Marinos en Puerto

  Estimados   amigos  a siete años  del premio OMI  (2005) , nuestro colega y amigo Dn Luis Martinez  Wolf  haciendo lo que le gusta  entra a un concurso de la
  Sria de Marina   que inicia  hace  once años  y gana  , apenas  ayer  le dieron la noticia ( en horabuena )  , en este caso  no queda mas que felicitarnos  pór

   ser nuestro amigo .-salud

                                                                                      atte. meixman

 Con alegria les informo que en un concurso de cuento convocado por la Armada de Mexico obtuve el primer lugar, una cantidad en efectivo, medalla diploma y una serie de eventos en los que deber+é pronumciar discurso, viaje con mi consorte a varios lugares durante sieis dias que dura la pachanga de la premiacion. estoy orgulloso y aceptenlo como una aportacion de un Marino Mercante :. a la cultura, ( este casoun poco de incultura desmadrosa) Un TAF LMW

Marinos en Puerto, problema seguro

Soy un veterano de la mar, salí de la escuela hace 60 años y me mantengo a los 80 años de edad trabajando en áreas vinculadas con la marina, aunque en muchas ocasiones incursiono en otras actividades distintas a lo mío, la mar; en estos días trabajo en un proyecto para la micropropagación de vegetales, mediante el cultivo de tejidos en reactores, asuntos tan raros que hasta la enunciación le parece a muchos cosa extraña, solo para impresionarles, baste decir que un delicado proceso es la organogénesis somática indirecta. ¿Que tal?, apantalla o no mi tarea.

         Por andar metido en tantas actividades, mi vida ha sido entretenida, uno de los episodios que vale la pena su relato, es la tarea de proyecto, construcción y operación de barcos pesqueros. Dado que algunos barcos eran construidos en astilleros del extranjero o apartados del área donde entrarían a trabajar, se me encargaba por contrato aparejarlos y ponerlos a son de mar para su traslado al puerto de destino, moví barcos desde Estados Unidos, Perú, Brasil, España, Holanda y entre puertos nacionales con el continente de por medio, en total moví en esta actividad mas de 300 barcos, teniendo en mi registro mas de 200 cruces por el Canal de Panamá.

En cada operación de traslado de barcos contrataba tripulantes, arme un equipo de magníficos marinos, la mayoría de ellos del puerto de Alvarado, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que en pocos lugares del mundo se pueden encontrar marinos con tan firme y natural vocación. Por inescrutables razones, se comportan en la mar con tal desenfado que pareciera su hábitat de nacimiento y desarrollo es a bordo de un barco, siempre dispuestos realizar cualquier actividad en la mar, intrépidos y sin temor ante los duros embates de las borrascas que necesariamente enfrentan los marinos pescadores.

Bueno, una cosa es el marino alvaradeño en la mar a bordo de un barco y otra completamente diferente es este mismo marino cuando está en puerto, bajando de su barco se olvida del mundo, con desenfado hace intimidad con los personajes en el puerto, hombres y mujeres, botarate de sus reservas financieras, buenos bebedores, por supuesto de cervezas y aguardiente, bailadores y jugadores de todo lo que les pueda divertir, en tierra se olvidan de sus responsabilidades a bordo y hasta agotar el físico y la cartera regresan al barco humildes y derrotados, por supuesto recuperadas las finanzas y las energías, vuelta a lo mismo, lidiar con ellos es tarea casi imposible, yo tomé la costumbre de nombrar un jefe de entre ellos mismos, saca maloras en las cantinas, apaciguadores o cómplices en las regulares broncas, si fallaba el líder en el control del broncudo, solo quedaba esperar el retorno de los desordenados; relataré dos o tres aventuras que me toco soportar con estos piratas, como les llamaban los armadores que me contrataban. Los Piratas de Martinez Wolf.

