Curso. En la Escuela Marítima de la UTU la formación se combina con cumplir un sueño
Fuente: El País
VIVIANA RUGGIERO
Los alumnos de la Escuela Técnica Superior Marítima del Uruguay están cumpliendo un gran desafío: construir un barco de 12 metros de eslora y una manga (ancho) de 3,70 metros. Se llamará Explorer 39 y estará capacitado para cruzar el océano.
Julio González es analista de sistemas, y siempre soñó con tener un barco para recorrer el mundo. Cuando se interiorizó en el tema y comenzó a buscar precios se dio cuenta que comparar un barco de las dimensiones que él deseaba no estaba a su alcance.
Por ello le presentó su proyecto a Dardo Anselmi, profesor del curso de Carpintería de Ribera de la Escuela Técnica Superior Marítima del Uruguay, quien junto a sus alumnos asumió el desafío de construir la embarcación.
El proyecto comenzó en marzo de 2008 y está previsto que quede terminado a mitad de 2010. Está siendo construido en el astillero de la escuela a pocos metros de los accesos a Montevideo
La obra para los estudiantes es fundamental porque pueden materializar todos los conceptos aprendidos en las aulas, además nunca se había construido en la institución un barco de tan grandes dimensiones.
En el astillero, además, se hacen otros trabajos, porque cada alumno tiene sus proyectos personales. La escuela brinda el lugar físico y las herramientas para trabajar. Pero de todos los proyectos cobra un porcentaje que es invertido en el propio taller.
El curso de Carpintería de Ribera dura tres años y el título que se obtiene, reconocido internacionalmente, es de Oficial Medio en Carpintería de Ribera. Los alumnos aprenden a construir un barco desde los planos en el papel hasta tener una embarcación pronta para cruzar, incluso, el océano.
PROYECTOS. La Corporación Nacional para el Desarrollo organizó un concurso para que los estudiantes de UTU desarrollen un proyecto productivo aplicando todo lo que han aprendido en sus cursos.
Las representantes de la escuela serán las tres alumnas del curso de Carpintería de Rivera. Su proyecto es un modelo de embarcación que se puede usar a vela o motor. "Ya tenemos la estructura, nos falta forrarlo , pasarle la fibra para impermeabilizarlo y después hacerle la parte de cabina", comentó a El País Serenela Bogliacino.
La Corporación elegirá un proyecto por cada departamento y entre ellos seleccionará al ganador. El premio es de US$ 5.000 y además, si se considera que algún proyecto tiene una viabilidad buena, se otorgará una mención con la cual se podrá obtener un crédito en el Banco República por el mismo valor del primer premio.
El barco que presentarán las alumnas estará forrado con un compensado y la estructura será de cedro. Un barco de estas características tiene un valor, según Serenela, de US$ 6.500 más impuestos. "El prototipo se va a construir con materiales de la escuela y va a ser de su propiedad", aseguró la estudiante.
COMPLICACIONES. Con mate en mano, cigarro de por medio y una ronda improvisada en las afueras del astillero, los jóvenes plantearon a El País cuales son los factores que hacen que su salida al mercado laboral sea difícil.
Asimismo, hablaron con orgullo de la escuela y en cada palabra demostraron que están dispuestos a transmitirle al mundo que en el país también se hacen excelentes embarcaciones y con mano de obra uruguaya. Sin embargo, son críticos con el mercado naval, con el "desconocimiento de la sociedad" sobre la náutica y con las políticas de Estado en relación al sector.
"A nosotros no nos conoce nadie. Cuando le decís a la gente que hacés embarcaciones te piden que le hagas uno para decorar la biblioteca porque se hacen la idea que es un barco en miniatura, una artesanía", comentó Bogliacino.
Nicolás es estudiante de tercero y asegura que uno de los problemas del país "es que la gente vive de espaldas al mar".
Según el joven no hay cultura náutica en Uruguay, porque nunca se promovió. "Estaría bueno, por ejemplo, organizar competencias, todos los que tengan un velero se van a anotar, y así se van generando actividades y que la gente se interesa en el tema", expresó.
Los estudiantes aseguran que mano de obra hay, pero que aún se necesita más. Son conscientes que para hacer la diferencia dentro del mercado deben generar sus propios diseños, buscar las oportunidades y ser competitivos.
"Los astilleros uruguayos son muy chicos. Hoy en día ninguno construye en madera, se pasaron a la fibra e incluso son muy pocos los que están construyendo, más que nada se dedican a hacer reparaciones", comentó Serenela.
De ellos depende que la oferta se amplíe -coinciden-, que se presenten productos de buena calidad y que los precios no sean desmedidos.
"La náutica no es tan cara como se cree. Para poder iniciarte tampoco precisás tanto dinero. El problema hoy en día es que al haber pocos astilleros y poca competencia cobran lo que quieren", criticó Emiliano.
