martes, 2 de septiembre de 2008

El médico no atiende cuando la fiebre es de 37,5 grados (Puertos)

Fuente: Nuestromar

El mercurio está ascendiendo. Esta vez, la actividad febril no es sinónimo de récord de contenedores en Buenos Aires o de bulk carriers cargando frenéticamente granos en Rosario. Esta fiebre es de 37,5°. No alcanza para llamar la atención del médico.

El médico llega cuando la fiebre se acerca a los 40°. La experiencia demuestra que sólo el paro total de actividades preocupa al facultativo.

La Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina (Fempinra), que agrupa a 14 centrales de trabajadores del sector llamó a un cese de actividades para mañana.

Desde las 11 hasta que termine el día no permitirán la entrada ni salida de camiones a las terminales portuarias nacionales, ni la operación dentro de las mismas, ni el ingreso o egreso de buques a los puertos. Otra pérdida en el cuadro de resultados.

La protesta incluye varios puntos: cuarta categoría; asignaciones familiares; movilidad de las jubilaciones; instrumentación del programa de propiedad participada; terminar con la tercerización y el trabajo en negro; el retorno de la bandera nacional; la defensa de los intereses argentinos en la hidrovía...

Pero en la base del iceberg está el temor por la inercia que se observa en el puerto.

Se suma así un factor "clínico" de peso: los 20.000 trabajadores del puerto de Buenos Aires no ven un plan. Lo que ven son las tenazas de Montevideo y ahora de La Plata que presionan sobre los contenedores de Puerto Nuevo.

Los armadores advierten que los barcos serán más grandes y que Buenos Aires no está en condiciones de recibirlos. Pero sus síntomas no logran llamar la atención, como tampoco la indefinición sobre el vencimiento de las concesiones en 2012, 2018 y 2019 de Bactssa, TRP y APM Terminals, respectivamente.

Los trabajadores sienten que sus fuentes de trabajo peligran. La fiebre está por llegar a los 40°. La AGP es una madre que consuela con analgésicos. Con el paro, el médico -que es, además, ministro de Planificación- tal vez comience a prestar atención.

Por Emiliano Galli/La Nación

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