Negros y Griegos de Norfolk contra Alvaradeños

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En ocasión de un contrato para trasladar 100 barcos que se construyeron en la Columbian Yatch de Norfolk Va. Llevé a ese puerto a mis piratas de Alvarado, felices y agradecidos del viaje en avión vía Chicago, durante el viaje acabaron con las reservas bebestibles y comestibles del avión, pudieron hacerlo por su natural desparpajo y buen humor que cautivó a las sobrecargos, al llegar a Norfolk, se nos presentó el Cónsul honorario de México en ese lugar, después de explicarnos la importancia de mantener el orden durante nuestra estancia en la ciudad y el astillero, nos insistió respecto a lo peligroso que eran los barrios bajos de la ciudad, sobre todo el área que compartían los negros y los griegos, muy peligrosos por pillos y peleoneros. El primer incidente que se dio fue cuando un griego, pretendiendo timar a los alvaradeños, les retó a una partida de billar, se cruzaron las primeras apuestas con el triunfo holgado del griego, los alvaradeños los dejaron apostar con cierta liberalidad, después de varias partidas perdidas, los griegos burlonamente insistieron para que los alvaradeños sacaran lo escondido y apostaran como hombres, a esas alturas ofrecieron dar ventaja a quien pusieran los alvaradeños a jugar, aceptaron el reto y uno de los piratas, de nombre Riande, sacó el resto, mas de 2500 Dólares, los griegos hicieron la polla y aceptaron dar inicio a la jugada de Pool, un alvaradeño chaparrito por el que nadie daba un céntimo de apuesta, tomó el taco y en pocos minutos metió todas las bolas sin fallar una sola. Los griegos armaron la bronca alegando que habían sido timados y la emprendieron a golpes, salieron a la calle y uno de los alvaradeños sacó una faca (cuchillo de cocina)  que normalmente cargaba a bordo y solo dio dos raspones en el pavimento, sacando un arco de chispas que puso pies en polvorosa a los griegos y negros agresores.

A los dos días, el Cónsul de México se presentó en el astillero y me reclamó, pues la colonia griega y de negros habían puesto queja en el consulado, además, se había advertido a la comunidad que se cuidaran de andar por el barrio Griego y de negros pues había sido invadido por unos mexicanos muy peligrosos.

Baile de maricones

En una ocasión fui requerido para recibir en astilleros del Callao en Perú una serie de 30 barcos pesqueros bolicheros, para pesca de anchoveta y sardina en la costa de México en la baja California, debí trasladarme a ese país junto con los tripulantes, por supuesto los piratas alvaradeños, la recepción de los barcos se alargó por mas de 2 meses, tiempo durante el cual, a los tripulantes les hospedé en un hostal de Lima, diariamente se trasladaban a Callao para conocer los barcos y dar su apoyo en los distintos asuntos de poner los barcos en condición de salir a la mar, el primer lote de barcos era de ocho y conforme eran aparejados los sacábamos a la mar para probar sus condiciones marineras y recibirlos, por diferentes problemas, se alargó la estadía en Perú y los piratas hicieron de la suya por los meses que permanecieron dándose buena vida, dos de ellos se casaron en Callao, no se como le hicieron para cumplimentar las leyes pero se casaron, teniendo como único problema que ya estaban casados en Alvarado.

A pesar de las estrictas medidas de control que tenia impuestas, los sábados salíamos de fiesta y normalmente acudíamos a una peña criolla a escuchar las bellas canciones peruanas, recuerdo que en una ocasión, estando en la peña creo llamada Ugarte, la variedad consistía en unos bailarines del folklore peruano conocido como “Marinera”, es un zapateado en que una pareja baila con coqueteos de la dama, el hombre, siempre zapateando, se aproxima a la mujer abrigándola con una larga y delgada pañoleta, durante el zapateado invitaban al publico para que pasaran a la pista y acompañar a los bailarines, uno de los alvaradeños me pidió permiso para lanzarse a la pista y acompañar a la bailadora, acepté pidiéndole lo hiciera con respeto, así lo hizo y bailó tan bien que el publico le premió con estruendoso aplauso. El conductor del espectáculo se acercó a nuestro bailarín preguntándole de donde era y la razón por lo que bailaba tan bien la marinera; El Peludo, como apodábamos al bailarín, sin inmutarse respondió que era de Alvarado y el baile era igual al son jarocho que se bailaba en toda la cuenca, con la única diferencia que en Alvarado no empleaban el pañuelito de maricones que usaban para bailar en Perú.

