Fuente: Excelsior
Carlos Fernández de Lara
Desarrollan armas de alta frecuencia para proteger embarcaciones contra piratasLos peligros en alta mar no han cambiado para quienes surcan los siete mares. Desde maremotos, tormentas y huracanes hasta tiburones y piratas, los riesgos han permanecido a lo largo de los siglos y si bien la gran mayoría de estos riesgos son incontrolables, la tecnología ha dotado de “sutiles” herramientas para defenderse contra quienes buscan robar el cargamento o secuestrar la tripulación de las embarcaciones del siglo XXI: cañones que en vez de plomo van cargados con frecuencias de sonido insoportables a los oídos humanos.
Bajo el nombre de Dispositivo Acústico de Largo Alcance (LRAD, en inglés), los navíos tienen la posibilidad de repeler los ataques o intentos de secuestro. Esto, mediante equipos en forma de antenas de satélite capaces de emitir frecuencias sonoras dirigidas, superiores a los 151 decibeles (dB) y con rangos de alcance de hasta los mil metros.
Como referencia, el oído humano comienza a sufrir molestia entre los 130 y 140 dB, algunos sonidos ambientales pueden llegar a los 160 dB, un explosivo alcanza hasta los 185 dB y se estima que es necesario generar frecuencias cercanas a los 200 dB para provocar daños internos como la explosión de los pulmones, sordera o generar derrames cerebrales.
Con los LRAD es posible reproducir desde mensajes de advertencia hasta sonidos agudos dirigidos zonas específicas que generan molestia o lastimen al escucha.
Destaca que estas no son armas letales, sino de aviso y protección, como la define Robert Putnam, director de relaciones con medios e inversionistas de American Technology, firma estadunidense dedicada al desarrollo de estos dispositivos y otros equipos que manipulan y dirigen una frecuencia de sonido a placer del cliente.
“No son armas para lastimar a la gente, son dispositivos de comunicación de gran alcance”, dice Putnam en entrevista telefónica con Excélsior desde San Diego, California.
Subraya que su misión es mantener alejados de áreas específicas a individuos que no tienen por qué estar allí. Si no quieren resultar lastimados se tiene que alejar.
Sin embargo, desde su nacimiento los llamados cañones de sonido fueron pensados como instrumentos de defensa. Putnam afirma que su creación surgió como respuesta al ataque que sufrió el buque USS Cole en octubre de 2000 por piratas, que se hacían pasar por simples pescadores, en la región de Yemen.
Si bien en principio los equipos eran de uso exclusivo para la fuerza naval de Estados Unidos, American Technology vio en la piratería del siglo XXI una oportunidad de negocio rentable y fructífera, por lo que en 2003 pusieron los LRAD a disposición comercial de todo interesado.
Lo cierto es que encontraron mercado, Niels Stolberg, presidente mundial de la firma alemana Bremen Beluga Shipping, una empresa dedicada al transporte marítimo de carga, afirma que la piratería, los asaltos y secuestro de embarcaciones son los principales riesgos y amenazas para la industria.
“Zonas como el Golfo de Aden y el Cuerno de África son de las más peligrosas. Reportes de la Agencia Marítima Internacional (IMB, en inglés), refieren que más de 200 barcos fueron atacados a escala global durante 2008. La mitad de éstos fueron secuestrados a cambio de rescates millonarios”, explica Stolberg en entrevista telefónica desde Alemania.
Un hombre que sabe de lo que habla, pues su compañía ha tomado interés en el uso e instalación de los LRAD en sus embarcaciones luego de que en septiembre de 2008 su navío BBC Trinidad fuera secuestrado durante tres semanas por piratas somalíes, que liberaron la fragata tras el pago de 100 millones de dólares.
“En los últimos años, la piratería se ha incrementado de manera dramática. Tan sólo en las dos primeras semanas de 2009, 20 navíos fueron atacados en la costa de Somalía”, afirma Stolberg.
El presidente de Bremen Beluga Shipping cree que la instalación de los LRAD en sus naves actuaría como una medida de seguridad a corto plazo para prevenir ataques piratas, al menos hasta que las zonas marítimas de alto riesgo estén resguardadas por embarcaciones armadas.
Además, la protección de los navíos enfrenta otro problema, pues son pocas las empresas de transporte capaces de adquirir armamento de alto calibre o servicios seguridad privada por sus altos costos.
Como ejemplo, algunas compañías de seguridad privada cobran hasta nueve mil dólares diarios por proteger embarcaciones, contra los tres mil o cuatro mil dólares que hay que desembolsar por la versión básica de los LRAD, misma que se pueden elevar hasta los 115 mil dólares por el equipo más avanzado, afirma Putnam.
Los aparatos de comunicación han logrado dejar el mar y han comenzado a ser utilizados en cárceles, plantas nucleares, refinerías petroleras, zonas militares, estaciones de policía y de bomberos o cualquier otro lugar de acceso restringido.
La empresa incluso trabaja en el desarrollo de equipos de sonido ligeros y portátiles de largo alcance para ser instalados en aviones con el objetivo de ahuyentar parvadas de aves que podrían generar accidentes aéreos.
“Aunque la gente los vea así, los LRAD no son cañones sónicos, su uso responde a la simple regla de si no quieres quemarte, no juegues con fuego”, dice Putnam.
