lunes, 2 de marzo de 2009

Las falsedades de los panfletos del sector naval

Miguel Angel Llana
Fuente: Rebelión

Si la UGT no cuenta con más argumentos que la descalificación y los adjetivos despectivos, pocos son los elementos disponibles para iniciar un debate y, mucho menos, para que los afectados -los trabajadores de cualquier sindicato, los que sólo pueden vivir de su trabajo- y la opinión pública, a quien iba dirigida la carta, puedan sacar alguna conclusión.

Décadas de incertidumbre, de huelgas, movilizaciones, de represión, de juicios -casi sumarísimos- y toda clase de luchas por la defensa de algo tan elemental como es un puesto de trabajo, se reducen ahora a una carta en la que la UGT carga las tintas sobre un sindicato, sobre la CSI, al que descalifica por realizar las actividades que son propias de cualquier sindicato, o que debieran serlo.

Pero, precisamente, las denuncias que la UGT hace a la CSI por pegar unos carteles, a los que califica como panfletos, no afectan al fondo de la cuestión, sino justamente a lo contrario, es como asesinar al mensajero por el contenido del mensaje. Y el contenido es la desaparición inmediata de todo vestigio de la construcción naval en Gijón, de una gran oportunidad industrial y de los puestos de trabajo existentes y potenciales, en un intento de no claudicar y de apostar por la esperanza pero poniendo en su sitio a los responsables del desguace de los astilleros.

Precisamente la UGT decidió, firmó sin más, que Naval Gijón se cierre el 31 de marzo, dentro de poco más de un mes y, Juliana, tal como van las cosas y del modo con el que UGT las lleva, no tardará mucho más, si no es que ya está decidido a juzgar por las apariencias.

El triunfo del sindicalismo asturiano, y el del sector naval de Gijón en particular, es que de media docena de astilleros han pasado a la nada. Y, además, que de varios miles de trabajadores en el sector naval, junto con otros miles más en la industria auxiliar, han pasado a ser espectadores atónitos viendo edificios de ladrillo y cemento en medio de los astilleros o de urbanizaciones encima de los diques y de las gradas, víctimas de la burbuja inmobiliaria que todavía sigue y con la que piensan seguir.

De momento, un sindicato como la UGT con un ciento de “liberados”, es decir, de profesionales del sindicalismo que han olvidado su puesto de trabajo y que ya no se deben a las cuotas de sus afiliados y ni siquiera a los afialiados, sino a las millonarias subvenciones directas e indirectas del poder político-económico con el que han de enfrentarse, es lógico y cabe esperar que nunca muerdan la mano que les da de comer.

Mientras, en la CSI, no tienen liberados, viven y se mantienen de las cuotas de sus afiliados a los que obviamente se deben. Ni siquiera dependen de ningún partido porque sus dirigentes y sus afiliados lo son independientemente de su ideología política e religiosa.

Es posible, seguramente, que la CSI haya cometido y esté cometiendo errores tácticos y estratégicos, pero de todo ello, sus afiliados y sus dirigentes son los únicos responsables porque no están subordinados a directrices externas ni dependen de financiaciones ajenas o sospechosas de propiciar dependencia sindical, marginando a los afiliados.

Con tantos profesionales sindicales a sueldo, que no cobran de su oficio o de su profesión, sino de su puesto y categoría en el sindicato, UGT, no parece merezca la pena considerar los aspectos referidos a la democracia que se mencionan en la carta, ni cómo se toman o quién toma las decisiones.

El peor enemigo no hubiera podido escribir semejante carta ni que revelara de modo más evidente de qué lado está UGT, negociaron y firmaron el cierre de Naval Gijón y lo consideran un triunfo mientras descalifican a los que no lo firmaron, a los que no quisieron firmar su propio despido.

El próximo día dos de marzo, UGT junto con la dirección de Naval Gijón y Pymar, se sentarán en el banquillo de los acusados en el Juzgado de lo Social por haber marginado a los tres delegados sindicales de la CSI en las negociaciones que llevaron al cierre del astillero. No es la primera vez que UGT es llevada a juicio por prácticas similares en Naval Gijón y es posible que una vez más, UGT pierda el juicio.

La situación de UGT en Juliana tampoco es mejor. Con su representante sindical en el Consejo de Administración y su actitud conciliadora que se deriva de las reuniones y comidas con las autoridades más que con los trabajadores, las posibilidades de que el astillero pueda mantener el empleo parecen remotas.

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