 No relato lo que siguió por que hasta la fecha me duelen los mandarriazos que nos dieron los sacamaloras de la peña Ugarte.

Luz de situación en el tope del mástil

En una ocasión tuve necesidad de llevar 8 barcos camaroneros recién construidos de Mazatlán a Alvarado, como eran los primeros barcos de una serie de 60, decidí navegar con la flotilla para conocer su comportamiento y corregir eventuales fallas, con un Capitán Navegante zarpamos de Mazatlán una tarde con regular viento del noroeste, el Capitán se mareó y me dejo la responsabilidad de llevar el mando de la flotilla, recalé a manzanillo y despedí al capitán, la situación contingente me obligó a tomar el mando y continuar el viaje, navegamos sin novedad, en Salina Cruz un Capitán veterano me recomendó que como navegaba en flotilla, para que los barcos que me seguían reconocieran al puntero y le siguieran, era conveniente que colocara un foco rojo en el tope del mástil, así lo hice y navegué sin problemas hasta que estando frente a Honduras aproximadamente a las 03.00 hs. apareció en el radar un gran buque a rumbo contrario, lo mantuve en observación hasta que estando casi por la amura de estribor a menos de media milla, consideré estaba en franquía, baje a prepararme un café, estando tranquilo, de pronto escuche gritos desaforados del timonel, subí a la derrota y con asombro vi que el gran buque estaba a corta distancia de mi barco y navegaba con rumbo de colisión, atolondradamente jale el timón a mi banda de estribor y jale también la palanca de marcha del motor para dar toda atrás, vi el enorme barco sobre mi, con espanto esperé el impacto que con seguridad provocaría el hundimiento de mi barco, no supe que pasó, pero el ruido de motores y todo dándome vueltas pasó en pocos minutos o segundos, mi barco había girado 180 grados lanzado por la ola de proa del otro barco que vi como se alejaba.

Asustados, los tripulantes y yo, tartamudeando me invitó uno de ellos un trago de tequila de una botella que saco de no se donde, le baje casi la mitad y fui al WC acometido por una diarrea galopante maldiciendo al gran buque que había tratado de matarnos. ¿Que paso?. Muy sencillo, habíamos cometido imperdonable falta al transito de buques en alta mar, me explico:

Navegábamos ambos barcos a rumbo contrario, cuando el otro barco vio por su amura de estribor una luz roja, intuyó que mi barco navegaba a rumbo de colisión con el, pues yo le estaba dando la luz roja de supuesta banda de babor y el maniobró todo a estribor para tratar de librarse de la colisión inexistente pues ya mas cerca el hubiera visto mi luz verde de situación de estribor, culpable fui yo por poner la luz roja en el tope de mi barco siguiendo los consejos de un Capitán equivocado.

Una isla en movimiento

En el anterior relato viví casi la muerte por andar arrogándome facultades de navegante siendo Ingeniero naval, ergo marino buey, en ese mismo viaje viví la experiencia de una isla que navegaba cerca de mi barco, escuchen el relato: Frente a Costa Rica hay una pequeña isla llamada La Montuosa, de muy clara situación, de día, resalta el alto picacho de un volcán apagado, según el derrotero se eleva a mas de 250 mts. s.e.n.m., esperaba ver el alto picacho de la Montuosa cuando se cerró el horizonte en una fuerte lluvia, con el radar traté de localizar la isla, la vi por babor y decidí continuar rumbo dejándola por tierra, volví a ver el radar y para mi sorpresa la isla la tenia por estribor, vi el compás y estaba bien el rumbo, lo cambie mas o menos 20 grados para volver a dejar por tierra la isla, para casi mi espanto la pínche isla se volvió a mover a estribor y yo navegaba por tierra de ella, vi el compás y decidí continuar rumbo, dejándola por mi banda de estribor, a mas o menos ¼ de milla, al tener cerca la Isla, vi que no era tal, estaba enfrente de tremenda tromba que arrastraba enorme cantidad de agua, me movió el barco durante mas de media hora como si estuviera dentro de un ciclón.

