lunes, 27 de abril de 2009

Somalia: la piratería como problema de seguridad internacional

Solamente en los primeros meses de 2009, fueron secuestradas 19 embarcaciones y 300 tripulantes en el Golfo de Adén. Vista la importancia estratégica de las aguas del Cuerno de África, la piratería no es un fenómeno reciente, pero últimamente se ha visto intensificada, poniendo en el punto de mira a naves cada vez más grandes, cargadas de armas, víveres y combustibles. De esta manera han asumido relevancia internacional y Estados Unidos Unidos, la Unión Europea, India, Japón, Rusia y China han enviado fuerzas marinas para acabar con la actividad de los bucaneros. La intervención militar ha significado la muerte de los primeros piratas, lo que podría hacer cambiar la naturaleza del fenómeno, que parece ya tener implicaciones con algunos grupos terroristas ligados a Al Qaeda.

Maria Elena Franco

Fuente: Equilibri.net


La intensificación del fenómeno de la piratería a lo largo de las costas somalíes

La intensificación del fenómeno de la piratería se encuentra estrechamente ligada a la situación interna de Somalia. Desde la caída del último gobierno en 1991, el país se encuentra en una situación de inestabilidad política crónica, una creciente reivindicación de autonomía por parte de algunas regiones (como Puntland o Somaliland), condiciones económicas desesperadas, injerencias extranjeras y ataques de grupos independentistas con derivas terroristas, que siembran el terror entre la población, aumentando la miseria. Las condiciones que atraviesa este “Estado en quiebra” empujan a los pescadores somalíes a la lucha por la supervivencia en el mar, transformándose en piratas contra los pesqueros y las grandes embarcaciones extranjeras. Por esta razón, muchos son considerados por la población como una especie de Robin Hood, robando a los ricos para darse a los pobres. Últimamente, los ataques piratas parecen haber cambiado y se han caracterizado por una mayor ferocidad hacia objetivos cada vez más grandes. El mecanismo es sencillo: a mayores embarcaciones, mayores rescates. Actuando de esta manera, los piratas atacan a lo largo de las costas somalíes, obteniendo cada vez más dinero y dotándose, al mismo tiempo, de artefactos más sofisticados y de armas más peligrosas. Se estima que en 2008 las compañías navales extranjeras habrían pagado a los piratas 80 millones de dólares en rescates. En 2009, a partir del mes de marzo, se ha registrado una escalada de los asaltos de los piratas a las embarcaciones a lo largo de las costas somalíes. Según la Oficina Internacional Marítima, a través de su Centro de Control de la Piratería, los bucaneros han tenido como rehenes a 17 embarcaciones y a 153 tripulantes. Estos números, sumados a los recientes ataques del mes de abril, que han sido prácticamente diarios, las naves secuestradas a día de hoy son 19 y los marineros rehenes más de 300.

Los efectos de la piratería para Somalia

Las consecuencias de la actividad bucanera repercuten fuertemente en Somalia, agravando de especial modo las condiciones económicas y sociales.La actividad de los piratas hace más difícil el flujo de ayudas humanitarias a Somalia, poniendo de esta manera en peligro la vida de una gran parte de la población, que no podría sobrevivir sin los suministros alimentarios y médicos.

Los asaltos de los piratas, que no parecen seguir criterios precisos en su modus operandi, podrían comportar un alto riesgo de contaminación medioambiental. Los ataques a los petroleros y las eventuales fugas de combustible podrían provocar graves daños a las aguas y a las costas somalíes, cuyas autoridades no estarían en grado de afrontar por la falta de los medios adecuados.

A lo largo de Somalia, las bandas de piratas son diversas, se diferencian de región a región, siendo de todas formas “fluidos”, por lo que es difícil identificarlos. Es cierto que algunos de estos grupos tienen lazos con milicianos de al-Shabaab, muy activos en el país y considerados como una célula relacionada con Al Qaeda. Varios expertos sospechan que la mezcla entre pirateria y terrorismo, y la gran crisis económica y social que atraviesa Somalia, sólo sirve para favorecer la difusión de los ataques de carácter de terrorista en tierra y en mar abierto. La escalada de los asaltos de los bucaneros, el uso de armas sofisticadas y el mirar a objetivos cada vez más importantes alimenta la sospecha de una relación entre los dos fenómenos ilegales.

Los costes de la piratería

El Golfo de Adén constituye un nudo crucial de las rutas marítimas comerciales a nivel internacional. La suya es una posición estratégica al ligar el océano Índico con el Canal de Suéz, por donde pasa buena parte del comercio marítimo entre Europa y Asia, con unas 22.000 embarcaciones anuales. Por esta razón, el punto de mira de las grandes potencias se ha fijado en esta parte del océano Índico. En estos momentos, para garantizar los transportes navales en estas aguas, están operativas diversas misiones internacionales, compuestas por naves militares enviadas por Estados Unidos, China, India, Japón, Rusia, la Unión Europea, Canadá y Pakistán.
Los principales grupos navales presentes a lo largo del Cuerno de África son la Fuerza de Acción Combinada 151 (FAC 151), comandada por Estados Unidos y a la que contribuyen 23 países, la Operación “Atalanta” (EUNAVFOR) de la Unión Europea y la flota de la OTAN “SNMG1”. Se trata de una presencia ingente que tiene a algunos países ocupados con sus fragatas en distintas misiones, como por ejemplo España o Estados Unidos y otros que intervienen de modo autónomo, como Arabia Saudí. La otra concentración de naves militares y de numerosos grupos navales constituyen un notable potencial militar. La ausencia de un órgano de coordinación, sin embargo, podría influir negativamente en la eficacia de estas operaciones contra la piratería.

