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viernes, 4 de septiembre de 2009

La muerte naval

La critica situación por la que atraviesa la Marina Mercante Mexicana, nos obliga a considerar una serie de antecedentes que surgen desde la época post revolucionaria tratando de llevar a cabo el establecimiento de una verdadera industria naval, su virtual desarrollo y el asesinato de la misma a partir de los periodos presidenciales de los últimos 20 años que han culminado en su ahorcamiento.

LA MUERTE NAVAL

Fuente: Notiver
POR: Edwin Corona y Cepeda / NOTIVER

Instructor Internacional de Buceo

Haciendo a un lado la supuesta quema de las naves de Hernán Cortés, la construcción de los bergantines (por darles un nombre) con los que cercó a Tenochtitlán, los astilleros coloniales de Campeche, la colaboración de los piratas de Barataria con el Generalísimo Morelos, las acciones de Sainz de Baranda y las patentes de corso otorgadas por Santa Ana, así como los combates navales durante la Reforma y la Intervención y la rebelión del Cañonero Tampico en la Revolución de 1910-1917, hemos de mencionar que el primer intento por establecer una verdadera industria naval mexicana ocurre durante el periodo presidencial del General Lázaro Cárdenas del Río ( 1934-1940), cuando en 1936 autoriza la contratación en los astilleros de El Ferrol en España la construcción de varios buques de guerra para la vigilancia de los mares mexicanos. A esta etapa pertenece el museo virtual del "Cañonero Guanajuato", rejerado en la Plaza Banderas de Boca del Río, Ver., y en el que gracias a mis gestiones ante la Armada de México y el Gobierno del Estado de Veracruz, se logró su rehabilitación y se impidió su venta por parte de seudo políticos pillos y corruptos, para quedar, finalmente, como uno de los principales atractivos turísticos del municipio boqueño.

El General Cárdenas, con amplia visión estadista, contemplaba, no solo la compra de las naves de guerra, sino la transferencia de tecnología española, en aquel tiempo la más avanzada, con el objeto de obtener la asistencia técnica necesaria para efectuar nuestras propias construcciones navales en territorio mexicano, por lo que, se comisionó a 3 oficiales mexicanos para cursar la carrera de Ingeniería Naval en la Universidad de Madrid y se procuró la especialización de marinos mexicanos en las áreas de máquina y cubierta.

El devenir de la Guerra Civil Española (1936-1939) dio al traste con la pretensión de establecer una industria naval mexicana similar a la española. Sin embargo, se logró terminar la fabricación de las naves contratadas, entre ellas los cañoneros "Guanajuato" que ya mencioné y el "Riva Palacio", mismo que tras ser impunemente saqueado y para evitar posteriores averiguaciones, se hundió bajo el pretexto de que serviría de arrecife artificial, en aguas de la bahía de Veracruz.

Pese a estas dificultades el gobierno de Cárdenas logró el establecimiento de los astilleros de Veracruz y Guaymas, cuyas denominaciones actuales corresponden a Talleres del Golfo y Astillero # 6 de la Secretaría de Marina, encauzando sus actividades a dar mantenimiento a los barcos que pudiesen solicitarlo al país. Ambas instalaciones, aunque precariamente, aún funcionan y cabe, también la anotación de que los astilleros veracruzanos no fueron integrados a la Armada, sino que han funcionado como una empresa paraestatal.

Durante este periodo (1936) el Gral. Abelardo L. Rodríguez crea los Astilleros Rodríguez convertidos actualmente en Industria Naval de California S.A., cuya función esencial era la de proporcionar mantenimiento y reparación a la flota pesquera, tanto atunera como sardinera, que operaba en el Noroeste de México.

En el período presidencial del Gral. Manuel Ávila Camacho en 1941 se separan las funciones correspondientes al Ejercito y la Marina, creando las Secretarias de la Defensa Nacional y la de Marina-Armada de México, dejando a cargo de esta última la función de controlar los astilleros que operaban bajo la vigilancia de los Ferrocarriles Nacionales.

Por aquella época existían también pequeños astilleros navales, casi todos de inversión particular en Coatzacoalcos, Veracruz y Alvarado en Veracruz, Salina Cruz, Oax., y en Ciudad del Carmen y Campeche, este último - como ya se anotó - el de mayor antigüedad y tradición en la construcción de buques de madera. Así mismo se construyeron diques secos en Veracruz y Acapulco (Icacos)

Un segundo intento, más serio y con mayor amplitud de visión, se origina con el programa "La Marcha al Mar" promovido bajo el gobierno del Sr. Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), en donde por gestiones del Almirante Meixueiro, Secretario de Marina, se trató de consolidar la construcción de barcos en México con la participación de una empresa italiana a la que se le compraron planos y asistencia técnica logrando la construcción de 2 navíos para carga general con un arqueo de 500 TRB. Estos han sido los únicos logros de nuestra flamante pretensión de contar con una industria naval adecuada que impulse y promueva las actividades de una flota mercante mexicana.

Por esa misma época, el astillero privado Tomás Rueda ubicado en Mazatlán, Sin., estableció un convenio de participación con la empresa holandesa VEROLME en la que el Príncipe Bernardo signó y certificó este convenio de participación. Este astillero logró la construcción de más de 400 barcos pesqueros de madera, aunque cerca del 80% de sus acciones pasaron a poder de la Nacional Financiera. Al cambio de gobierno el nuevo Presidente de México Adolfo López Mateos canceló su operatividad.

Sin embargo, debe abonarse a la cuenta de López Mateos la creación del Puerto Piloto en Alvarado, Ver., y su impulso a la flota pesquera de los clásicos "zapatos", así como la Industria Pesquera de Tepepan.

Los antiguos astilleros de Tomás Rueda al ser absorbidos por el Gobierno Federal se convirtieron en la actual Industria Naval de Mazatlán S. A de C. V.,

Nuevamente, durante el periodo presidencial del Lic. Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) se lleva a cabo un tercer intento cuando a fines de 1975 se constituye, por decreto, la empresa paraestatal Astilleros Unidos S. A. (AUSA) cuya Dirección intentó realizar un convenio para la construcción de buques con la empresa italiana ITALCANTIERI, resultando infructuosas sus negociaciones por lo que, al restablecerse las relaciones diplomáticas con España se intentó una asociación con la empresa Astilleros Españoles S. A. (AESA) a quienes se les compró tecnología para el desarrollo de los astilleros de Veracruz en el Golfo de México y Mazatlán en el Pacifico.

Los esfuerzos del gobierno mexicano tendientes a establecer en nuestro país una industria naval y competitiva que lograse una verdadera Marina Mercante equipada con buques modernos, tanto para realizar las actividades de cabotaje como de altura, han sido infructuosos pues se cayó en el error de involucrar la labor constructiva de los astilleros bajo la visión, en ocasiones corrupta o ineficaz de organizaciones oficiales o estatales o bien creando empresas supuestamente paraestatales que se convirtieron en fábricas de millonarios bajo la dirección de ineptos o inútiles, acabando con la incipiente y necesaria industria naval mexicana.

Por eso- diría El Borras - es que estamos como estamos.

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