martes, 3 de junio de 2008

El Presidente Felipe Calderón Hinojosa en la Inauguración de las Instalaciones de la V Región Naval Militar

Domingo, 1 de Junio de 2008 Discurso

ISLA MUJERES, Q. Roo

Palabras del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, durante la Inauguración de las Instalaciones de la V Región Naval Militar, que tuvo lugar en este municipio.
Muy buenos días.

Señor licenciado Félix González Canto, Gobernador del Estado de Quintana Roo.
Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, Secretario de Marina.
General Guillermo Galván Galván, Secretario de la Defensa Nacional.
Señores secretarios de Estado y Procurador General de la República.
Señor diputado Luis González Flores, Presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado.
Magistrada Lizbeth Loy Song, Presidenta del Tribunal de Justicia del Estado.
Ciudadana Alicia Ricalde Magaña, Presidenta Municipal de Isla Mujeres.

Señoras y señores, marinos de México:

Al inicio de nuestra vida independiente, México estaba impedido a ejercer, en los hechos, el pleno dominio de los vastos recursos en el mar que correspondían a la nueva Nación. El fortalecimiento de la Patria exigía la consolidación de una auténtica Marina Nacional, que impulsara su progreso y defendiera su soberanía.

Y fueron los Constituyentes de 1917, quienes consagraron en nuestra Carta Magna el requisito de ser mexicano por nacimiento para pertenecer a la Marina de Guerra o para tener un puesto de mando en los buques mercantes mexicanos.

Así, en un día como hoy, el 1 de junio de 1917, los capitanes mexicanos asumieron el mando de las embarcaciones que navegaban al amparo de la Bandera Mexicana.

Aquel histórico día fue el origen de una Marina Nacional consagrada a impulsar el fortalecimiento de la República.

Hoy, todos los mexicanos nos sentimos profundamente orgullosos de los marinos de México, celosos guardianes de nuestros mares, a quienes celebramos en este su día.

Honramos también hoy la memoria de los marinos caídos en el mar y en el cumplimiento del deber.
En el cumplimiento de esa misión patriótica de defensa de la soberanía nacional y de la integridad del territorio mexicano, la Marina Armada de México ha ocupado un lugar en la primera línea de defensa de la Patria ante sus enemigos.

Ayer, ante las potencias extranjeras que pretendían invadirnos, hoy la lucha es por defender a nuestro país de las garras de la delincuencia y legar un México seguro, libre y próspero a las nuevas generaciones de mexicanos.

Al inicio de esta Administración, la violencia y la inseguridad tenían secuestradas a muchas poblaciones del país, y la impunidad tenía en estado de indefensión a los ciudadanos frente a los criminales.
La decisión más fácil era no actuar, era hacer caso omiso a un problema que creció durante años y décadas al amparo de la indolencia, el temor o la franca complicidad.
Lo más fácil era dejar que el reclamo de seguridad y justicia de millones de mexicanos se perdiera en la indiferencia; eso implicaba dejar a millones de familias en el desamparo y permitir que la delincuencia fuera acabando poco a poco con el tejido social.

El problema es mucho más complejo que el mero tráfico de drogas hacia Estados Unidos, el mercado más grande del mundo.

Esa fue y sigue siendo la principal causa. Sin embargo, la operación criminal en la última década se ha desenvuelto y diversificado; quien busca el control de una plaza, lo busca no sólo para el tráfico, sino también para generar ahí un mercado de consumo doméstico que está destruyendo a nuestros niños y jóvenes y con ello nuestro futuro.
Debemos impedirlo. Más aún, está buscando también tener a su servicio toda la estructura de ilegalidad, desde el contrabando, la piratería y el control de giros negros, hasta el robo de autos, el secuestro y la extorsión de ciudadanos, la trata de blancas, la migración ilegal y el tráfico de armas, con frecuencia a partir de la intimidación o cooptación de cuerpos policiacos.

En pocas palabras, había que enfrentar no sólo una red de tráfico de droga, sino a estructuras consolidadas de crimen organizado en todo el país, que son preocupación fundamental de la sociedad mexicana.

Había que actuar y actuar rápido, y por eso nos dimos a la tarea impostergable de combatir a fondo la inseguridad y el crimen.

Y no es la acción del Gobierno la que genera la violencia, es la violencia la que ha obligado a la acción inmediata y decidida del Gobierno; no son los Operativos Conjuntos los que han provocado la violencia en Tijuana, en Juárez o en Sinaloa, ha sido la violencia de las mafias en esos lugares la que ha motivado que movilicemos toda la fuerza del Estado para hacerles frente.

