lunes, 9 de marzo de 2009

LA INDUSTRIA MARÍTIMA CHILENA MIRA MÁS ALLÁ DE LA CRISIS FINANCIERA

Fuente: Nuestromar

En esta época, la preocupación por la crisis financiera no deja ver las posibilidades que ofrecen otras actividades de la producción nacional, por ejemplo, la industria marítima, que nació en el mismo momento en que fuimos descubiertos por España.

A lo largo de la historia económica de Chile, esta industria ha sufrido altos y bajos, pero ligada siempre al uso del espacio oceánico, como base para el crecimiento de la riqueza. Esta industria es una de las más demandantes de conocimientos y técnicas y siempre ha sido una fuente de trabajo para una gran gama de especialistas y artesanos, desde el obrero que limpia los cascos de las embarcaciones hasta el ingeniero que diseña los buques.

El Diario Financiero informa que el carácter multiplicador de esta industria se olvida muy a menudo porque no se conocen sus alcances y necesidades. La participación en la demanda de insumos elaborados es una fuente de trabajo tanto para las grandes y pequeñas empresas. Y muchas veces sus compras obligan a que los proveedores desarrollen ingenio para adaptar sus pedidos a los requerimientos, dando origen a grupos de investigación industrial que después adaptan sus soluciones a otras industrias. Si se habla de innovaciones, aquí están ocurriendo día a día.

En Chile sus actividades principales se centran en los astilleros de Iquique, Valparaíso, Talcahuano, Valdivia, Puerto Montt y Punta Arenas. Hay dos áreas de trabajos que son prioritarias; una en la reparación de los buques y la otra en la construcción de nuevas unidades, actividades que requieren programación a largo plazo y que duran entre 24 y 36 meses dependiendo de la inversión. La industria marítima, en general, proyecta sus actividades a largo plazo, período en que la actual crisis probablemente estará pasando. Lógicamente existe el peligro de que algunos pedidos no se concreten, pero la cartera de proyectos se construye con un horizonte mínimo de dos años.

Cuando se habla de construcción naval, se tiende a pensar sólo en de buques de guerra por ser la actividad que más publicitan los grandes astilleros y no se menciona que el mayor volumen lo constituye la reparación, modernización y construcción de buques pesqueros y mercantes. Otro de los rubros es la construcción de yates de lujo, área en donde Chile está sobresaliendo por la calidad de los detalles y la seriedad con que se cumplen los plazos, siendo un producto de exportación para una demanda muy exigente.

Fuente de empleos

Hay regiones en donde la construcción de embarcaciones utilitarias como las usadas en el transporte de salmones y sus alimentos, representan una fuente de trabajo no sólo para los obreros especializados en soldaduras en aluminio sino que también para los técnicos en motores de combustión interna y constituyen un desafío para los arquitectos navales que deben responder con diseños a las condiciones de mar y tiempo de estas zonas.
En materia de pinturas para los cascos de buques y de embarcaciones, las exigencias ambientales son de tal importancia que hoy no se puede concebir el uso de compuestos que contaminen. En esta industria participan hombres y mujeres en todos sus niveles, tanto en puestos administrativos como en los ejecutivos, demandando especialidades como ingenieros comerciales, ingenieros mecánicos, arquitectos navales, decoradores de interiores, dibujantes, diseñadores y artistas.

Chile es un país marítimo, por un imperativo de la geografía. Reconocer esto nos ayudaría a entender mejor las posibilidades que se nos ofrecen en el mar y miraríamos la actual crisis con ojos más positivos en nuestra capacidad de recuperarnos de sus efectos. El problema está en que no hemos desarrollado una cultura que lo señale así a la ciudadanía.

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