción entre 1975 y 1979, durante las dictaduras de Augusto Pinochet, en Chile, y Hugo Banzer en la nación mediterránea. En la actualidad, hay consulados en ambos países, pero no embajadas.
Los distintos ocupantes de la residencia presidencial de La Paz han asegurado que gran parte del atraso económico de esa nación se debe a su falta de litorales, que no permiten establecer relaciones comerciales con otros países. Por ejemplo, un estudio realizado por la Unidad de Estudios de Políticas Sociales y Económicas del gobierno boliviano indica que su producto interno bruto habría sido 10 por ciento mayor en 1998 si se tuviera acceso a puertos propios.
La falta de éstos también dificulta el abastecimiento alimenticio, aseguró el profesor Alexis Pérez, historiador y docente de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz. Esto sucede, porque al no poder controlar las condiciones en las que se almacena la comida en los puertos chilenos, frecuentemente hay problemas para mantener los productos en buen estado, aseguró.
Hoy por hoy, el estancamiento económico de esta nación andina podría quedar atrás, pues los salares de Uyuni, ubicados en el departamento de Potosí, están en la mira de varias empresas transnacionales, ya que son los mayores depósitos de litio en el mundo, material indispensable para la fabricación de baterías para los automóviles eléctricos del futuro.
Curiosamente, una de las razones que motivaron la Guerra del Pacífico, fue el descubrimiento de importantes yacimientos de guano, mineral de gran utilidad para la fabricación de municiones en aquella época, así como la consecuente entrada de compañías extranjeras para explotar el recurso.
Uno de los factores que contribuyeron a la pérdida de ese territorio, de acuerdo con el profesor Pérez, fue el hecho de que no estaban presentes el gobierno ni el sector privado para proteger sus intereses.
“El gran problema de Bolivia es que no tenía presencia en términos de capital, pero tampoco en términos de trabajo. No sólo eso, sino que el Estado era muy débil”, explicó el académico vía
telefónica.
“La costa estaba ocupada por mano de obra, empresarios, especuladores, no solamente chilenos, sino de otras nacionalidades”, agregó.
La creación de la escuadra marítima boliviana ocurrió originalmente el 6 de noviembre de 1826, alrededor de un año después del nacimiento de Bolivia como Estado independiente. Sin embargo, durante el conflicto armado, las pocas embarcaciones pertenecientes a la escuadra de ese país fueron destruidas.
“Al igual que los barcos peruanos, fueron prácticamente acabados por la superioridad numérica, además de la calidad de los buques que tenía en aquel entonces la escuadra chilena, de modo que perdimos embarcaciones como el Morro, el María Luisa, entre otras, que no estaban muy abrigadas”, explicó Pacheco.
El problema estratégico de la guerra fue que el ejército boliviano, pequeño y lejos de ser profesional, no fue directamente a defender el litoral de su país, sino que se acercó a Perú y desde ahí intentó recuperarlo, pero ya era demasiado tarde, explicó el profesor Pérez.
Ningún ciudadano de esta nación andina volvió a ser parte de una armada hasta 1963, cuando por mandato del presidente Víctor Paz Estensoro, fue refundada la institución, aunque con el nombre de Fuerza Fluvial y Lacustre. Este año, se celebrará el aniversario número 183 de su fundación, a pesar de la larga interrupción de su
existencia.
Bolivia es dueña de aproximadamente la mitad del lago Titicaca y unos seis mil kilómetros de ríos navegables en los departamentos del este, la mayoría de los cuales son afluentes del Amazonas, aunque también hay vías fluviales tributarias al Río de la Plata, que desemboca entre Argentina y Uruguay.
Es en estos espacios en donde están concentradas las operaciones de esta división de las fuerzas armadas.
“Hacemos atenciones de salud, coadyuvamos a las tareas cuando se registran desastres naturales, en fin, en todo aquello que resulte ser beneficioso para el Estado boliviano”, explica el almirante.
El lago Titicaca es el hogar de las embarcaciones más importantes de la institución. Se trata de 14 lanchas pequeñas, de 12 metros cada una, un barco hospital que brinda apoyo a las poblaciones que rodean al lago y un buque multipropósito de 40 metros de eslora, manufacturado en su totalidad por Bolivia. De acuerdo con Pacheco, puede ser utilizado para complementar las tareas del hospital, para realizar paseos turísticos, entre otros.
Uno de los rubros en los que se ha desarrollado de manera notable esta fuerza naval es en la formación de buzos de altura, es decir, aquellos que se sumergen en cuerpos de agua que se encuentran a una elevación considerable con respecto al nivel del mar.
