Fuente: La Voz de Galicia
Apostolos Mangouras cumplirá en febrero 73 años y de su mala salud de hierro depende que haya un juicio en Galicia por la catástrofe del Prestige , ese petrolero que en su única declaración en el juzgado de Corcubión definió como un «barco muerto», al estar escorado, condenado a hundirse y sin máquina. De momento, la Abogacía del Estado considera que debe seguir imputado en la causa, al hacer suyas las hipótesis del peritaje encargado al ingeniero naval Martín Criado. En este informe se responsabiliza al capitán de hacerse a la mar «en la situación de carga, época del año y ruta de navegación, siendo conocedor del deficiente estado estructural y operativo del buque». Le recrimina, entre otras cosas, que no solicitara refugio en la ría de Ares ante el fuerte temporal que ya anunciaban los partes meteorológicos. Este peritaje considera, además, que el capitán «tuvo gran implicación en el posterior hundimiento» por su decisión de lastrar los tanques de babor, lo que aumentó las tensiones en la fatigada estructura del petrolero.
Bien es verdad que la actitud del marino ha sido defendida en el otro informe pericial elaborado por un capitán de la Marina Mercante. Mangouras, desde su detención el 15 de noviembre del 2002, ha sido defendido a capa y espada por sus compañeros, e incluso una delegación de eurodiputados -algunos incluso confesaron haber llorado por su situación- acudieron a visitarle a Barcelona cuando todavía no podía salir de España tras pagar una fianza de 3 millones de euros. El sentir general era que el marino servía de cabeza de turco , a pesar de ser griego hasta la médula.
Bien es verdad que la actitud del marino ha sido defendida en el otro informe pericial elaborado por un capitán de la Marina Mercante. Mangouras, desde su detención el 15 de noviembre del 2002, ha sido defendido a capa y espada por sus compañeros, e incluso una delegación de eurodiputados -algunos incluso confesaron haber llorado por su situación- acudieron a visitarle a Barcelona cuando todavía no podía salir de España tras pagar una fianza de 3 millones de euros. El sentir general era que el marino servía de cabeza de turco , a pesar de ser griego hasta la médula.
La visión de los servicios jurídicos del Estado es muy distinta a la de aquellos eurodiputados y la atribuyen «a aquel estado de opinión que quiso ver en las autoridades del Estado español los principales causantes de la catástrofe». Consideran que el capitán y sus subordinados actuaron de forma «obstructiva» con la Administración española, como lo demuestra un vídeo en el que el capitán no responde a las llamadas de los servicios de salvamento. Le acusan de un mantenimiento deficiente de los elementos de seguridad clave del petrolero y de retrasar la maniobra de remolque cuando aún era posible acometerla a la luz del día, «dejando el buque a la deriva durante un gran número de horas». Cuando se necesitaron manos para hacer efectivo el enganche, el capitán desapareció de la proa del Prestige y renunció a colaborar. «Tal vez estuviera calculando la hora exacta en la que el buque se empotraría contra las rocas», ironizan los abogados en su informe.
Esta actitud obstruccionista de los tres miembros de la tripulación también se manifestó cuando el inspector Serafín Regueiro les ordenó poner en marcha las máquinas. «La desobediencia, la obstrucción y el sabotaje son palmarios», concluyen. De momento, Mangouras es el único de los tres imputados de la tripulación que está siendo controlado periódicamente por la Justicia de su país.
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