Dr. Manuel Belgrano.
Cuando el Arq. Guillermo Rubio Fano era el Director de la Revista Náutica “Singladura” me solicitó escribir acerca de nuestra Marina Mercante, por lo que me permití expresar en el artículo correspondiente que si complicado y torpe es el caso de un individuo que es productor o que aspire a serlo, cuando para llevar su producción al mercado necesita pagar para que otro se la transporte, más grave aún lo es ocupándonos de las naciones.
Posteriormente he sido invitado a diversas reuniones, la última de ellas con el diputado Alejandro Gertz Manero de la Comisión de Marina en el Congreso de la Unión, donde, independientemente de los graves problemas por los que atraviesa nuestra Marina Mercante Nacional, me permití expresar que en México no existe una verdadera Secretaria de Marina, que lo que existe, eso si con gran presencia, sobre todo en el combate al narcotráfico tierra adentro, es la Armada de México.
Será por eso que a continuación reproduzco algunos conceptos que pueden servir de línea de acción para la reestructuración de nuestra Marina Mercante y sus actividades conexas, tomando como base el acta firmada el 1 de julio, misma que marca un hito en la historia de la marina argentina ante la utopía de que resultaba difícil, si no imposible la reestructuración de esta importante rama de la economía platense.
Siendo las 14:30 horas el primero de julio del año en curso, se procedió a la firma de la cesión de un porcentaje de acciones de la empresa Maruba S.A., a los gremios del sector (me imagino, pues no se especifica, que fueron marinos mercantes, estibadores, capitanes, maquinistas, camareros, etc.) fortaleciendo la premisa de que el capital más importante que poseen las empresas, son, sin lugar a dudas, sus trabajadores.
Este hecho sin precedente fue impulsado ante la imperiosa necesidad de recuperar la Marina Mercante Argentina y la urgencia de impulsar el comercio con otros países a través del agua como principal carretera de transporte internacional, peo además esta medida fue expresada como tendiente a “recuperar la conciencia marítima” fluvial, oceánica y portuaria, no solo en la mar argentina, sino en ríos, estuarios y lagunas con embarcaciones que enarbolan el pabellón nacional, acercando el producto del esfuerzo de productores e industriales para la exportación de los productos argentinos a todo el mundo. Nuestros marinos, nuestros trabajadores portuarios y nuestras empresas – reza el Acta en cuestión – tiene la vocación y capacidad para hacerlo. Para ello son imprescindibles las medidas que la Marina Mercante viene reclamando para tornarse competitiva. Se necesita que el impuesto a los combustibles que consumen nuestras embarcaciones, así como el pago para la Seguridad Social y el impuesto del I.V.A, sea computado como pago a cuenta del impuesto sobre las utilidades, así como los diferimientos impositivos para atraer inversionistas interesados en promover la creación de la actividad naviera con sentido nacional.
Debemos sumar voluntades – continúa – para crear un marco regulatorio adecuado a los requerimientos actuales y futuros del comercio regional e internacional que posibilite mejores servicios en el transporte de nuestras cargas de exportación nacional e internacional, de nuestros buques con bandera nacional y que al mismo tiempo contribuya a generar la construcción de buques en astilleros argentinos, fomentando la industria naval, el crecimiento del empleo y la mano de obra nacional.
Y el documento mencionado continúa con este importante párrafo: La Marina Mercante Argentina no es algo que se pueda limitar a un sector limitado (sic) sino que se trata de un sector estratégico para TODA la nación, relacionado con múltiples ramas de la actividad económica ya que no solo están en juego los puestos de trabajo a bordo de nuestros buques y las divisas concebidas por concepto de fletes, sino todas las actividades asociadas a la actividad marítima, con su repercusión sobre el mercado interno.