Y decidimos emplear toda la fuerza del Estado, porque así debe ser para salvaguardar las libertades y la seguridad de los ciudadanos.

Y por eso pusimos en marcha la Estrategia de Seguridad Nacional.

En primer lugar, dimos inicio a los Operativos Conjuntos para recuperar, a favor del Estado mexicano, el pleno control del territorio de aquellas zonas del país asoladas por la presencia impune de organizaciones criminales.

Este elemento de la Estrategia Nacional de Seguridad, los Operativos Conjuntos, tienen como objetivo coadyuvar con las autoridades locales a establecer condiciones mínimas de seguridad en beneficio de los ciudadanos.

Sabíamos de antemano que la presencia de las fuerzas federales era sólo el principio de un proceso muy largo de recomposición del orden y, en algunos casos, de recomposición de la autoridad y de la sociedad misma en esos lugares.

Algunas veces, a medida que la presencia de la Fuerza Pública Federal permanece en algunos lugares, la intensidad de la violencia se reduce.

Sin embargo, en otros, la violencia permanece y es intensa donde la acción del Gobierno para enfrentar a fondo y en serio a la delincuencia organizada, apenas comienza.

En el primer caso, en el caso de que la permanencia se ha sostenido, ha permitido reducir actos criminales en la ciudad de Acapulco o en los estados de Tamaulipas o en Michoacán.

Sin embargo, en los casos de Culiacán o de Ciudad Juárez, por ejemplo, ahí donde la acción del Gobierno para enfrentar a fondo y en serio a la delincuencia organizada apenas comienza, ahí hay una intensificación.

Este fenómeno se agudiza también cuando, como es el caso, el dislocamiento de estructuras tradicionales de operación delictiva provoca que grupos criminales busquen alternativas y disputen a otras bandas el mismo territorio de operación y las mismas redes criminales.

Desde luego que no nos congratula la mera explicación de que la lucha por recuperar los espacios que México había perdido, implica necesariamente el registrar periodos de confrontación violenta.

Pero esa es la estrategia y es la estrategia correcta. Nos queda claro que si queremos verdaderamente aspirar a que México sea un país seguro para nuestras familias, tendremos que hacerle frente a los costos de tiempo, de recursos económicos y, por desgracia, de vidas humanas, que desde un principio advertí que tendríamos.

Pero nos debe quedar claro a todos, que los problemas sólo se resuelven enfrentándolos y no eludiéndolos, esa ha sido la premisa básica de mi Gobierno desde el primer día.

Estos costos se tienen porque estamos enfrentando el problema, porque no lo estamos eludiendo, y enfrentándolo es la única manera de solucionarlo.

En segundo lugar. Impulsamos una iniciativa de reforma para modernizar el sistema de procuración e impartición de justicia penal, que permitirá a las fuerzas del orden contar con mejores herramientas para combatir a la delincuencia y garantizar a los ciudadanos un acceso efectivo a la justicia.

Al mismo tiempo que fortalece a la autoridad, la reforma también fortalece a los ciudadanos y en especial a las víctimas.

En tercer lugar. Pusimos en marcha el nuevo modelo de formación policial, para formar y capacitar a una nueva generación de policías que cumplan con elevados estándares de ética y profesionalismo, y cuenten con las mejores tecnologías para combatir al crimen.

Enfrentamos bandas organizadas no sólo en todo el país, sino organizadas también internacionalmente, y la policía mexicana, siendo superior en número, está totalmente fragmentada y dispersa en miles de alcaldías y en las policías estatales.

Las Fuerzas Armadas y la Policía Federal, destacadamente la Marina Armada de México, han tenido una presencia notable y activa en el territorio nacional y han enfrentado con valor y determinación al enemigo.

En su conjunto, su fuerza, su número, su armamento y su organización, es muy superior a la del enemigo. Pero sorprende saber que las policías estatales y municipales, sumadas, tienen, incluso, aún más efectivos que las fuerzas federales, incluyendo al Ejército y a la Marina.

Si logramos fortalecer, y en los casos necesarios, recomponer y depurar los cuerpos policiacos locales en el país, una buena parte de la lucha estará ganada.

Es por ello que hemos iniciado un proceso de depuración y fortalecimiento de los cuerpos policiacos en el país.

