Fuente: El Tiempo
Pedro Carreño - Históricamente, Estados Unidos de Norteamérica, fieles a su teoría del destino manifiesto, en la ejecución han asumido férreamente la implementación de la Doctrina Monroe.
Para garantizarse la protección de lo que ellos llaman su área de influencia, durante la Segunda Guerra Mundial establecieron el 15 de marzo de 1943 la IV Flota, con la misión de defender el mar de las Antillas (mar Caribe) y el Canal de Panamá de las incursiones que hacían los aviones nazis y japoneses. Al finalizar esta conflagración bélica mundial, la IV Flota fue desactivada, pues al imperio le resultaba extremadamente oneroso mantenerla, además de que el Comando Sur con sede en Panamá, y desde el año 2000 en Miami, asumió el papel de proteger los intereses en América Latina y el Caribe, al extremo de utilizarlo para controlar los recursos estratégicos del área, a través de la imposición o derrocamiento de gobiernos, dependiendo de su conveniencia. Así sucedió con Jacobo Arbenz en Guatemala, Francisco Caamaño en República Dominicana, Omar Torrijos en Panamá o Salvador Allende en Chile.
Si Estados Unidos mantiene desde entonces seis flotas que operan militarmente en distintos escenarios por determinadas causas "preventivas", vale la pena preguntarse: ¿Qué los ha llevado a la reactivación de la IV Flota?, ¿Cuáles son las misiones que va a cumplir? ¿Acaso van a creer los gringos que nos vamos a comer el cuento de que la IV Flota será destinada a misiones de: desastres naturales, operaciones humanitarias, asistencia médica, ayuda en el combate al narcotráfico y cooperación en asuntos de medio ambiente y tecnología? Si fuese así: ¿A qué obedece la designación del contralmirante Joseph Kernan en el comando de la misma? Este oficial pertenece al grupo SEAL, un comando élite con hombres seleccionados para las más duras operaciones especiales, preparados para actuar en las condiciones más adversas y exigentes. Operaron en Vietnam, Camboya y Laos. ¿Será que esta designación se compadece con la implementación de operaciones humanitarias?, ¿o la IV Flota evidentemente tendrá una misión militar similar a las otras seis flotas?
También llama poderosamente la atención la asignación del nuevo superportaviones George H. W. Bush con propulsión y armamento nuclear, de destrucción masiva, y el portaviones USS Gerald Ford con tecnología invisible a los radares y sistemas de armas electromagnéticas.
Este equipamiento es indicio claro de que no serán usados o transformados en barcos hospitales de asistencia médica. Más bien parece que Estados Unidos, ante la incapacidad de seguir controlando nuestros pueblos con el florecer de gobiernos progresistas en América Latina y ante el fracaso maniqueo de seguir con el estigma de que nuestros gobiernos son inestables, defensa de la democracia y apoyo en la lucha contra el narcotráfico como excusa para entrometerse en nuestros asuntos internos, han decidido quitarse la máscara con la finalidad de procurarse el control de nuestros recursos energéticos, alimentos y reservas de agua dulce, con un valor estratégico importante.
Ante esta feroz arremetida sólo nos queda como ofensiva final de liberación nacional el desafío de negar a Washington toda posibilidad de cooperación militar, asistencia humanitaria, atención a desastres, maniobras combinadas y operaciones de seguridad marítima, de manera de no dar excusas para que naveguen en nuestros espacios marítimos, dificultando así su capacidad de maniobra. Esta estrategia debe ir acompañada de la erradicación de sus bases militares. Sólo así lograremos reducir la amenaza.
pedrocarrenoe@gmail.com
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