Desarrollan armas de alta frecuencia para proteger embarcaciones contra piratasLos peligros en alta mar no han cambiado para quienes surcan los siete mares. Desde maremotos, tormentas y huracanes hasta tiburones y piratas, los riesgos han permanecido a lo largo de los siglos y si bien la gran mayoría de estos riesgos son incontrolables, la tecnología ha dotado de “sutiles” herramientas para defenderse contra quienes buscan robar el cargamento o secuestrar la tripulación de las embarcaciones del siglo XXI: cañones que en vez de plomo van cargados con frecuencias de sonido insoportables a los oídos humanos.
Bajo el nombre de Dispositivo Acústico de Largo Alcance (LRAD, en inglés), los navíos tienen la posibilidad de repeler los ataques o intentos de secuestro. Esto, mediante equipos en forma de antenas de satélite capaces de emitir frecuencias sonoras dirigidas, superiores a los 151 decibeles (dB) y con rangos de alcance de hasta los mil metros.
Como referencia, el oído humano comienza a sufrir molestia entre los 130 y 140 dB, algunos sonidos ambientales pueden llegar a los 160 dB, un explosivo alcanza hasta los 185 dB y se estima que es necesario generar frecuencias cercanas a los 200 dB para provocar daños internos como la explosión de los pulmones, sordera o generar derrames cerebrales.
Con los LRAD es posible reproducir desde mensajes de advertencia hasta sonidos agudos dirigidos zonas específicas que generan molestia o lastimen al escucha.
Destaca que estas no son armas letales, sino de aviso y protección, como la define Robert Putnam, director de relaciones con medios e inversionistas de American Technology, firma estadunidense dedicada al desarrollo de estos dispositivos y otros equipos que manipulan y dirigen una frecuencia de sonido a placer del cliente.
“No son armas para lastimar a la gente, son dispositivos de comunicación de gran alcance”, dice Putnam en entrevista telefónica con Excélsior desde San Diego, California.
Subraya que su misión es mantener alejados de áreas específicas a individuos que no tienen por qué estar allí. Si no quieren resultar lastimados se tiene que alejar.
Sin embargo, desde su nacimiento los llamados cañones de sonido fueron pensados como instrumentos de defensa. Putnam afirma que su creación surgió como respuesta al ataque que sufrió el buque USS Cole en octubre de 2000 por piratas, que se hacían pasar por simples pescadores, en la región de Yemen.
Si bien en principio los equipos eran de uso exclusivo para la fuerza naval de Estados Unidos, American Technology vio en la piratería del siglo XXI una oportunidad de negocio rentable y fructífera, por lo que en 2003 pusieron los LRAD a disposición comercial de todo interesado.
Lo cierto es que encontraron mercado, Niels Stolberg, presidente mundial de la firma alemana Bremen Beluga Shipping, una empresa dedicada al transporte marítimo de carga, afirma que la piratería, los asaltos y secuestro de embarcaciones son los principales riesgos y amenazas para la industria.
“Zonas como el Golfo de Aden y el Cuerno de África son de las más peligrosas. Reportes de la Agencia Marítima Internacional (IMB, en inglés), refieren que más de 200 barcos fueron atacados a escala global durante 2008. La mitad de éstos fueron secuestrados a cambio de rescates millonarios”, explica Stolberg en entrevista telefónica desde Alemania.
Un hombre que sabe de lo que habla, pues su compañía ha tomado interés en el uso e instalación de los LRAD en sus embarcaciones luego de que en septiembre de 2008 su navío BBC Trinidad fuera secuestrado durante tres semanas por piratas somalíes, que liberaron la fragata tras el pago de 100 millones de dólares.
“En los últimos años, la piratería se ha incrementado de manera dramática. Tan sólo en las dos primeras semanas de 2009, 20 navíos fueron atacados en la costa de Somalía”, afirma Stolberg.
El presidente de Bremen Beluga Shipping cree que la instalación de los LRAD en sus naves actuaría como una medida de seguridad a corto plazo para prevenir ataques piratas, al menos hasta que las zonas marítimas de alto riesgo estén resguardadas por embarcaciones armadas.
Además, la protección de los navíos enfrenta otro problema, pues son pocas las empresas de transporte capaces de adquirir armamento de alto calibre o servicios seguridad privada por sus altos costos.
Como ejemplo, algunas compañías de seguridad privada cobran hasta nueve mil dólares diarios por proteger embarcaciones, contra los tres mil o cuatro mil dólares que hay que desembolsar por la versión básica de los LRAD, misma que se pueden elevar hasta los 115 mil dólares por el equipo más avanzado, afirma Putnam.
Los aparatos de comunicación han logrado dejar el mar y han comenzado a ser utilizados en cárceles, plantas nucleares, refinerías petroleras, zonas militares, estaciones de policía y de bomberos o cualquier otro lugar de acceso restringido.
La empresa incluso trabaja en el desarrollo de equipos de sonido ligeros y portátiles de largo alcance para ser instalados en aviones con el objetivo de ahuyentar parvadas de aves que podrían generar accidentes aéreos.
“Aunque la gente los vea así, los LRAD no son cañones sónicos, su uso responde a la simple regla de si no quieres quemarte, no juegues con fuego”, dice Putnam.