Hoy está en marcha la organización de una nueva Policía Federal que, al lado de las Fuerzas Armadas, hoy es vista por la delincuencia como un serio obstáculo a sus actividades ilícitas y como una amenaza para sus intereses.

Los policías federales, que particularmente este año han perdido la vida, han caído sabedores de que están contribuyendo poderosamente a la edificación de una Patria mejor para todos.

En su memoria y en el ideal que hermana a la Marina Armada de México y al Ejército Mexicano con las autoridades encargadas de la seguridad y la procuración de justicia, seguiremos fortaleciendo, día con día, en calidad y cantidad, la estructura de las fuerzas federales, incluyendo a las Fuerzas Armadas y a la Policía Federal, hasta el punto de que las autoridades civiles cuenten con la fuerza suficiente para hacer frente a su tarea primordial, sin que sea indispensable, como lo es ahora, el apoyo subsidiario y de coadyuvancia de las Fuerzas Armadas en el día con día.

Aunado a ello, es necesario un proceso de depuración y fortalecimiento de las policías locales en el país, que sólo tendrá éxito en la medida en que se cuente con el pleno y decidido respaldo de los gobiernos locales y municipales.

Estamos fortaleciendo a nuestras policías para fortalecer a México.

En cuarto lugar. Con la Plataforma México estamos avanzando en la consolidación de un sistema único de información criminalística, en el diseño de mapas de delincuencia y en la concentración de todos los datos de que dispone el Estado, acerca del fenómeno delictivo.
Las fuerzas del orden cuentan ahora con un nuevo sistema de inteligencia policial para combatir con mayor eficacia y contundencia a los criminales.

Es de destacar el avance tecnológico e informático que ha desarrollado la Marina Armada de México.

En quinto lugar. Dimos inicio a la Estrategia Limpiemos México, Zona en Recuperación, para prevenir y tratar las adicciones en la juventud, para garantizar la seguridad en las escuelas y que estén libres de droga, y para recuperar los espacios públicos que están en manos de la delincuencia.

Con la acción conjunta entre sociedad y Gobierno, estamos cerrando espacios de acción a los enemigos de México.

En resumen, la estrategia del Gobierno Federal es una estrategia integral, es también una estrategia de largo plazo; una estrategia que implica varios aspectos para defender a la sociedad.

Por una parte, recuperar para el Estado mexicano, el pleno control y mando de aquellas regiones asoladas por el crimen organizado.

Fortalecer y depurar los cuerpos policiacos no sólo a nivel Federal, sino en los tres órdenes de Gobierno; contar con instrumentos tecnológicos y tácticos de vanguardia para combatir el crimen organizado; debilitar las estructuras financieras y operativas del crimen, y poner especial énfasis en la parte preventiva.

Impulsar una cultura de legalidad y cero tolerancia a la corrupción y a la vinculación con el crimen; rescatar espacios públicos para devolvérselos a la ciudadanía, y trabajar intensamente en la prevención y tratamiento de adicciones, especialmente entre los jóvenes.

Qué busca la delincuencia con la virulencia irracional de su comportamiento. Busca aterrorizar a sus adversarios, sí, pero también atemorizar a la sociedad y con ello, y a través de ella, paralizar al Gobierno; busca que el Gobierno desista de su acción y se repliegue, dejando a las mexicanas y a los mexicanos, especialmente los que viven en las zonas más afectadas por este fenómeno, prácticamente abandonados a su suerte.

Y a pesar de que sabemos que sólo en el largo plazo podemos observar resultados tangibles, hemos sostenido, aún en el corto plazo, avances y logros importantes. Hemos logrado los mayores decomisos no sólo en México, sino en el mundo entero, tanto de ciertas drogas como de dinero en efectivo, los mayores decomisos de armas en el país.

Hemos aprehendido a líderes de los principales cárteles y hemos golpeado severamente su estructura financiera y operativa.

Por supuesto que falta mucho por hacer, pero lo importante es que la estrategia es integral, es de largo plazo, es la adecuada y está en marcha, y que por muy abundantes que sean los recursos de la delincuencia, los recursos del Estado son superiores, y que somos más, muchos más, 105 millones de mexicanos más los que queremos vivir en paz y en orden.

Esta batalla, ténganlo por seguro, marinos de México, con el apoyo de ustedes, la vamos a ganar para los mexicanos.

En esta lucha, las fuerzas armadas han estado en el primer frente de guerra por las libertades, por la vida y la seguridad de los mexicanos y, por ello, tienen el reconocimiento y la gratitud de la sociedad.