Esto no es de extrañar, puesto que Bolivia comparte con Perú las aguas del lago Titicaca, el más alto del mundo. Es justamente en él donde está ubicado el Centro de Buceo de Altura de la Armada Boliviana, específicamente en el estrecho de Tiquina, a tres mil 800 metros sobre el nivel del mar.
Además de apoyar a la población durante los desastres naturales, la Armada realiza tareas de lucha contra el narcotráfico. Para ello, cuentan con la división de los Diablos azules, quienes se trasladan a bordo de aproximadamente 40 lanchas de alta velocidad, conocidas como “pirañas”. Muchas de éstas también son construidas en Bolivia, aunque los motores se importan.
Dada la naturaleza de los espacios en los que opera este cuerpo, se ha dado una especialización en las acciones que se realizan en ambientes pluviales. Por ello, las armadas de Argentina, Perú, Venezuela, Brasil e incluso Chile, mandan a oficiales a formarse en la Escuela de Operaciones Fluviales.
Pero Bolivia no sólo brinda entrenamiento a las fuerzas navales de sus vecinos, sino que también cuenta con acuerdos para que sus propios oficiales realicen ejercicios en otros países.
En la actualidad, tienen acuerdos de cooperación para que sus miembros se embarquen en buques escuela de Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela.
“Recientemente, con las buenas relaciones que se tienen con la marina venezolana, se han embarcado más de 340 miembros de nuestra institución y este año pensamos hacer lo mismo”, explicó Pacheco.
Pero el paso más importante para esta institución está en proceso, pues actualmente se gestiona la adquisición de un buque escuela para su uso exclusivo, el cual será comprado de España. Se espera que dentro de un año, la embarcación ya esté lista para zarpar.
“Vamos a estar surcando los mares del mundo, llegando a todos los puertos de los países amigos.”
Una vez concluido el proceso, el navío, cuyo nombre todavía no ha sido decidido, podrá navegar por aguas internacionales y atracar en los puertos extranjeros, con el permiso de las autoridades.
Esta embarcación se agregará a los 44 barcos mercantes con la bandera roja, amarilla y verde, que transportan todo tipo de productos alrededor del mundo.
“Bolivia tiene todo el derecho a navegar por aguas internacionales, de acuerdo con la Organización Marítima Internacional, con los convenios internacionales del mar. Tenemos todo el derecho a la pesca, a la explotación”, explicó Pacheco.
Otro de los proyectos en los que se está trabajando actualmente es la construcción de un “tren marítimo” que iniciará su recorrido en el cerro del Mutún, cerca de la frontera con Brasil y concluirá en la desembocadura del Río Paraná en Argentina. El proyecto incluye la construcción de un remolcador y 14 barcazas de 60 metros de longitud cada una.
El proyecto facilitará el transporte del hierro sacado del Mutún, cuyas reservas de ese mineral están calculadas en más de 40 mil millones de toneladas, para su posterior transporte y transformación por la empresa india Jindal, que tiene una concesión para explotar ese recurso por 40 años.
Uno de los motivos más importantes por los cuales se insiste en tener acceso a las costas del Pacífico es porque éstas permiten establecer comercio marítimo. Sin embargo, de acuerdo con un tratado firmado en 1904 entre ambas naciones, Chile brindaría la oportunidad a Bolivia de que sus productos transitaran libremente por su territorio para llegar a los puertos de Arica y Antofagasta, donde serían embarcados.
No obstante, en un documento conocido como El libro azul, con fecha de 2004, el gobierno de la nación mediterránea se queja de la imposición de altas tarifas a sus transportistas por parte de las autoridades chilenas. Asimismo, afirma que la privatización de los puertos afecta en gran medida la capacidad de circulación de sus productos.
La presentación de una petición de revisión de los límites marítimos por parte de Chile reavivó el debate sobre la disputa territorial. Bolivia se quejó de no haber sido invitada y el presidente peruano, Alan García, la criticó por no haber vuelto a tocar el tema.
La idea de devolverle a este país una parte del territorio perdido para construir puertos no es particularmente popular entre los chilenos. Durante la visita a Cuba de la presidenta Michelle Bachelet, el ex líder cubano Fidel Castro apoyó la idea de que Bolivia recupere el territorio litoral que la “oligarquía chilena le arrebató”.
La desaprobación de esas palabras en Santiago fue casi unánime entre los partidos políticos, excepto por el Comunista. No obstante, algunos personajes chilenos célebres han mostrado su beneplácito con la idea. Edmundo Pérez Yoma, ex ministro de Defensa; Gabriel González Videla, ex presidente, y Jorge Soria, ex alcalde de la ciudad de Iquique han sido algunos de los que abogan desde Chile por alcanzar un acuerdo.