- Fuente: Terra
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- Lorenzo Meyer
En Memoria de Norma Zepeda, más amiga que secretaria.
- ¿INTERÉS NACIONAL O SOLIDARIDAD ENTRE COMPAÑEROS DE VIAJE?
A diferencia de las relaciones entre individuos, las que se dan entre
países poco tienen que ver con altruismo. Se trata de relaciones de
poder y donde el interés nacional de cada uno es la principal o única
razón que las explica. Ahora bien, cierto tipo de relaciones entre
gobiernos que se justifican como de interés nacional son, en realidad,
de intereses particulares, de partidos, grupos o, incluso, personales.
- SIMILITUDES
La actual no es la primera ocasión que, en medio de una crisis
económica que azota a ambas orillas del Atlántico, un gobierno mexicano
suscribe contratos con astilleros españoles para dar oxígeno político a
un gobierno en España. Ya en los 1930, hubo un gobierno mexicano, que
pese a no contar con una economía boyante, se mostró solidario con otro
español en aprietos pero ideológicamente cercano y aceptó hacer un gasto
relativamente importante en barcos que no le eran estrictamente
indispensables. Así pues, fue una coincidencia de intereses ideológicos
de dos grupos gobernantes y no la mera lógica del mercado lo que explica
la transacción de entonces. Pues bien, algo similar ha vuelto a ocurrir
en la actualidad con el pedido de unos buques por parte de una empresa
estatal mexicana (Pemex) a unos astilleros de Galicia que ya llevaban
cinco años sin recibir ningún pedido y en vísperas de unas elecciones
autonómicas donde el tema del desempleo es central (La Jornada, 20 de
octubre).
La mayor diferencia entre lo ocurrido hace casi 80 años y la situación
actual es que entonces la idea era crear apoyo mutuo entre dos proyectos
progresistas a ambos lados del Atlántico y la de hoy es hacer lo mismo
entre dos proyectos conservadores.
En los años treinta del siglo pasado, el gobierno mexicano empezaba a
reconstruir el país según el proyecto de su revolución y naturalmente
vio con sorpresa y entusiasmo cómo en España -que hasta ese momento se
había mostrado contraria a la revolución en México- se desembarazaba de
su rey -Alfonso XIII- para empezar a construir una república cuyo
proyecto de reformas -agraria, en las relaciones Estado-Iglesia,
educativa o laboral, entre otras- se asemejaba al que ya estaba en
marcha en México. Fue por eso, para apoyar a un interlocutor en una
Europa muy conservadora y anti revolucionaria, que en México el "Jefe
Máximo de la Revolución", Plutarco Elías Calles, dio su visto bueno para
que el gobierno presidido por personajes sometidos a Calles, mandaran
construir varios buques de guerra en España y, en consecuencia, se
paliaran los efectos que la Gran Depresión tenía en los astilleros de
Bilbao. Hoy no es uno sino dos gobiernos mexicanos conservadores -el
panista que está por concluir y el priista que está por iniciar-, que
también han decidido mostrar su simpatía con un gobierno español de
igual inclinación -el del PP presidido por Mariano Rajoy- y afectado por
circunstancias económicas similares. Un efecto de la decisión de las
autoridades mexicanas se dejó sentir el pasado fin de semana, cuando el
PP de Galicia logró una importante victoria electoral para el PP. Cuando
se negociaron los contratos para la construcción de los barcos en
cuestión, esa victoria parecía difícil pero la posibilidad del acuerdo
con Pemex fue usada por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto
Núñez Feijóo, y por el propio Mariano Rajoy, como uno de los argumentos
para que los votantes apoyaran al PP (La Jornada, 12 de octubre). Al
final, en algo debió contribuir ese argumento para que el PP se alzara
con un triunfo holgado -mayoría absoluta en el parlamento gallego (41 de
75 escaños)- mientras que en otra elección que tuvo lugar el mismo día
en el País Vasco, el PP simplemente se desplomó y apenas logró el 11.7%
de la votación. En opinión de la prensa española, el anuncio que se
había hecho antes de la elección en el sentido que los astilleros en
Galicia volverían a contratar obreros para cumplir su compromiso con
México sirvió para "proporcionar oxígeno al líder de su partido y
presidente del Gobierno de España, escaso últimamente de buenas
noticias". (El País, 22 de octubre).
