Fuente: Hosteltur
Las estrategias de sostenibilidad medioambiental en el sector del transporte, orientadas a reducir sus emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, han pasado a ser las acciones fundamentales para reducir los costes operativos de las empresas y asegurar su sostenibilidad económica.
El año pasado, la escalada del precio del combustible, con un barril de petróleo cruzando la barrera de los 100 dólares y récords de 145, se convirtió en el mayor desafío que ha enfrentado la industria aérea en los últimos 50 años. Unas 30 compañías y 100.000 empleos desaparecieron del mercado, indicios inequívocos de la gravedad de la situación en un sector considerado por la Unión Europea como el más estratégico en términos de integración global, accesibilidad a nuevos mercados y movilidad geográfica, indispensable para el turismo.
En la actualidad, el coste del combustible ya representa para la mayoría de las aerolíneas el 30% de su estructura de costes. Un tercio de los gastos totales del negocio aéreo en carburante supone el doble de los gastos de personal y el triple de los costes de flota. Según la IATA, el año pasado la factura energética sobrepasó los 100.000 millones de euros, “el mejor incentivo que tienen las compañías para reducir sus emisiones de CO2”.
Contra los números rojos
Tres aspectos se han convertido en las principales líneas estratégicas de futuro: eficiencia energética, mejor gestión del tráfico aéreo y la búsqueda de combustibles alternativos, con una incidencia determinante en la reducción de las emisiones de CO2, pese a que la industria aérea es una de las menos contaminantes.
Los aviones de pasajeros que se fabrican hoy en día son un 70% más eficientes en consumo de combustible que sus equivalentes de hace 40 años, y se prevé que aún su tecnología mejorará un 25% hasta 2020. Los fabricantes aeronáuticos Airbus y Boeing realizan grandes inversiones en I+D+i para lograr prototipos de aviones más livianos y silenciosos, con menor consumo de combustible por pasajero y menos niveles de emisiones de CO2. Los nuevos modelos el Airbus A380 y el Boeing B787 tendrán el menor consumo logrado hasta el momento para aviones comerciales: menos de tres litros por pasajero cada 100 km.
Rutas y operaciones más eficientes
El diseño de operaciones más eficientes en las zonas aeroportuarias -rodaje, aproximación, aterrizaje y despegue-, permiten un ahorro energético y por tanto, reducir la contaminación del aire y el ruido. Entre estas maniobras, destaca el aterrizaje (CDA – Continuous Descent Approach) que viene ensayando la industria y permite reducir en un 40% la emisión de gases con efecto invernadero.
En esta línea, varias compañías llevan adelante sus propias iniciativas. El año pasado, antes de la crisis, Iberia había incrementado la eficiencia en el consumo de combustible en un 8% y reducido las emisiones de CO2 en un 4%, a pesar de haber aumentado su capacidad en un 3,4%, optimizando la altitud y la velocidad en las diferentes etapas del vuelo y reduciendo el peso medio de los aviones.
Las navieras buscan una estrategia a la medida
El transporte marítimo genera 100 veces menos CO2 que el aéreo y, sin embargo, “existe una elevada concienciación en el sector por conseguir reducir las emisiones aún más”, según ha explicado a HOSTELTUR el presidente de la Asociación de Navieros Españoles (ANAVE), Adolfo Utor.
Así, a nivel internacional las navieras están buscando una estrategia que se adecue a los aspectos diferenciales del sector. Afirma que falta “conciliar dos principios básicos de política”, ya que, por un lado, la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto reconocen el principio de “responsabilidades compartidas pero diferenciadas”, en el sentido de que los países industrializados deben esforzarse más por reducir las emisiones.
Pero, por otro lado, la Organización Marítima Internacional establece un trato igual para todos los buques, “que es imprescindible respetar, ya que, en caso contrario, los armadores registrarían preferentemente sus buques en los Estados más permisivos y no se conseguiría una aplicación universal”.
La propuesta danesa de establecer una tasa universal sobre el combustible es, según Utor, “la mejor solución y mucho más adecuada al caso del transporte marítimo que el comercio de emisiones -que se aplica en Europa al transporte aéreo-. Éste último es más adecuado a un mercado con un número reducido de grandes empresas -por ejemplo, el de la generación de energía eléctrica-, y el caso del transporte marítimo es exactamente el contrario”.
Flotas de vehículos más eficientes
Las empresas de alquiler de coches también han incorporado criterios de respeto medioambiental a sus flotas. Así, compañías como Avis o National Atesa cuentan con la certificación de la norma ISO:14001 en gestión ambiental, una garantía de compromiso de las empresas con el desarrollo sostenible.
El año pasado, Avis España invirtió 650.000 euros en medidas medioambientales, esta cifra corresponde únicamente a mejoras de instalaciones, ya que el monto es mayor si se tiene en cuenta la adquisición de más de 400 modelos de vehículos que producen menos emisión de CO2. Por su parte, National Atesa también cuenta con una política específica y aseguran que le resulta difícil cuantificar los gastos derivados de estas acciones, “porque no son sólo económicos sino también organizativos y de personal”.
Además de renovar la flota y adquirir vehículos de bajas emisiones, ambas empresas han tomado otras medidas relacionadas con el cuidado del medio ambiente.