Después de este nuevo susto, juré nunca volver a dármela de navegante, concluí, capitanes a navegar e ingenieros a los fierros del barco.

Cruzando el Canal de Panamá ¡Sin permiso!

Ese para mi histórico viaje, de Mazatlán a Yucalpetén, me dio otro susto, según mi derrotero y consejos de otro Capitán, después de la boya de recalada al canal de Panamá, navegara cinco boyas mas del canal y me fondeara en el flat o fondeadero de Flamingos, llegué a la boya de recalada y principie dentro del canal a navegar contando las boyas, cuando iba en la cuarta, casi estaba bajo el enorme puente internacional cruzándome con mis 8 barcos, otros enormes que salían del canal, buscaba donde estaba Flamingos, cuando se me atravesaron dos guardacostas americanos haciendo mucho alboroto y marcándome el alto con megáfonos, detuve mi marcha y me abordaron los oficiales del guardacostas preguntándome que hacia en el lugar en que me encontraba con ocho barcos de bandera mexicana bajo el puente, al responderle que buscaba el fondeadero de Flamingos, me respondieron que lo había dejado media milla atrás y que estaba a punto de llegar a la primera esclusa.

Me retacharon y amables me dijeron donde fondear mi flotilla, al día siguiente fue un oficial de comunicación y se aclaró mi intento de invadir el canal de panamá. Lo que no me había explicado mi hermano es que las boyas se contaban a babor y estribor en numero progresivo y yo andaba bajo el puente en la boya numero diez pensando que me acercaba a la cinco. Ni modo, jamás lo volveré hacer y no creo que nadie me lo permita.

Piratas de familia enseñan a piratas

Mi negocio fue por muchos años transportar barcos, recibiéndolos del astillero y llevándolos al dueño que me contrataba, mi compromiso era entregar los barcos indemnes, sin raspones y en el tiempo convenido, siempre cumplí con mis compromisos, el como, ahora puedo confesarlo pues ya no estoy en edad de andar de pirata, pero descubrí que las leyes internacionales son muy laxas; entrar en un país extranjero me costaba mucho dinero, en EU cada arribo y despacho me costaba mas de cuatro mil dólares por barco, descubrí que con solo cambiar de bandera no había problema, de los 100 barcos que transporte de Norfolk al pacifico mexicano, solo los primeros ocho pedí permiso de arribo y despachos cuando arribaba a Miami para abastecer, después, solo bajaba la bandera mexicana y subía la americana, eso lo hice por consejo de un capitán de yates que hacia la misma operación en los varios países a los que recalaba, se me acusó de pirata, pero mis clientes estaban contentos por el buen servicio a bajo costo.

En una ocasión un Capitán, hoy práctico de puerto. traía de Itajai Brasil, seis barcos que yo había contratado, le esperaba en Panamá cuando me llamó por radio, estando a través de Barranquilla Col, para informarme que se había quedado sin agua y necesitaba entrar a un puerto para reabastecer, le ordené, haciéndome responsable de las consecuencias, que entrara al río Magdalena y que navegando río arriba dos horas encontraría agua dulce para reabastecer, lo hizo, entro y salió de Colombia sin problemas y hasta la fecha se siente orgullosamente pirata. Hoy ya nadie hace y creo es imposible hacer, las riesgosas jugadas que antes podíamos realizar, el mundo se hizo aburrido y peligroso, ni modo.

                                        Ing. Mec. Naval Luis Martínez Wolf