Fuente: Nuestromar
Instituida a fines de 2003, la fecha invita a reflexionar sobre la vasta dimensión marítima argentina, los logros alcanzados y el largo camino que aún nos resta recorrer para alcanzar legítimas aspiraciones.
Promulgada en enero de 2004, la Ley 25.860, instauró a nivel nacional el “Día de los Intereses Argentinos en el Mar”. Se escogió para tal fin el 16 de julio, día de nacimiento del Vicealmirante Segundo R. Storni (1876-1954), verdadero precursor del pensamiento marítimo moderno en nuestro medio.
Sus brillantes y recordadas conferencias dictadas en los salones del diario “La Prensa” en 1916, y editadas con el título “Intereses Argentinos en el Mar”, no sólo llamaron poderosamente la atención de sus coetáneos, sino que echaron las bases para un análisis sistémico e integral de la problemática marina nacional.
La prédica pública iniciada por Segundo Storni hace ya casi cien años, suena aún hoy
- en muchos de sus conceptos esenciales – como materia pendiente y objetivo nacional no alcanzado:
“¿Es que hemos de permanecer enclavados en la tierra, para arrancarle sus frutos, y esperar que otros los transporten, que otros nos comuniquen con el mundo, que otros vengan hasta imponernos la ley en las aguas mismas del estrecho mar territorial? ¿O ha de ocupar la Argentina su parte de dominio y de usufructo en esa gran vía de la civilización que se llama el mar?”.
La vigencia de aquellas cavilaciones de Storni, conservan –más allá del tamiz propio del paso del tiempo, de la historia y de algunos logros ciertos - el efecto de una espina que no logramos arrancar definitivamente de nuestra larga lista de realizaciones pendientes.
Repasemos algunas de ellas.
Al considerar, por ejemplo, el nivel de consolidación alcanzado en el ejercicio de los derechos que sobre usos y recursos del mar nos confieren la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), en función de nuestro carácter de estado ribereño, advertiremos al mismo tiempo, avances y estancamientos.
La cercana finalización de las tareas de demarcación de la plataforma continental, constituye sin dudas un positivo avance en este sentido. La presentación de dichos límites permitirá, una vez superado el proceso de análisis y eventuales recomendaciones por parte de la Comisión internacional establecida a tales efectos, proveer carácter “definitivo y obligatorio” a tal trazado, que como es sabido, se extiende en amplias zonas de nuestro litoral, bastante más allá de las 200 millas.
Significará también un buen ejemplo, de un trabajo de largo aliento y complejidad, llevado a feliz término no sólo gracias al profesionalismo de los equipos participantes, sino por una continuidad en la política y apoyo estatales que trascendió a los cambios de signos políticos en sus conducciones. Toda una señal, contrastante por cierto con el empobrecedor y retardatario espíritu “fundacional” y “mesiánico” del que lamentablemente suelen revestirse nuestros gobiernos.
La prolongación de la presencia del Reino Unido - un inadmisible intruso - en Malvinas, Georgias y Sándwich, constituye sin dudas el principal obstáculo al ejercicio completo de los derechos argentinos en sus espacios marítimos. Y cabe señalar, como mera observación de la realidad, que tanto los gobiernos directamente involucrados, como la misma comunidad internacional, continúan mostrando – al menos en sus acciones visibles - una manifiesta pereza en la búsqueda de caminos creativos para la solución a este conflicto.
El análisis de situación del estado de la explotación de los recursos naturales, también nos muestra significativos contrastes entre logros y desafíos. El sector pesquero, que en pocas décadas pasó de ser una actividad de peso económico virtualmente intrascendente a una de las grandes industrias exportadoras del país, atraviesa hoy –paradójicamente por obra de múltiples errores en su propia dinámica de crecimiento – una seria crisis estructural, cuyo inevitable abordaje no deberá desaprovecharse. En efecto, y tal como bien saben todos los actores involucrados en esta actividad, es hora de redimensionar el negocio, y replantear reglas de juego verificables, que le aseguren sustentabilidad y racionalidad, requisitos que no podrán seguir eludiéndose sin provocar una catástrofe.