Empresa invertirá en la escuela
En los fondos de la escuela hay un terreno que es propiedad de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Actualmente es utilizado por el club Progreso, que hizo canchas para el entrenamiento de las divisiones inferiores. Pero en los últimos días se presentó una empresa que está interesada en instalar un astillero. El director de la Escuela Marítima del Uruguay, Ricardo Echarri, dijo a El País que para la escuela seria "ideal" que el proyecto se concrete porque la mano de obra sería brindada por alumnos de la institución. La inversión sería importante porque además la empresa haría un dragado, ya que en la zona funcionó durante muchos años un dique seco. Además de barro, debajo del agua hay hormigón. Según pudo saber El País la inversión sería de US$ 10.000.000 ya que sólo el dragado costaría US$ 700.000. "Ojalá que se concrete porque han venido varias empresas para proyectar diferentes emprendimientos pero por distintos motivos siempre quedaron en la nada", concluyó Echarri.
Escuela Téc. Marítima. L. Olivera 4215. Teléfono: 309 1080
TESTIMONIOS
Heber: "Varias generaciones trabajaron en mi barco"
Heber (46) fue alumno de la escuela y egresó con el título de Patrón de Pesca. Después de muchos años de navegar en diferentes embarcaciones le surgió la idea de construir su propio barco. Se acercó a la escuela, contó su proyecto, los profesores diseñaron los planos y varias generaciones de alumnos trabajaron en el sueño que hoy es realidad.
Le faltan algunos retoques finales y estiman que en 15 días ya podrá estar en el mar. "Se va para La Paloma porque para mí es el balneario más lindo de Uruguay, además mis padres viven allá y la idea es que la familia viva de la pesca", contó Heber. El barco tiene una capacidad para cargar hasta 4.000 kilos y tiene 8,60 metros de eslora, 2,92 metros de manga y un puntal de 80 centímetros.
Goyo: "Ahora de grande me puse a jugar con maderita"
"Goyo" tiene 66 años y es el alumno más grande que tiene la escuela. Hace muchos años hizo el curso de Patrón de Pesca lo cual le abrió las puertas para trabajar. "Navegué mucho tiempo y en diferentes barcos, pero los años pasan por eso ahora me jubilé", comentó "Goyo".
Sin embargo nunca es tarde para aprender, por eso se anotó en el curso de Carpintería de Ribera y volvió a ser estudiante. "Ahora de grande me puse a jugar con maderitas y estoy reconstruyendo un velerito que era de mis hijos", dijo y reconoció que de carpintería es el peor alumno. Sin embargo, sus compañeros aseguran que ante cualquier duda que surge en el taller el que las despeja es "Goyo".
Fuente: El País
VIVIANA RUGGIERO
Los alumnos de la Escuela Técnica Superior Marítima del Uruguay están cumpliendo un gran desafío: construir un barco de 12 metros de eslora y una manga (ancho) de 3,70 metros. Se llamará Explorer 39 y estará capacitado para cruzar el océano.
Julio González es analista de sistemas, y siempre soñó con tener un barco para recorrer el mundo. Cuando se interiorizó en el tema y comenzó a buscar precios se dio cuenta que comparar un barco de las dimensiones que él deseaba no estaba a su alcance.
Por ello le presentó su proyecto a Dardo Anselmi, profesor del curso de Carpintería de Ribera de la Escuela Técnica Superior Marítima del Uruguay, quien junto a sus alumnos asumió el desafío de construir la embarcación.
El proyecto comenzó en marzo de 2008 y está previsto que quede terminado a mitad de 2010. Está siendo construido en el astillero de la escuela a pocos metros de los accesos a Montevideo
La obra para los estudiantes es fundamental porque pueden materializar todos los conceptos aprendidos en las aulas, además nunca se había construido en la institución un barco de tan grandes dimensiones.
En el astillero, además, se hacen otros trabajos, porque cada alumno tiene sus proyectos personales. La escuela brinda el lugar físico y las herramientas para trabajar. Pero de todos los proyectos cobra un porcentaje que es invertido en el propio taller.
El curso de Carpintería de Ribera dura tres años y el título que se obtiene, reconocido internacionalmente, es de Oficial Medio en Carpintería de Ribera. Los alumnos aprenden a construir un barco desde los planos en el papel hasta tener una embarcación pronta para cruzar, incluso, el océano.
PROYECTOS. La Corporación Nacional para el Desarrollo organizó un concurso para que los estudiantes de UTU desarrollen un proyecto productivo aplicando todo lo que han aprendido en sus cursos.
Las representantes de la escuela serán las tres alumnas del curso de Carpintería de Rivera. Su proyecto es un modelo de embarcación que se puede usar a vela o motor. "Ya tenemos la estructura, nos falta forrarlo , pasarle la fibra para impermeabilizarlo y después hacerle la parte de cabina", comentó a El País Serenela Bogliacino.
La Corporación elegirá un proyecto por cada departamento y entre ellos seleccionará al ganador. El premio es de US$ 5.000 y además, si se considera que algún proyecto tiene una viabilidad buena, se otorgará una mención con la cual se podrá obtener un crédito en el Banco República por el mismo valor del primer premio.