En particular, a los marinos de México en su día, reconozco a nombre de los mexicanos, porque han sabido cumplir con entrega y pundonor, con heroísmo, la altísima responsabilidad de combatir al flagelo de la inseguridad y de la delincuencia y de preservar la integridad y la soberanía del país en el mar territorial y patrimonial de México. Porque saben que la causa por la que luchamos es de una gran superioridad moral.

Ustedes libran una batalla por toda la sociedad, y no se trata, como pretenden algunos, de alguna guerra en algún continente lejano, es una guerra que estamos librando en nuestro propio territorio, el enemigo está en nuestras propias calles.

Y lo que está en juego no son los recursos naturales de una Nación desconocida, están ellos amenazando a las familias de los mexicanos. Lo que está en juego es el futuro de México, y tenemos el deber, irrenunciable, de combatir para defender la tranquilidad, la seguridad, la salud y la vida de nuestras familias.

Podemos afinar, y lo hacemos de manera permanente, nuestra estrategia, pero nunca declinar. Es ingenuo pensar que la violencia terminará si el Estado renuncia a sus funciones esenciales, a su obligación de hacer cumplir la ley. Por el contrario, la violencia de los grupos criminales se recrudecería, con el objeto que tienen de obtener el pleno control de la sociedad y del Gobierno.

No ha sido la acción, sino la inacción de la autoridad, la que ha permitido la expansión de la criminalidad; ha sido, precisamente, la tolerancia, la indolencia, lo que ha permitido que crezcan en influencia y control, y no debemos permitir que avancen más.
Su frente fundamental en esta guerra está en el nivel local. Es indispensable que los gobiernos municipales y estatales no declinen en su obligación de garantizar la seguridad en sus comunidades.

También reitero la urgente necesidad de formar estrategias conjuntas a nivel internacional para hacerle frente a la criminalidad que está organizada globalmente y cuya acción trasciende claramente las fronteras de los países.

Finalmente, también es fundamental que todos los mexicanos demos todo nuestro respaldo, claro e indubitable, a los policías, soldados y marinos que hoy están en las calles luchando frontalmente contra la delincuencia no por otra cosa, sino para velar por la seguridad de las familias mexicanas.

Todos debemos estar comprometidos con esta causa. Los miembros de las fuerzas del orden deben saber, cada marino, cada soldado, que en esta delicada tarea cuentan con todo el respaldo de cada mujer y de cada hombre de bien de nuestro país.
No podemos ni debemos consentir que la causa por la que nuestros policías, soldados y marinos luchan, se debilite por la indiferencia o por la apatía. Todos debemos reprobar los actos cobardes de los criminales.

Debemos unirnos en torno al propósito de vivir en un país seguro. Negar el apoyo a las fuerzas del orden es una forma de auxiliar a los delincuentes.

Marinos de México, señoras y señores:
Durante los momentos más difíciles de la intervención francesa en nuestro país, el enemigo ofreció recompensas al General Vicente Riva Palacio a cambio de que renunciara a su deber de defender a la República.

Sin dudarlo, él rechazó la oferta del enemigo y escribió a su esposa: yo estoy resuelto; no transigiré. Si la fortuna me es adversa iré a comer el pan de la proscripción, pero no tendrás nunca el sonrojo de pasearte por las calles de México, asida al brazo de un marido que ha vendido la patria de tu hijo.
Como el General Riva Palacio, los marinos de México y, desde luego, el Presidente de la República como su Comandante, sabemos que no hay derrota sino gloria para quien nunca declina en la responsabilidad suprema de defender a la Nación.

Como él, estamos resueltos y no transigiremos. Hay quienes duden y prefieran que no hagamos nada, para mi Gobierno no hay ninguna duda, nuestro deber es seguir adelante en nuestro esfuerzo por liberar al país de las garras del crimen. Nuestra tarea es trabajar sin descanso para que nuestra querida Patria sea el México seguro y libre que está llamado a ser y que estoy seguro que será.

Por eso, como Presidente de la República expreso a ustedes, a nombre de los mexicanos, mi congratulación por la laboriosa y esforzada labor de los marinos de México, por el heroísmo y patriotismo que su actividad inspira.

Y expreso también, como Comandante, que la consigna a las Fuerzas Armadas de México es una e indubitable: perseverar en el ataque hasta alcanzar la victoria.

Muchas felicidades nuevamente a los marinos de México en su día.

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