Fuente: Las Provincias
Aristóteles Onassis fue el primero. El magnate griego, uno de los grandes prohombres de la industria naviera en el siglo XX, convirtió un barco militar en Christina O, lujosa embarcación. Este yate con nombre de mujer fue modelo a seguir a partir de aquel momento. Una moda que surgió hace más de 50 años y a la que cada vez más miembros de la jet set se apuntan. Y desde ayer están muchos de ellos en Valencia. Piscinas, jacuzzi, grandes salones, decenas de camarotes, incluso museos privados. Todo esto y mucho más dentro de unos yates que deslumbran a su paso.
Briatore, propietario de Renault, y su homólogo en Force India, Vijay Millya, ya tienen sus otros bólidos preparados. Pero con estos no competirán. Son demasiado delicados. Otros de los que aparcan sus lujosos megayates en la dársena en forma T del puerto de Valencia son el príncipe de Bahráin o José María Escudero, dueño de Corporación Dermoestética. El Alcor, propiedad de Rafael del Pino hijo, les secunda.
Uno de los barcos más espectaculares que han llegado a Valencia con motivo de la Fórmula 1 es el Fashion TV. Con unas impresionantes medidas de 140 metros de eslora, esta embarcación cuenta con 128 cabinas y 28 suites. Llegó ayer por la tarde al puerto de la ciudad y es propiedad de Michel Adam Lisowski, presidente de Fashion TV, el canal de moda más importante del mundo, visto en más de 200 países.
También destaca el Force Blue. Este es el nombre con el que Flavio Briatore bautizó a su yate. Una embarcación en la que el lujo manda. En el puente bajo cubierta hay una suite y cinco camarotes. En cubierta, la zona común: un gran salón, bar, dos salas y un comedor para doce personas. En el puente se ve parte de la pinacoteca de a bordo. Todos artistas contemporáneos. El puente superior es exclusivo para él: terraza al aire libre con tumbonas y sillones y un apartamento de más de cien metros cuadrados con estudio, habitación, vestidor y doble baño... ¡con suelos de mármol e inodoros de oro!
Y del metal más preciado también son los apliques de los baños de uno de los yates más espectaculares que dormirán en Valencia hasta el próximo domingo. Ocupa la parte más ancha de la T y desde lejos se intuye la grandiosidad de todo lo que habrá en su interior: es el Indium Empress. Esta embarcación, valorada en 95 millones y que incluso tuvo problemas para entrar en la dársena, tiene, antes de subir a ella, dos hamacas de madera maciza, junto a un ramo de flores y una alfombra con el escudo del yate. Y en su interior no falta ningún detalle. Las camas, decoradas con un estilo antiguo, combinan con la modernidad de los jacuzzi. También hay piscina y hamacas para que los invitados del magnate indio disfruten del buen tiempo que les acompañará en los próximos días en Valencia.
Y pegado a él, otro megayate. No es azul, como el de Briatore, pero la sangre de su dueño sí. El propietario de Rahal es el príncipe de Bahráin, Salman bin Hamad Al Khalifa. Esta embarcación, de 46'5 metros y botada en el año 2004 en los prestigiosos astilleros holandeses del Feadship, ya conoce Valencia. La Copa América atrajo a su dueño a la ciudad y él, que quedó atrapado por el encanto del puerto valenciano, ha decidido volver, esta vez para ver de una manera lujosa la Fórmula 1.
En el puerto de Valencia posa además un barco que ha dado la vuelta al mundo, el Alcor. Este yate pertenecía al ya fallecido Rafael del Pino. Hoy lo disfruta un grupo de empresarios valencianos que han querido ser testigos excepcionales del Gran Premio de Europa. Ayer los empleados ultimaban todos los detalles que han quedado por rematar. En este barco posiblemente no utilicen el servicio de catering que les ofrecen en el puerto. Tienen un cocinero experto en comida internacional y seguro que acertará en el gusto de los propietarios, aunque ayer decidieron visitar alguno de los restaurantes cercanos al Puerto y deleitarse con una deliciosa paella.
Pese a que el barco es grande, el próximo domingo no habrá mucha gente arriba. Alrededor de diez o doce personas. Los propietarios quieren ante todo comodidad. Algo lógico, ya que el amarre de los barcos ha costado desde 7.250 euros hasta 60.000, depende de la posición.
Otros barcos son el Maracaná, el Dots, el Brava St. Vicent o el alemán Carlos I. Estas cuatro embarcaciones no son nuevas en Valencia. Uno de los empleados del Dots explicaba ayer a LAS PROVINCIAS que su dueño busca cualquier excusa para volver a esta ciudad. Y se nota.
Aunque hoy todavía es jueves, los propietarios de los yates no se aburren. En Valencia hay mucho por hacer. La mayoría de ellos aprovechan la mañana para hacer turismo, después se bañan y toman el sol en algunos de los espacios que hay en sus preciosas embarcaciones. Llega la hora de la comida. Algunos de ellos ya se han acomodado al horario español y lo hacen alrededor de las tres del mediodía. Están de vacaciones y pueden variar sus privilegiadas agendas.
Y con el estómago lleno se entregan a otra tradición española: la siesta. Estando en Valencia no puede fallar. Así discurrirá su vida hasta el próximo domingo, cuando puedan disfrutar en primera línea del Gran Premio de Europa.
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