Fuente: El País
Con la crisis tocando los cimientos de la economía, la construcción naval en Galicia vive el mejor momento de su historia. El astillero Hijos de J. Barreras cuenta actualmente con una cartera de 16 buques que garantiza una carga de trabajo hasta el año 2012, según confirmó su presidente, José Francisco González Viñas. Sólo los pedidos de este constructor suponen una facturación de 1.850 millones de euros, un tercio de los más de 6.000 millones euros en los que se calcula que están valoradas todas las entregas previstas por los nueve astilleros gallegos.
Barreras trabajará en los próximos cuatro años en la construcción de ocho ferries (la mitad para la naviera Balearia y la otra mitad para Armas), y ocho buques offshore, de los que cuatro son sísmicos para prospecciones y otros cuatro supplies (de suministro para instalaciones marítimas). "Somos conscientes de que nada dura eternamente, pero sí es verdad que, en parte, la actual coyuntura, con precios del petróleo muy elevados, nos está favoreciendo", asegura González Viñas. La explicación a este fenómeno es sencilla: la rentabilidad de encontrar nuevos yacimientos de petróleo o gas se ha disparado en el último año, a medida que crecía el precio del barril Brent.
Consecuentemente, las iniciativas para encontrar nuevos yacimientos de gas e hidrocarburos se han multiplicado. Un ejemplo es WesternGeco, la mayor empresa de servicios geofísicos del mundo y uno de los mejores clientes de los barcos que hará Barreras. El pasado mes de junio entregó uno de sus encargos: el WG Columbus, con 88 metros de eslora y 19 de manga. El resto de los constructores gallegos también absorben una gran cantidad de contratos. Vulcano compone su cartera con buques sísmicos y quimiqueros (adaptados al transporte de mercancías o líquidos). De las gradas de Armón, Freire, la Factoría Naval de Marín y Metalships & Docks saldrán, entre otros, un total de 12 buques supplies. En cuanto a la construcción militar, Navantia, en Ferrol, se centrará en varias fragatas para la armada Noruega y Española y dos buques anfibios para Australia. Cargueros, patrulleras, remolcadores, barcos oceanográficos, buques de pasaje a vela y grandes yates completan la carga de trabajo de todos los constructores.
Fuentes del Cluster del naval gallego (Aclunaga) estiman que, en condiciones normales, en los próximos cuatro años el sector mantendrá de forma directa e indirecta a alrededor de 15.000 trabajadores. De todas formas, ni desde el mayor constructor privado ni desde el Cluster están tranquilos.
A nadie se le pasa que los armadores internacionales pueden verse afectados por la crisis de liquidez y cancelar algunos de los proyectos en marcha. Además, el precio de las materias primas, en especial el del cobre y el acero, está obligando a negociar cláusulas en los contratos que permitan la revisión del precio final en función de la evolución de esas materias primas.
Otra debilidad apuntada por González Viñas está en la falta de inversión en I+D+i de la industria, que "pese a los esfuerzos realizados hasta ahora necesita estrechar la cooperación con universidades y centros de investigación para poder hacer aquí lo mismo que hacen los países tecnológicamente más avanzados".
El futuro inmediato en el naval gallego estará marcado por dos circunstancias: la nueva regulación entre grandes empresas y subcontratas y la negociación del convenio colectivo.
En el primer apartado, se espera que el nuevo pacto firmado hace pocos días por empresas y sindicatos de toda España permita aportar solidez financiera a los nuevos proyectos y conseguir contratos de mayor nivel.
En cuanto a la negociación del convenio, las empresas piden, por ahora, "sentido común" para lograr acuerdos duraderos y estables.
Con la crisis tocando los cimientos de la economía, la construcción naval en Galicia vive el mejor momento de su historia. El astillero Hijos de J. Barreras cuenta actualmente con una cartera de 16 buques que garantiza una carga de trabajo hasta el año 2012, según confirmó su presidente, José Francisco González Viñas. Sólo los pedidos de este constructor suponen una facturación de 1.850 millones de euros, un tercio de los más de 6.000 millones euros en los que se calcula que están valoradas todas las entregas previstas por los nueve astilleros gallegos.
Barreras trabajará en los próximos cuatro años en la construcción de ocho ferries (la mitad para la naviera Balearia y la otra mitad para Armas), y ocho buques offshore, de los que cuatro son sísmicos para prospecciones y otros cuatro supplies (de suministro para instalaciones marítimas). "Somos conscientes de que nada dura eternamente, pero sí es verdad que, en parte, la actual coyuntura, con precios del petróleo muy elevados, nos está favoreciendo", asegura González Viñas. La explicación a este fenómeno es sencilla: la rentabilidad de encontrar nuevos yacimientos de petróleo o gas se ha disparado en el último año, a medida que crecía el precio del barril Brent.
Consecuentemente, las iniciativas para encontrar nuevos yacimientos de gas e hidrocarburos se han multiplicado. Un ejemplo es WesternGeco, la mayor empresa de servicios geofísicos del mundo y uno de los mejores clientes de los barcos que hará Barreras. El pasado mes de junio entregó uno de sus encargos: el WG Columbus, con 88 metros de eslora y 19 de manga. El resto de los constructores gallegos también absorben una gran cantidad de contratos. Vulcano compone su cartera con buques sísmicos y quimiqueros (adaptados al transporte de mercancías o líquidos). De las gradas de Armón, Freire, la Factoría Naval de Marín y Metalships & Docks saldrán, entre otros, un total de 12 buques supplies. En cuanto a la construcción militar, Navantia, en Ferrol, se centrará en varias fragatas para la armada Noruega y Española y dos buques anfibios para Australia. Cargueros, patrulleras, remolcadores, barcos oceanográficos, buques de pasaje a vela y grandes yates completan la carga de trabajo de todos los constructores.
Fuentes del Cluster del naval gallego (Aclunaga) estiman que, en condiciones normales, en los próximos cuatro años el sector mantendrá de forma directa e indirecta a alrededor de 15.000 trabajadores. De todas formas, ni desde el mayor constructor privado ni desde el Cluster están tranquilos.
A nadie se le pasa que los armadores internacionales pueden verse afectados por la crisis de liquidez y cancelar algunos de los proyectos en marcha. Además, el precio de las materias primas, en especial el del cobre y el acero, está obligando a negociar cláusulas en los contratos que permitan la revisión del precio final en función de la evolución de esas materias primas.
Otra debilidad apuntada por González Viñas está en la falta de inversión en I+D+i de la industria, que "pese a los esfuerzos realizados hasta ahora necesita estrechar la cooperación con universidades y centros de investigación para poder hacer aquí lo mismo que hacen los países tecnológicamente más avanzados".
El futuro inmediato en el naval gallego estará marcado por dos circunstancias: la nueva regulación entre grandes empresas y subcontratas y la negociación del convenio colectivo.
En el primer apartado, se espera que el nuevo pacto firmado hace pocos días por empresas y sindicatos de toda España permita aportar solidez financiera a los nuevos proyectos y conseguir contratos de mayor nivel.
En cuanto a la negociación del convenio, las empresas piden, por ahora, "sentido común" para lograr acuerdos duraderos y estables.
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