Las rachas de viento que llegaron a alcanzar hasta 130 kilómetros por hora y el fuerte oleaje que afectó el golfo de México el pasado 23 de octubre trajo consigo uno de los mayores accidentes en la historia de Petróleos Mexicanos (Pemex)
Noé Cruz Serrano
Fuente:El Universal
noe.cruz@eluniversal.com.mx
Las rachas de viento que llegaron a alcanzar hasta 130 kilómetros por hora y el fuerte oleaje que afectó el golfo de México el pasado 23 de octubre trajo consigo uno de los mayores accidentes en la historia de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Hoy, después de 21 días del accidente, La Usumacinta permanece inclinada y los daños y efectos de la fuga de hidrocarburos no han podido ser reparados. Pemex asegura que las condiciones climatológicas adversas que prevalecen en la Sonda de Campeche han impedido las reparaciones de la plataforma y que uno de los principales problemas que las retrasan es la falta de viento que ayude a dispersar el gas que continúa saliendo del yacimiento, “lo que eleva el riesgo de una explosión o intoxicación”.
Las imágenes difundidas sobre los daños que el frente frío número 4 provocó en la plataforma Usumacinta, propiedad de la empresa Perforadora Central y que costó la vida de 23 trabajadores, dan cuenta de la dimensión del percance. Las olas que alcanzaron hasta ocho metros de altura provocaron que la giganta de acero se moviera de un lado a otro en movimientos oscilatorios que hicieron que la plataforma chocara contra el árbol de válvulas del pozo Kab 101, justo en el momento en que se intentaba acoplar la plataforma al pozo.
El golpeteo entre ambas instalaciones por el constante oleaje provocó fuga de aceite y gas al removerse las conexiones superficiales.
En ese momento, 86 personas que se encontraban en la plataforma (a 32 kilómetros (km) del puerto Dos Bocas, Tabasco y a 75 km de Ciudad del Carmen, Campeche) se habían percatado de que el pozo y la plataforma estaba fuera de control; la falta de hermeticidad de la válvula de seguridad que empezó a arrojar fuego era ya un mal síntoma, por lo que se ordenó el desalojo del inmueble.
La plataforma había cedido al embate de la naturaleza; se inclinó y prácticamente presionó los tubos, por los cuales se sigue fugando el aceite y el gas. Pero la mole de acero también cedió a la negligencia de la empresa contratista Perforadora Central, la cual ignoró las normas de seguridad que junto con el Comité de Normalización de Petróleos Mexicanos y Organismos Subsidiarios había contribuido a crear en mayo de 2007 y que recomiendan suspender operaciones en caso de que “las condiciones meteorológicas previsibles y aprobadas no sean favorables a la seguridad o puedan tornarse desfavorables con facilidad”.
Contractualmente las contratistas están obligadas a proporcionar las mandarinas o botes salvavidas y ser verificadas, pero este sistema también falló. El personal de la empresa contratista y de Pemex se encuentran estacionados en la zona en embarcaciones de contraincendios arrojando chorros de agua para formar una cortina que permita a los especialistas realizar las maniobras de control del pozo.
Pemex estima que se vierten al mar 422 barriles diarios de crudo ligero, que por su consistencia facilita su dispersión: al hacer contacto con el medio ambiente, 40% se evapora, otro tanto se emulsiona, 20% se recoge en embarcaciones y otra se solidifica.
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