También el mundo diplomático y político está haciendo especial fuerza para afrontar el fenómeno de la piratería que se ha convertido un problema de seguridad internacional. En un importante encuentro, que tuvo lugar en Bruselas el 23 de abril de 2009, la ONU, la Unión Africana (UA), la Liga Árabe y la Unión Europea elaboraron una estrategia integrada contra la piratería, con objeto de combatir el problema desde la raíz, llevando la estabilidad interna a Somalia para presionar en las nuevas afiliaciones a bandas piratas. El envío de 213 millones de dólares servirá para aumentar las fuerzas de Policía y apoyar la misión de seguridad de la UA, aunque si diversos analistas temen que, vista la corrupción imperante en el país, este dinero pueda ser redirigido hacia tráficos ilícitos, volviendo de esta manera vano la intervención internacional.

Entre los países directamente afectados por los piratas, algunos han escogido la opción de pagar rescates elevados, otros han decidido intervenir con fuerza como recientemente Francia y Estados Unidos. La adopción de una línea común podría ayudar a los actores implicados a limitar la capacidad de los piratas, ya sea desde el punto de vista operativo como de los recursos a disposición.

Los piratas, como los terroristas, han demostrado poder golpear fuertemente a la comunidad internacional, sin embargo disponen de menos recursos. La asimetría que se propone ahora entre la flota internacional y los navíos piratas es análoga entre la de los ejércitos y los armamentos desplegados por EEUU y los terroristas en Afganistán. Ahora, el gran peligro es que la piratería pueda servir como una potencial plataforma para los terroristas. Usando las técnicas de los bucaneros, las células terroristas podrían golpear algunos objetivos estratégicos en el tráfico internacional de estas aguas o a alguna petrolera, provocando alguna catástrofe medioambiental, e incluso apropiándose de armas modernas. La sinergia de las fuerzas militares internacionales debería conseguir alejar este riesgo, luchando al mismo tiempo contra la piratería y contra el terrorismo.

Los cada vez más frecuentes ataques de los piratas han tenido un fuerte impacto en las pólizas aseguradoras para las embarcaciones y los equipajes que atraviesan el Golfo de Adén, aumentándolas exponencialmente. Las compañías aseguradoras para las embarcaciones y las tripulaciones, de hecho, han aumentado la póliza “antipiratería” para cubrir el tránsito y el transporte en estas aguas, consideradas “zona de guerra”, ya que están en un alto riesgo, para recuperarse por los retrasos, los robos de la carga y los daños, empujando a muchos armadores a cambiar la ruta y viajar por el Cabo de Buena Esperanza. El aumento de los costes de transporte para trayectos más largos o por las pólizas aseguradoras más elevadas, podría suponer también una reducción del comercio marítimo internacional.

La lucha contra la piratería también se desarrolla en el campo de la información. Los países están ocupados en la difusión de noticias relativas a los ataques y de indicaciones para las compañías que transportan sus cargas en estas aguas. Como en el reciente caso de la Buccaneer italiana, retenida por las autoridades de la región autónoma de Puntland, sospechosa del transporte de residuos tóxicos. La gestión de la información entre los países es fundamental. Las autoridades somalíes sospechaban de que la nave italiana había dejado residuos radioactivos a lo largo de las costas somalíes, aunque la Farnesina había hecho saber que había salido sin carga de Singapur.
Tras el arresto de los primeros piratas, se planteó el problema de su proceso y de su detención. Mientras que inicialmente los piratas eran entregados a las autoridades de Puntland, ahora, en base a un memorándum de compromiso con Nairobi, firmado por Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Europea, los procesos tienen lugar en Kenia, que sirve de base para una especie de tribunal internacional para los crímenes de piratería. Sin embargo, durante estos días ha empezado en Estados Unidos un proceso contra un joven pirata somalí capturado por la Marina estadounidense. La piratería afecta también al derecho penal internacional para garantizar la justicia y la seguridad internacionales.

Conclusiones

El recrudecimiento de los actos de piratería en estas últimas semanas no es solamente producto de la situación en tierra firme en Somalia, sino que también se trata de una respuesta de los bucaneros al refuerzo de las flotas navales internacionales y a la muerte de los primeros piratas en los enfrentamientos con armas de fuego. El fenómeno de la piratería, además de agravar la ya crítica situación interna del país, ha atraído la atención de la comunidad internacional, que está trabajando en diversos frentes: militar, económico, político, diplomático y de la información. Esta ingente intervención es sintomático de lo estratégica que es esta área del Índico y del peligro que constituyen los piratas, no sólo para el comercio mundial, sino también para los intereses individuales de los países y por sus probables lazos con el terrorismo. Bajo este punto de vista, la anarquía de la tierra firme y de las aguas somalíes constituye hoy uno de los principales problemas de seguridad internacional y requiere una urgente y sinérgica respuesta por parte de las potencias mundiales.


Traducido por Carlos Camino Cuesta

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