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miércoles, 14 de noviembre de 2007

Repulsa mundial a un intento de sembrar de hierro el océano

Una empresa de EE UU pretende fertilizar el agua marina para absorber CO2
MARÍA JOSÉ VIÑAS - Santa Cruz

Fuente: El País

El enorme potencial económico del mercado de emisiones de CO2 es el estímulo que ha llevado a Planktos, una empresa estadounidense, a iniciar este mes el mayor experimento hasta la fecha de fertilización del océano con partículas de hierro, provocando la alarma de científicos y naturalistas que temen una catástrofe ecológica. Esta alarma se ha reflejado ya en la Organización Marítima Internacional, que ha manifestado su preocupación por los experimentos de fertilización oceánica que se aprovechan del vacío legal existente, y anticipa su intención de desarrollar normas que controlen este tipo de proyectos.

La teoría es que si se añade hierro a aguas oceánicas ricas en nutrientes pero donde la falta de este elemento impide el crecimiento del fitoplancton (los organismos microscópicos que forman la base de la cadena alimentaria oceánica), se provoca un florecimiento de éste, que al absorber dióxido de carbono de la atmósfera mitigaría así el efecto invernadero. Y de paso, la empresa que lleva a cabo la fertilización se lucraría mediante la venta de derechos de emisión en el futuro mercado.

El problema es que hasta la fecha, todos los experimentos de fertilización se han realizado a pequeña escala y en condiciones muy controladas. En cambio, Planktos quiere verter 100 toneladas de micropartículas de hierro en mar abierto. "Planktos está introduciendo un riesgo desconocido difícil de seguir, controlar y medir", afirma Stuart Banks, un oceanógrafo de la Fundación Charles Darwin, dedicada a proteger las islas Galápagos. Planktos había planeado inicialmente llevar a cabo su experimento en aguas internacionales situadas 350 kilómetros al oeste de las Galápagos. La compañía eligió ese lugar porque se trata de aguas muy pobres en hierro.

Un lugar desconocido

Ahora, debido a las duras críticas de grupos ambientales y del Gobierno ecuatoriano y las amenazas de otros grupos que prometían interceptar el barco de Planktos, que ya ha partido, la compañía se niega a revelar dónde realizará su experimento. Russ George, fundador y director de Planktos, defiende el experimento asegurando que su compañía no busca sólo el beneficio económico, sino también restaurar los ecosistemas marinos. George señala que las poblaciones de plancton llevan décadas disminuyendo a velocidad alarmante. George cree que las preocupaciones de los ecologistas no tienen base, pero aun así reconoce que no puede predecir con total seguridad las consecuencias. "No tenemos suficientes conocimientos", dice. "Pero éste es precisamente el propósito de la misión: recoger información".

George afirma que su objetivo de mercado es principalmente la Unión Europea, y que para poder obtener la autorización para vender derechos de emisión, su empresa necesita desarrollar una metodología basada en datos reales obtenidos de un experimento a gran escala.

Kenneth Coale, líder de varios experimentos de fertilización oceánica con hierro, está preocupado por la falta de control científico: "Ahora mismo, este tema lo están desarrollando capitalistas que quieren obtener beneficios de fertilizar el océano, y la ciencia ha pasado a segunda fila en este debate", afirma.

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