El barco que presentarán las alumnas estará forrado con un compensado y la estructura será de cedro. Un barco de estas características tiene un valor, según Serenela, de US$ 6.500 más impuestos. "El prototipo se va a construir con materiales de la escuela y va a ser de su propiedad", aseguró la estudiante.
COMPLICACIONES. Con mate en mano, cigarro de por medio y una ronda improvisada en las afueras del astillero, los jóvenes plantearon a El País cuales son los factores que hacen que su salida al mercado laboral sea difícil.
Asimismo, hablaron con orgullo de la escuela y en cada palabra demostraron que están dispuestos a transmitirle al mundo que en el país también se hacen excelentes embarcaciones y con mano de obra uruguaya. Sin embargo, son críticos con el mercado naval, con el "desconocimiento de la sociedad" sobre la náutica y con las políticas de Estado en relación al sector.
"A nosotros no nos conoce nadie. Cuando le decís a la gente que hacés embarcaciones te piden que le hagas uno para decorar la biblioteca porque se hacen la idea que es un barco en miniatura, una artesanía", comentó Bogliacino.
Nicolás es estudiante de tercero y asegura que uno de los problemas del país "es que la gente vive de espaldas al mar".
Según el joven no hay cultura náutica en Uruguay, porque nunca se promovió. "Estaría bueno, por ejemplo, organizar competencias, todos los que tengan un velero se van a anotar, y así se van generando actividades y que la gente se interesa en el tema", expresó.
Los estudiantes aseguran que mano de obra hay, pero que aún se necesita más. Son conscientes que para hacer la diferencia dentro del mercado deben generar sus propios diseños, buscar las oportunidades y ser competitivos.
"Los astilleros uruguayos son muy chicos. Hoy en día ninguno construye en madera, se pasaron a la fibra e incluso son muy pocos los que están construyendo, más que nada se dedican a hacer reparaciones", comentó Serenela.
De ellos depende que la oferta se amplíe -coinciden-, que se presenten productos de buena calidad y que los precios no sean desmedidos.
"La náutica no es tan cara como se cree. Para poder iniciarte tampoco precisás tanto dinero. El problema hoy en día es que al haber pocos astilleros y poca competencia cobran lo que quieren", criticó Emiliano.
Empresa invertirá en la escuela
En los fondos de la escuela hay un terreno que es propiedad de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Actualmente es utilizado por el club Progreso, que hizo canchas para el entrenamiento de las divisiones inferiores. Pero en los últimos días se presentó una empresa que está interesada en instalar un astillero. El director de la Escuela Marítima del Uruguay, Ricardo Echarri, dijo a El País que para la escuela seria "ideal" que el proyecto se concrete porque la mano de obra sería brindada por alumnos de la institución. La inversión sería importante porque además la empresa haría un dragado, ya que en la zona funcionó durante muchos años un dique seco. Además de barro, debajo del agua hay hormigón. Según pudo saber El País la inversión sería de US$ 10.000.000 ya que sólo el dragado costaría US$ 700.000. "Ojalá que se concrete porque han venido varias empresas para proyectar diferentes emprendimientos pero por distintos motivos siempre quedaron en la nada", concluyó Echarri.
Escuela Téc. Marítima. L. Olivera 4215. Teléfono: 309 1080
TESTIMONIOS
Heber: "Varias generaciones trabajaron en mi barco"
Heber (46) fue alumno de la escuela y egresó con el título de Patrón de Pesca. Después de muchos años de navegar en diferentes embarcaciones le surgió la idea de construir su propio barco. Se acercó a la escuela, contó su proyecto, los profesores diseñaron los planos y varias generaciones de alumnos trabajaron en el sueño que hoy es realidad.
Le faltan algunos retoques finales y estiman que en 15 días ya podrá estar en el mar. "Se va para La Paloma porque para mí es el balneario más lindo de Uruguay, además mis padres viven allá y la idea es que la familia viva de la pesca", contó Heber. El barco tiene una capacidad para cargar hasta 4.000 kilos y tiene 8,60 metros de eslora, 2,92 metros de manga y un puntal de 80 centímetros.
Goyo: "Ahora de grande me puse a jugar con maderita"
"Goyo" tiene 66 años y es el alumno más grande que tiene la escuela. Hace muchos años hizo el curso de Patrón de Pesca lo cual le abrió las puertas para trabajar. "Navegué mucho tiempo y en diferentes barcos, pero los años pasan por eso ahora me jubilé", comentó "Goyo".
Sin embargo nunca es tarde para aprender, por eso se anotó en el curso de Carpintería de Ribera y volvió a ser estudiante. "Ahora de grande me puse a jugar con maderitas y estoy reconstruyendo un velerito que era de mis hijos", dijo y reconoció que de carpintería es el peor alumno. Sin embargo, sus compañeros aseguran que ante cualquier duda que surge en el taller el que las despeja es "Goyo".
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