Los astilleros buscan trabajar en países como Italia, Argelia o Francia.Pescadores y armadores basan el problema en el coste del gasoil.
Fuente: Mediterráneo
MARÍA JOSÉ SÁNCHEZ
La coyuntura económica que atraviesa el país, afecta también al sector naval. La empresa Oremar-Asfibe de Benicarló se ha visto obligada a recortar la plantilla, en un intento por hacer frente a la grave situación.
El armador Juan Orero asegura que "los propietarios de los barcos hay semanas que no pueden pagar a sus trabajadores".
El precio del gasoil es, básicamente, el origen de la preocupante situación, aunque no parece ser la única traba para los armadores y los pescadores. Para Orero, "la falta de soporte económico de la Administración y el desorbitado coste del gasoil, hace que los patronos se desanimen y no se hagan más barcos".
Tan delicada es la situación a la que se enfrentan, que algunas de estas empresas están planteando cerrar sus puertas. "Ante la disyuntiva, intentando trabajar para otros países como Italia, Francia o Argelia", asegura.
En los últimos meses, cuatro empresas nacionales, entre ellas Oremar, han creado un grupo y han conseguido firmar un convenio con el gobierno angoleño.
"En este astillero hemos construido varios barcos, son para el Gobierno de aquel país y, después, ellos se encargan de distribuirlos entre los pescadores".
La crisis deriva, incluso, en la intención de uno de los astilleros más importantes de la provincia de abrirse mercado en Argelia. De hecho, trabajar en el exterior es "la única opción viable" para los armadores, quienes se quejan de "ser ninguneados" por las distintas administraciones de las que, afirman, "nos nos han ayudado en absoluto".
En especial, Orero denuncia el trato que reciben de Capitanía Marítima de Castellón. "Es un auténtico desastre", denuncia, y explica que para responder a una solicitud de reparación de un motor "pueden tardar hasta seis meses y si no contestan, la petición queda anulada", dice.
"En el caso de embarcaciones de recreo, que ya vienen con toda la documentación, hemos resuelto hacer los trámites en Tarragona o Valencia, y en 24 horas está resuelto", añade.
El desánimo es tal que, como ya ocurriera en el 2005, con el cierre de los puertos, ni siquiera se plantean movilizarse.
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