La Agencia de Seguridad Marítima cree que la capacidad de respuesta ante un buque con carga tóxica es limitada
Fuente:
Pablo González
El esfuerzo preventivo de los últimos años en seguridad marítima se ha centrado en accidentes con derrame de hidrocarburos, especialmente a raíz de los accidentes del Erika y el Prestige . Sin embargo, una amenaza latente a la que se presta escasa atención son todos aquellos buques que transportan mercancías peligrosas o tóxicas que no tienen nada que ver con los derivados del petróleo. Barcos como el Casón , que en diciembre de 1987 se incendió frente a la costa gallega con una carga tóxica e inflamable y causó el pánico en la Costa da Morte.
La Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM), consciente de estas carencias en los Estados costeros de la Unión Europea, ha elaborado un informe para evaluar las políticas y la capacidad de respuesta operacional de los países miembros ante un accidente de un barco con este tipo de mercancías. La conclusión del estudio es que España, a pesar de haber sufrido hace veinte años la traumática experiencia del Casón , tiene una capacidad «limitada» para enfrentarse a un accidente en el que esté implicado un quimiquero, gasero o buques similares.
Mitad de la tabla
Los técnicos de la agencia europea con sede en Lisboa explican que los datos en los que se basan las conclusiones proceden de las respuestas enviadas por los propios Estados miembros. Con esta información, España ocuparía un discretísimo lugar en la mitad de la tabla del ránking de preparación que se reproduce en esta página y que ha sido elaborado sobre ocho criterios técnicos de los que España solo cumple tres. Así, la AESM considera que España ha ratificado los principales protocolos internacionales para enfrentarse a este tipo de accidentes (el internacional del 2000 y el de la Convención de Barcelona), cuenta con experiencia previa en la gestión de los mismos y posee dos buques capaces de afrontar estas contingencias.
La agencia, en este último punto, se refiere a los dos buques polivalentes - el Don Inda , con base en Galicia, y el Clara Campoamor - que fueron encargados por el Gobierno a raíz de la catástrofe del Prestige, y que cuentan con la tecnología necesaria para enfrentarse a otras mercancías peligrosas además de los hidrocarburos.
No obstante, la AESM cuestiona la capacidad de respuesta española después de constatar que no cumple ninguno de los cinco criterios restantes. De hecho, concluyen que el margen de maniobra ante estos accidentes «es bastante limitado y depende de los mismos recursos que los utilizados en un vertido de hidrocarburos».
En concreto, España, y por tanto Galicia, no han realizado todavía «de forma específica» un estudio de evaluación de riesgos respecto a los buques con carga tóxica o peligrosa que pasan frente a sus costas.
El informe también detalla que el Plan Nacional de Contingencias no incluye la posibilidad de una catástrofe de estas características y que España «carece de un equipo especializado de control y monitorización de vertidos» con sustancias tóxicas, inflamables o explosivas. Los autores del estudio destacan de igual manera la inexistencia de un equipo de expertos para afrontar estos siniestros, así como un asesoramiento científico permanente y especializado.
Este último punto sería matizable, pues España contó hasta hace unos meses con el Centro para la Prevención de la Contaminación del Litoral (Cepreco), integrado ahora en el macroministerio de Elena Espinosa y especializado en vertidos de hidrocarburos, pero con expertos que pueden prestar asesoramiento en otro tipo de accidentes y cargas. En cualquier caso, la AESM admite que la Dirección General de la Marina Mercante ha firmado un acuerdo con la industria química española para cooperar en este tipo de accidentes marítimos, especialmente en lo que respecta a poder contar con información adecuada sobre las particularidades de la carga desde el primer momento del siniestro.
En cualquier caso, llama la atención que países como Rumanía o Polonia estén más preparados que España para enfrentarse a estos accid
Fuente:
Pablo González
El esfuerzo preventivo de los últimos años en seguridad marítima se ha centrado en accidentes con derrame de hidrocarburos, especialmente a raíz de los accidentes del Erika y el Prestige . Sin embargo, una amenaza latente a la que se presta escasa atención son todos aquellos buques que transportan mercancías peligrosas o tóxicas que no tienen nada que ver con los derivados del petróleo. Barcos como el Casón , que en diciembre de 1987 se incendió frente a la costa gallega con una carga tóxica e inflamable y causó el pánico en la Costa da Morte.
La Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM), consciente de estas carencias en los Estados costeros de la Unión Europea, ha elaborado un informe para evaluar las políticas y la capacidad de respuesta operacional de los países miembros ante un accidente de un barco con este tipo de mercancías. La conclusión del estudio es que España, a pesar de haber sufrido hace veinte años la traumática experiencia del Casón , tiene una capacidad «limitada» para enfrentarse a un accidente en el que esté implicado un quimiquero, gasero o buques similares.
Mitad de la tabla
Los técnicos de la agencia europea con sede en Lisboa explican que los datos en los que se basan las conclusiones proceden de las respuestas enviadas por los propios Estados miembros. Con esta información, España ocuparía un discretísimo lugar en la mitad de la tabla del ránking de preparación que se reproduce en esta página y que ha sido elaborado sobre ocho criterios técnicos de los que España solo cumple tres. Así, la AESM considera que España ha ratificado los principales protocolos internacionales para enfrentarse a este tipo de accidentes (el internacional del 2000 y el de la Convención de Barcelona), cuenta con experiencia previa en la gestión de los mismos y posee dos buques capaces de afrontar estas contingencias.
La agencia, en este último punto, se refiere a los dos buques polivalentes - el Don Inda , con base en Galicia, y el Clara Campoamor - que fueron encargados por el Gobierno a raíz de la catástrofe del Prestige, y que cuentan con la tecnología necesaria para enfrentarse a otras mercancías peligrosas además de los hidrocarburos.
No obstante, la AESM cuestiona la capacidad de respuesta española después de constatar que no cumple ninguno de los cinco criterios restantes. De hecho, concluyen que el margen de maniobra ante estos accidentes «es bastante limitado y depende de los mismos recursos que los utilizados en un vertido de hidrocarburos».
En concreto, España, y por tanto Galicia, no han realizado todavía «de forma específica» un estudio de evaluación de riesgos respecto a los buques con carga tóxica o peligrosa que pasan frente a sus costas.
El informe también detalla que el Plan Nacional de Contingencias no incluye la posibilidad de una catástrofe de estas características y que España «carece de un equipo especializado de control y monitorización de vertidos» con sustancias tóxicas, inflamables o explosivas. Los autores del estudio destacan de igual manera la inexistencia de un equipo de expertos para afrontar estos siniestros, así como un asesoramiento científico permanente y especializado.
Este último punto sería matizable, pues España contó hasta hace unos meses con el Centro para la Prevención de la Contaminación del Litoral (Cepreco), integrado ahora en el macroministerio de Elena Espinosa y especializado en vertidos de hidrocarburos, pero con expertos que pueden prestar asesoramiento en otro tipo de accidentes y cargas. En cualquier caso, la AESM admite que la Dirección General de la Marina Mercante ha firmado un acuerdo con la industria química española para cooperar en este tipo de accidentes marítimos, especialmente en lo que respecta a poder contar con información adecuada sobre las particularidades de la carga desde el primer momento del siniestro.
En cualquier caso, llama la atención que países como Rumanía o Polonia estén más preparados que España para enfrentarse a estos accid
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