Las estrategias de sostenibilidad medioambiental en el sector del transporte, orientadas a reducir sus emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, han pasado a ser las acciones fundamentales para reducir los costes operativos de las empresas y asegurar su sostenibilidad económica.
El año pasado, la escalada del precio del combustible, con un barril de petróleo cruzando la barrera de los 100 dólares y récords de 145, se convirtió en el mayor desafío que ha enfrentado la industria aérea en los últimos 50 años. Unas 30 compañías y 100.000 empleos desaparecieron del mercado, indicios inequívocos de la gravedad de la situación en un sector considerado por la Unión Europea como el más estratégico en términos de integración global, accesibilidad a nuevos mercados y movilidad geográfica, indispensable para el turismo.
En la actualidad, el coste del combustible ya representa para la mayoría de las aerolíneas el 30% de su estructura de costes. Un tercio de los gastos totales del negocio aéreo en carburante supone el doble de los gastos de personal y el triple de los costes de flota. Según la IATA, el año pasado la factura energética sobrepasó los 100.000 millones de euros, “el mejor incentivo que tienen las compañías para reducir sus emisiones de CO2”.
Contra los números rojos
Tres aspectos se han convertido en las principales líneas estratégicas de futuro: eficiencia energética, mejor gestión del tráfico aéreo y la búsqueda de combustibles alternativos, con una incidencia determinante en la reducción de las emisiones de CO2, pese a que la industria aérea es una de las menos contaminantes.
Los aviones de pasajeros que se fabrican hoy en día son un 70% más eficientes en consumo de combustible que sus equivalentes de hace 40 años, y se prevé que aún su tecnología mejorará un 25% hasta 2020. Los fabricantes aeronáuticos Airbus y Boeing realizan grandes inversiones en I+D+i para lograr prototipos de aviones más livianos y silenciosos, con menor consumo de combustible por pasajero y menos niveles de emisiones de CO2. Los nuevos modelos el Airbus A380 y el Boeing B787 tendrán el menor consumo logrado hasta el momento para aviones comerciales: menos de tres litros por pasajero cada 100 km.
Rutas y operaciones más eficientes
El diseño de operaciones más eficientes en las zonas aeroportuarias -rodaje, aproximación, aterrizaje y despegue-, permiten un ahorro energético y por tanto, reducir la contaminación del aire y el ruido. Entre estas maniobras, destaca el aterrizaje (CDA – Continuous Descent Approach) que viene ensayando la industria y permite reducir en un 40% la emisión de gases con efecto invernadero.
En esta línea, varias compañías llevan adelante sus propias iniciativas. El año pasado, antes de la crisis, Iberia había incrementado la eficiencia en el consumo de combustible en un 8% y reducido las emisiones de CO2 en un 4%, a pesar de haber aumentado su capacidad en un 3,4%, optimizando la altitud y la velocidad en las diferentes etapas del vuelo y reduciendo el peso medio de los aviones.
Las navieras buscan una estrategia a la medida
El transporte marítimo genera 100 veces menos CO2 que el aéreo y, sin embargo, “existe una elevada concienciación en el sector por conseguir reducir las emisiones aún más”, según ha explicado a HOSTELTUR el presidente de la Asociación de Navieros Españoles (ANAVE), Adolfo Utor.
Así, a nivel internacional las navieras están buscando una estrategia que se adecue a los aspectos diferenciales del sector. Afirma que falta “conciliar dos principios básicos de política”, ya que, por un lado, la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto reconocen el principio de “responsabilidades compartidas pero diferenciadas”, en el sentido de que los países industrializados deben esforzarse más por reducir las emisiones.
Pero, por otro lado, la Organización Marítima Internacional establece un trato igual para todos los buques, “que es imprescindible respetar, ya que, en caso contrario, los armadores registrarían preferentemente sus buques en los Estados más permisivos y no se conseguiría una aplicación universal”.
La propuesta danesa de establecer una tasa universal sobre el combustible es, según Utor, “la mejor solución y mucho más adecuada al caso del transporte marítimo que el comercio de emisiones -que se aplica en Europa al transporte aéreo-. Éste último es más adecuado a un mercado con un número reducido de grandes empresas -por ejemplo, el de la generación de energía eléctrica-, y el caso del transporte marítimo es exactamente el contrario”.
Flotas de vehículos más eficientes
Las empresas de alquiler de coches también han incorporado criterios de respeto medioambiental a sus flotas. Así, compañías como Avis o National Atesa cuentan con la certificación de la norma ISO:14001 en gestión ambiental, una garantía de compromiso de las empresas con el desarrollo sostenible.
El año pasado, Avis España invirtió 650.000 euros en medidas medioambientales, esta cifra corresponde únicamente a mejoras de instalaciones, ya que el monto es mayor si se tiene en cuenta la adquisición de más de 400 modelos de vehículos que producen menos emisión de CO2. Por su parte, National Atesa también cuenta con una política específica y aseguran que le resulta difícil cuantificar los gastos derivados de estas acciones, “porque no son sólo económicos sino también organizativos y de personal”.
Además de renovar la flota y adquirir vehículos de bajas emisiones, ambas empresas han tomado otras medidas relacionadas con el cuidado del medio ambiente.
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