Y tras una serie de consideraciones de índole patriótica, política y nacionalista, firmaron este documento los representantes de los diversos sectores tanto gubernamentales como de la sociedad civil entre los que se consideró, entre otras, a las diversas cámaras empresariales, las empresas navieras, aduanales, armadores y remolcadoras, así como el Centro de Marinos de Ultramar y la Unión de Oficiales de la Marina Mercante.
Posteriormente he sido invitado a diversas reuniones, la última de ellas con el diputado Alejandro Gertz Manero de la Comisión de Marina en el Congreso de la Unión, donde, independientemente de los graves problemas por los que atraviesa nuestra Marina Mercante Nacional, me permití expresar que en México no existe una verdadera Secretaria de Marina, que lo que existe, eso si con gran presencia, sobre todo en el combate al narcotráfico tierra adentro, es la Armada de México.
Será por eso que a continuación reproduzco algunos conceptos que pueden servir de línea de acción para la reestructuración de nuestra Marina Mercante y sus actividades conexas, tomando como base el acta firmada el 1 de julio, misma que marca un hito en la historia de la marina argentina ante la utopía de que resultaba difícil, si no imposible la reestructuración de esta importante rama de la economía platense.
Siendo las 14:30 horas el primero de julio del año en curso, se procedió a la firma de la cesión de un porcentaje de acciones de la empresa Maruba S.A., a los gremios del sector (me imagino, pues no se especifica, que fueron marinos mercantes, estibadores, capitanes, maquinistas, camareros, etc.) fortaleciendo la premisa de que el capital más importante que poseen las empresas, son, sin lugar a dudas, sus trabajadores.
Este hecho sin precedente fue impulsado ante la imperiosa necesidad de recuperar la Marina Mercante Argentina y la urgencia de impulsar el comercio con otros países a través del agua como principal carretera de transporte internacional, peo además esta medida fue expresada como tendiente a “recuperar la conciencia marítima” fluvial, oceánica y portuaria, no solo en la mar argentina, sino en ríos, estuarios y lagunas con embarcaciones que enarbolan el pabellón nacional, acercando el producto del esfuerzo de productores e industriales para la exportación de los productos argentinos a todo el mundo. Nuestros marinos, nuestros trabajadores portuarios y nuestras empresas – reza el Acta en cuestión – tiene la vocación y capacidad para hacerlo. Para ello son imprescindibles las medidas que la Marina Mercante viene reclamando para tornarse competitiva. Se necesita que el impuesto a los combustibles que consumen nuestras embarcaciones, así como el pago para la Seguridad Social y el impuesto del I.V.A, sea computado como pago a cuenta del impuesto sobre las utilidades, así como los diferimientos impositivos para atraer inversionistas interesados en promover la creación de la actividad naviera con sentido nacional.
Debemos sumar voluntades – continúa – para crear un marco regulatorio adecuado a los requerimientos actuales y futuros del comercio regional e internacional que posibilite mejores servicios en el transporte de nuestras cargas de exportación nacional e internacional, de nuestros buques con bandera nacional y que al mismo tiempo contribuya a generar la construcción de buques en astilleros argentinos, fomentando la industria naval, el crecimiento del empleo y la mano de obra nacional.
Y el documento mencionado continúa con este importante párrafo: La Marina Mercante Argentina no es algo que se pueda limitar a un sector limitado (sic) sino que se trata de un sector estratégico para TODA la nación, relacionado con múltiples ramas de la actividad económica ya que no solo están en juego los puestos de trabajo a bordo de nuestros buques y las divisas concebidas por concepto de fletes, sino todas las actividades asociadas a la actividad marítima, con su repercusión sobre el mercado interno.
Y tras una serie de consideraciones de índole patriótica, política y nacionalista, firmaron este documento los representantes de los diversos sectores tanto gubernamentales como de la sociedad civil entre los que se consideró, entre otras, a las diversas cámaras empresariales, las empresas navieras, aduanales, armadores y remolcadoras, así como el Centro de Marinos de Ultramar y la Unión de Oficiales de la Marina Mercante.
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