martes, 2 de marzo de 2010

Paracaídas

Paracaídas
Rogelio Guedea
Fuente: Ecos de la Costa

QUE SE MUERA LA POPIS Y EL QUICO

Toda sociedad de clases -sobre todo cuando a ésta la dividen abismos- es una sociedad desigual. Y toda sociedad desigual –hecha de diferencias: dominadores y dominados, como en los imperios y las colonias- es una sociedad en conflicto. Entre más se abren las brechas de la desigualdad, más conflicto habrá entre los que tiran para un lado (los que tienen) y los que tiran para el otro (los que no tienen). Es decir: violencia. O madrazos, pues, para que nos vayamos entendiendo. Esto no se acabará, obviamente, con pildoritas o contratando más policías o comprándole más armas a USA o haciendo las cárceles más grandes o levantando bardas en las zonas residenciales. Pensarlo así es hacerle al bobo. Todos sabemos que esto se acabará cuando las fronteras que dividen a los que tienen de los que no tienen (a los ricos de los jodidos, pues) no sean abismos sino, al menos, zanjas que permitan que aquel que está preparado (bien instruido, bien ducho) pueda saltar. Pero no nos esperancemos porque esto en México no va a suceder nunca. La mentalidad poscolonizada de los mexicanos seguirá acrecentando nuestra sociedad de clases y, por tanto, su desigualdad, desigualdad que saldrá gritando por las alcantarillas en la forma de secuestradores, narcotraficantes, políticos corruptos, primermundistas matalascallando, pandillas. Por cierto, hace poco vi que a muchos les sorprendió la presencia de pandillas en Colima. Carajo, ¿y qué querían? Además, no son de ahora, como no es de ahora la desigualdad y la jodidez de muchos sectores de la sociedad. Hace más de veinte años, cuando yo estaba en la secundaria, lo sabía muy bien: no te metas con los de la Lerdo porque te mochan la lengua. Aguas con los del Mezcalito, que no se pueden ver con los del Infonavit. Sácales la vuelta a los de la Nacosari y a los de la mera España, pinche morro socroso. Si es verdad que las pandillas son tan innecesarias como dicen, también lo son los riquillos que andan borrachos y drogados perdidos haciendo tropelías en el coche de papi, güey, a deshoras de la noche. Esos que estudian en el Tec de Monterrey –que supuestamente crea líderes en serie que salvarán al país, ¡vaya vaya!- y que luego terminan de jefes de piso en La Marina Mercante, a menos que sean los dueños de La Marina Mercante, que para eso –dicho sea de paso- no se necesita ni siquiera estudiar. No nos espantemos, pues, ni pongamos encima de la enciclopedia Británica el libro Vaquero. Si realmente queremos ir al fondo del asunto, pero si realmente lo queremos, empecemos por mejorarle el sueldo a las secretarias y bajárselo a los diputados, sobre todo a esos que andan ahora de damas de la vela perpetua.

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