- LOS HECHOS DE HOY
Fue en septiembre, con el gobierno de Felipe Calderón ya de salida, que
la opinión pública de México y España fue informada que se estaba
concluyendo una negociación para que a través de Pemex se ordenara la
construcción de un par de "floteles" -buques que deberán servir de
alojamientos flotantes para el personal que labora en las plataformas
petroleras marítimas- en dos astilleros de Galicia: Barreras, en Vigo, y
Navantia, en Ferrol. Los contratos implican una suma de alrededor de
380 millones de dólares pero se ha hablado de la posibilidad de ampliar
el pedido -incluiría remolcadores, por ejemplo- como parte de una
renovación de la flota de Pemex (La Jornada, 16 de octubre).
Como antes de la elección en Galicia se expresaran dudas sobre la
solidez de los contratos anunciados en la prensa de ambos países, el
presidente electo de México, Enrique Peña Nieto (EPN), decidió entrar en
acción y en su visita a España aseguró que él veía con "beneplácito" la
operación de Pemex con Galicia. La dirigencia del PP se vio llevada a
hacer explícito su agradecimiento a EPN por el gesto (El País, 14 de
octubre, Reforma, 15 de octubre). Quien será presidente de México, y ya
metido de lleno en este proceso, aseguró que justamente por la crisis
económica tan profunda que vive España, México había decidido
solidarizarse y apoyar fraternalmente a ese país (La Jornada, 16 de
octubre).
A lo anterior debe agregarse el mensaje de EPN del 15 de octubre a los
grandes empresarios españoles en Madrid y donde reiteró lo que ya había
dicho en otros países europeos: que su gobierno abrirá Pemex a la
inversión privada y usará la Ley de Asociaciones Público-Privadas para
ampliar las oportunidades de inversión privada externa en la
construcción de la infraestructura mexicana.
- LOS HECHOS EN LOS 1930
La Segunda República Española surgió en abril de 1931 como resultado de
la victoria en las urnas de los republicanos, en particular del PSOE.
En México el PRI original, el PNR, llevaba operando dos años y la figura
política central no era el Presidente sino el general Plutarco Elías
Calles, dedicado a institucionalizar el poder de los ganadores de la
Revolución Mexicana. En el mundo, la situación económica estaba marcada
por los durísimos efectos de la Gran Depresión que había estallado en el
mercado de valores de Estados Unidos en octubre de 1929.
Desde la caída del presidente Madero en 1913, las relaciones políticas
de los revolucionarios mexicanos con España y con el resto de los países
europeos habían sido pésimas, por decir lo menos. Justo a mediados de
los 1920, Inglaterra decidió empezar a normalizar su relación con el
México revolucionario y España -con una gran colonia de comerciantes y
propietarios en nuestro país sin ninguna simpatía hacia las políticas
revolucionarias- se resignó a seguir un camino similar, aunque sin
entusiasmo y con mucha desconfianza.
El advenimiento de la República Española llevó al cambio de sus
diplomáticos en México -el vizconde Gracia Real fue reemplazado por el
republicano Julio Álvarez del Vayo- y entonces los círculos oficiales de
España y México empezaron a hablar el mismo idioma, justo como es el
caso hoy pero en sentido contrario: el PNR se identificó con el PSOE
como hoy el PAN y el PRI lo hacen con el PP.
En el mismo año de 1931 -momento de depresión económica particularmente
duro- se empezó una negociación España-México que culminó en 1933 sin
que le afectara el cambio de presidente en México, pues el saliente
Pascual Ortiz Rubio y el entrante, Abelardo Rodríguez, obedecían a
Calles. Esa negociación significó la compra de cinco transportes y 10
cañoneras guardacostas por valor de 17 millones de pesos oro (68
millones de pesetas) y un año más tarde se firmó otro acuerdo menor para
la compra de maquinaria para astilleros en México. Los barcos llegaron y
México terminó de pagarlos en especie durante la guerra civil que
terminaría con la derrota de la república en España en 1939.
- CONCLUSIÓN
El acuerdo de 1933 dio pie a críticas que hoy se repiten. ¿Por qué no
se usan los recursos públicos con propósito genuinamente nacional:
fomentar en México la construcción naval y el mercado interno? Y la
respuesta puede ser similar: porque ambas operaciones no se explican
sólo por razones económicas de oferta y demanda, sino básicamente por
razones de solidaridad ideológica y política; revolucionarias entonces y
conservadoras hoy.
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