domingo, 22 de marzo de 2009

El capitán que perdió el mando

Fuente: La Opinión Coruña
Esto es lo que ocurrió en el 'Prestige' durante los tres días que transcurrieron entre la primera señal de socorro y el desalojo del capitán griego del barco
Primero se negó al remolque. A poner los medios para que el 'Prestige' se enganchara y pudiera ser alejado de la costa. Luego, se cerró en banda cuando se le pidió que encendiera las máquinas. Y en el momento en que lo rescataron, dejó en el barco el diario de navegación y el cuaderno de bitácora pese a la exigencia que desde Marina Mercante le lanzaron "reiteradamente" para que los trajese consigo. El auto de la juez de Corcubión con el que se cierra la instrucción del caso narra todas las órdenes que supuestamente el capitán Apostolos Mangouras incumplió y que lo llevan a estar imputado, además de por la marea negra, por desobediencia

JULIO PÉREZ A CORUÑA Con el retiro provisonal de las imputaciones que pesaban sobre el ex director general de la Marina Mercante, José Luis López-Sors, los únicos que siguen acusados en el caso Prestige tras el cierre de la instrucción son el capitán del buque, el primer oficial y el jefe de máquinas. Los responsables últimos del mantenimiento de petrolero y los únicos que se quedaron a bordo después de la evacuación. Sobre los tres pesa un delito contra el medio ambiente y dos de ellos arrastran además otro por desobediencia. El auto de la juez de Corcubión que lleva el proceso es una ajustada crónica de aquellos fatídicos días en la costa gallega, de lo que ocurrió en el barco y de la actitud de estos tres personajes a los que, parece, no les gustaba demasiado las órdenes que llegaban desde las autoridades españolas.

La primera señal de socorro desde el Prestige llegó al Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo y Lucha contra la Contaminación Marítima de Fisterra a las 15.15 horas del 13 de noviembre. Con el Plan Nacional de Contigencias activado, se movilizan tres helicópteros, cinco remolcadores y se lanza una llamada de alerta a todos los buques que estaban en la zona. Sólo unos minutos después, una segunda comunicación desde el petrolero, avisando ya de "una gran escora" y de la posibilidad inmediata de volcar. Pedían el rescate de los 27 tripulantes. El Pesca I y el Helimer Galicia recogen a 24 de ellos. Apostolo Mangouras, el capitán, y los otros dos imputados, Ireneo Maloto y Argiropoulos Nikolaos, toman su primera decisión. Se quedan por voluntad propia.

El Prestige ya estaba a la deriva y derramando su veneno. Durante más de tres horas, según figura en la resolución de la juez, desde el Centro de Fisterra se ordenó a Mangouras que dispusiese todo para el remolque. "Reiteradamente". El capital se negó primero amparándose en que dependía de las órdenes de su armador y después en que necesitaba más gente en el barco porque los tripulantes rescatados no habían dejado tendido el remolque de emergencia pese a que las autoridades lo ordenaron antes de la llegada de los helicópteros. El primer oficial y el jefe de máquinas se negaron también a colaborar con la disculpa de que las decisiones tenían que venir de los dueños de la embarcación. Según el auto, ante la negativa de obedecer, en el puerto de A Coruña se llegaron a preparar un equipo de amarradores y miembros de la Guardia Civil para ser trasladados al barco.

No hizo falta. A las 21.02 horas, Mangouras acepta el remolque, pero las maniobras fracasan una y otra vez mientras sigue el vertido de fuel hasta que al día siguiente, a las 13.40 horas, el Ría de Vigo y el Sertosa 32 consiguen engancharse al barco.

Antes de que los trabajos fructificaran todavía hubo otro gran momento de tensión entre las autoridades españolas y los tres tripulantes que estaban a bordo. Ante el riesgo de embarrancamiento del Prestige en la costa, López-Sors envía al inspector marítimo de A Coruña al petrolero para que arrancase la máquina. Con él iban cinco de los tripulantes filipinos rescatados el día anterior. "El inspector percibe que no existe disposición alguna para arrancar la máquina por las constantes obstrucciones y dificultades puestas por el jefe de máquinas y del capitán", señala el auto. Hasta el punto de que el funcionario llamó la atención a Nikolaos, imputado también por desobediencia, por su "comportamiento lamentable" y le amenazó con llamar a la Guardia Civil. Pero no le quedó otro remedio que ponerse él a la faena y arrancar el motor.

Durante la travesía que en los dos días siguientes mantiene el Prestige a 120 millas de la costa, el rumbo lo marca Mangouras. Él es el que ordena, según el auto, el cambio de rumbo al sur. La armadora tenía intención de llegar al puerto de Vigo, pero Fomento le niega el acceso al puerto. A las 18.02 horas del 15 noviembre llega la última evacuación. Los cinco reembarcados, nueve técnicos de la empresa contratada para el rescate y los tres imputados. Mangouras se fue como llegó. Incumpliendo órdenes, dice la juez. Pese a las advertencias "reiteradas" de que cogiese el cuaderno de bitácora y el diario de navegación -donde debían figurar todas las revisiones del barco- llegó al aeropuerto de Alvedro con las manos vacías.

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