Fuente: Excelsior
Leticia Robles De La Rosa
CANTARELL, Camp.- A Cantarell “no lo podemos dar por muerto”, pero sin la tecnología y el dinero necesarios será cada vez más difícil administrar su declinación, advierte Javier Hinojosa, uno de los responsables de esta ciudad flotante petrolera, que en los 70 se convirtió en la envidia mundial y, desde los 80, sostiene las finanzas públicas de todo el país.
Una ciudad flotante que produce, al día, 150 millones de dólares de ganancia, pero sólo recibe para trabajar 13% de esa riqueza.
La problemática petrolera en México es aquí cotidianidad que molesta a los responsables directos de acrecentar la riqueza mexicana y tienen las manos atadas: no pueden comprar la espuma que permitiría la mejor producción de crudo porque la ley se los impide; observan cómo declina la producción y la ley no los deja ser creativos para aplicar nuevas tecnologías.
Frustrados, observan cómo otros países ya registran dos mil 200 pozos en aguas profundas del Golfo de México, con 54 de ellos en producción, cuando aquí sólo han abierto seis, de los que dos estaban secos.
“Si seguimos a este ritmo vamos a tener un grave problema”, lamenta Guillermo Pérez Cruz, el mexicano encargado de buscar el “tesorito” mexicano en mar profundo, con tantas limitaciones que lo llevan a esperar años sobre años para lograr que una empresa extranjera alquile a Pemex la tecnología para explorar las costas mexicanas, a un costo de 480 mil dólares al día.
“Nosotros apenas nos estamos mojando los dedos de los pies en aguas profundas; el resto nos lleva una ventaja enorme”, explica, un poco desencantado.
Una cotidianidad petrolera que, en Cantarell, demuestra lo alejados que los políticos parecen estar de la problemática.
“No a la iniciativa privada en Pemex”, gritan los perredistas, pero eso aquí es absurdo, porque las empresas privadas son parte del trabajo cotidiano de esta empresa que, en los hechos, es de economía mixta; es decir, tiene capital privado y del sector público.
Y es que la mitad del personal que trabaja en esta ciudad flotante, ubicada a 80 kilómetros al noroeste de Ciudad del Carmen, Campeche, es pagado por empresas privadas. Por eso, este complejo petrolero se pinta de amarillo y naranja, colores que identifican en qué nómina cobran los empleados. Los amarillos son de Pemex; los naranja, de empresas privadas.
Pero, además de los empleados, las empresas privadas en Pemex son las dueñas de los helicópteros que trasladan a los obreros desde Ciudad del Carmen hasta Cantarell; también de la plataforma flotante ubicada en Tam Ha 1, que a partir del 1 de agosto comenzará la exploración del séptimo pozo en aguas profundas de México, con un costo diario de renta de 480 mil dólares.
El sector privado también es el responsable de la Compañía de Nitrógeno de Cantarell, empresa de capital inglés (Bristish Oxigen Company) y japonés (Marubeni Corporation), que abastece de nitrógeno a esta ciudad flotante en cantidades anuales de mil 500 millones de dólares, y con el cual aumentan la producción del crudo en este yacimiento.
Las empresas privadas se hacen cargo de los servicios de alimentación, limpieza del complejo, aseo de ropa de los trabajadores y hasta algunos servicios de entretenimiento.
Y todavía son dueñas, al menos en una tercera parte, de la Unidad Flotante de Producción, Almacenamiento y Descarga (FPSO), llamado Yùum K’ak NBA o Señor del Mar, vendida por la empresa noruega Bergenser a México por 758 millones de dólares, con un pago inicial de 379 millones de dólares y mensualidades por dos millones 105 dólares.
Este barco procesa en altamar el crudo pesado que se extrae de Ku Maloob Zaap.
Así, la discusión entre lo público y privado en esta parte del territorio nacional está rebasada desde hace años.
Aquí también se conocen verdades que el discurso mediático precisa poco. Cantarell declina su producción, pero eso no significa que se vaya a quedar seco; es más, Javier Hinojosa, subdirector de la Región Marina Noroeste de Pemex Exploración y Producción, explica que tiene potencial calculado hacia el 2023, al menos.
Pero aun cuando entre a sus tiempos más negros, producirá medio millón de barriles diarios, que para dimensionarlo, es la mitad de lo que produce en Alaska Exxon, en el principal yacimiento de Estados Unidos.
Las posibilidades de Cantarell, precisa, dependen de las inversiones, de la tecnología, de que Pemex cuente con mayor libertad para comprar y aprender de la tecnología extranjera; por eso, el ingeniero Hinojosa está en favor de la reforma a Pemex.
Explica, por ejemplo, que Pemex debe comprar una espuma especial, desarrollada en los países árabes, para elevar la producción de crudo, pero como Pemex está obligado a licitar y comprar el producto más barato del mercado, entonces deberá comprar una espuma barata, pero de bajísima calidad, y eso va en detrimento de la producción.
Guillermo Pérez Cruz también rompe otro mito. Sí, México ya está en aguas profundas y lo ha hecho solo, en teoría, porque debe alquilar equipos muy costosos, pero “a un ritmo en verdad tan lento que de poco sirve; nadie, absolutamente nadie, va solo en aguas profundas; si pudiéramos ir con otras compañías tendríamos un potencial enorme, porque hemos detectado al menos 230 oportunidades en aguas profundas”.
También aclara: existe el “efecto popote” y ése es un riesgo real en los llamados yacimientos trasfronterizos.
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lunes, 14 de julio de 2008
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