Por su parte, la acuicultura – que crece explosivamente en todo el mundo -, aparece como una posibilidad muy atractiva que apenas comienza a tomar cuerpo en nuestro medio.
Aunque demorados, algunos recientes anuncios parecen abrir cierta expectativa en relación con el impulso a la exploración petrolera costa afuera, un campo de actividad en el que muy poco se ha avanzado en los últimos 25 años. En este terreno, y en el más general de los recursos no vivos – básicamente los restantes recursos minerales – está todo por hacerse, comenzando por los relevamientos que permitan determinar la existencia misma de tales recursos. En tal sentido, apreciamos que el Estado no debería perder el esfuerzo, conocimiento y experiencia adquiridos en el terreno geológico y geofísico por los equipos de trabajo técnico que integran directa o asociadamente la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA).
No es descabellado afirmar que el Mar Argentino ofrece, especialmente en las áreas más australes, un extraordinario potencial para la generación de energías limpias y renovables, esencialmente las que resultan del aprovechamiento de olas y mareas. Varios países con condiciones similares, han comenzado hace ya varios años a trabajar sobre esta materia, con resultados que ya están en etapa de experimentación comercial. Lamentablemente, tampoco se conocen en este campo, investigaciones ni iniciativas locales orientadas a tales búsquedas.
Una rápida mirada a la evolución de nuestro aprovechamiento de los “usos” del mar, dejarán sensaciones igualmente ambiguas. A un espectacular desarrollo portuario, indiscutiblemente asociado a la adopción de buenas decisiones políticas, se contrapone una débil y declinante flota mercante de bandera, producto de infortunadas medidas del pasado, cuyos efectos se han pretendido revertir mediante “parches” normativos de escaso o nulo efecto práctico.
La industria naval por su parte, conjuga el alivio de un objetivo repunte en los niveles generales de la actividad, con una inocultable modestia de logros en lo que a magnitud y tipo de emprendimientos se refiere.
Los factores y actividades mencionados, no agotan en modo alguno el panorama de los intereses argentinos en el mar. Cuestiones como el turismo, el estado y desarrollo de las vías navegables, la navegación fluvial, o los intereses antárticos se suman a una larga y creciente lista de cuestiones marítimas de alto interés para el país.
Algunas otras, condicionan y atraviesan de tal modo a las demás, que se convierten en intereses básicos y primordiales. El desarrollo del conocimiento científico, la protección ambiental, y el fomento amplio de la conciencia marítima, se inscriben indudablemente en esta lista.
Finalmente, un desapasionado análisis del marco legal, la organización y estructura destinadas al manejo de los asuntos marítimos nacionales, muestra palmariamente la escasa ponderación dedicada a su impulso, regulación y administración.
Es imprescindible pues renovar y extender aquella prédica en todos los rincones del país, y en todos los sectores de la sociedad. Y es igualmente necesario, trabajar – desde el interior de nuestra propia comunidad marítima - para la formación y perfeccionamiento continuos de nuevas generaciones, que con competencia, vocación y lucidez contribuyan a provocar los cambios e iniciativas eficaces para el desarrollo pleno de nuestros intereses marítimos.
El asumir, otra vez en las vigentes afirmaciones de Storni, que “estos grandes intereses marítimos que todos comprendemos y palpamos siguen rezagados”, no implica desconocer concretos avances, ni minimizar capacidades y esfuerzos cotidianos. Significa en cambio, confirmar que la evolución del conocimiento, la tecnología y las propias relaciones entre las naciones, han agregado con el paso del tiempo perspectivas y desafíos marítimos que superaron aún la esclarecida visión de aquellos hombres. Y que en este nuevo escenario de recursos y usos que el mar nos ofrece como vía de desarrollo, es muchísimo lo que aún resta por hacer.
De allí entonces la pertinencia de hacer de este día de gratas connotaciones, una oportunidad para renovarnos en compromiso y en esfuerzo, por contribuir a acrecentar la conciencia marítima de los argentinos y a garantizar la concreción de aspiraciones acordes con el inmenso patrimonio del que somos herederos.
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miércoles, 16 de julio de 2008
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