Fuente: Crónica Digital
Por Carlos Fazio
Cuando el pasado primero de julio se realizó en Buenos Aires, Argentina, la cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), varios mandatarios que participaron en la reunión expresaron preocupación por la reactivación de la IV Flota del Pentágono y su proyección militar hemisférica.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, aprovechó la visita al país del subsecretario de Estado estadunidense, Thomas Shannon, para consultarlo sobre el tema.
El funcionario le aseguró que la IV Flota no ingresará a ningún río de la región ni a mares territoriales, y reiteró la versión oficial del jefe del Comando Sur, almirante James Stavridis, en el sentido de que esa formación naval no tiene "capacidad ofensiva", ni portaviones, ni barcos de guerra. "Su buque más grande dijo Shannon es un hospital".
Por su parte, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, no quedó convencido de las razones esgrimidas por la administración de George W. Bush, y pidió a su canciller, Celso Amorim, que consulte a la jefa del Departamento de Estado, Condoleezza Rice, acerca de los por qué de la reactivación de la IV Flota.
A mediados de julio, legisladores brasileños se reunieron con el embajador de Estados Unidos, Clifford Sobel, y tampoco quedaron conformes con las razones "humanitarias" que les dio el diplomático.
En ese contexto, el jefe de la Armada brasileña, Julio de Moura Neto, dejó en claro que su país no permitirá que naves de Estados Unidos ingresen en las 200 millas náuticas de su zona económica marítima.
Entre los datos que pusieron en alerta a algunos mandatarios de América del Sur, destaca el hecho de que el comandante de la IV Flota, contralmirante Joseph Kernan, es el ex jefe del Comando de Tácticas Especiales de Guerra Naval, un grupo de elite para operaciones especiales entrenado para actuar en condiciones adversas.
Dado su alto rango y especialización, no se entiende, ahora, que la misión de Kernan sea meramente "humanitaria".
Máxime, cuando en un primer momento, el Comando Sur, del que depende la IV Flota, esgrimió entre las razones del relanzamiento del cuerpo, la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, así como prevenir oleadas de refugiados.
Resulta evidente que con las excusas de las guerras al terrorismo y a las drogas, las dos últimas administraciones de la Casa Blanca han llevado a cabo una reconfiguración del mapa geopolítico en distintas regiones del orbe ricas en petróleo, gas natural, agua, biodiversidad y otros recursos geoestratégicos.
Ello explicaría mejor la reactivación de la IV Flota, creada en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945) para controlar el avance de Alemania y Japón hacia el océano Atlántico.
Aparte de Brasil, cuyo gobierno anunció en fecha reciente el descubrimiento de enormes yacimientos marítimos de petróleo, la IV Flota podría vigilar las rutas de abastecimiento de otros países productores de hidrocarburos en el África atlántica, como Angola, Guinea Ecuatorial y Nigeria, que abastecen una cuarta parte del crudo que importa Estados Unidos.
En ese sentido, el regreso de la IV Flota a los mares de América Latina y el Caribe representa la apuesta a un tipo de intervencionismo de carácter aeronaval, no terrestre, debido, fundamentalmente, a que Estados Unidos está empantanado en Irak y Afganistán, y no puede distraer tropas del Ejército en otros teatros de operaciones.
Sin embargo, la "vigilancia" de la IV Flota no se restringirá a las aguas adyacentes al Golfo de México, el Caribe y de los países atlánticos de Centro y Sudamérica, sino que como planteó un documento de la Marina de Guerra estadunidense en 2007, las fuerzas de tarea navales contarán con nuevos buques de "combate litoral".
Y según reveló el propio comandante de la Marina del Comando Sur, James Stevenson, sus naves llegarán hasta las "aguas marrones" del amplio sistema de ríos de América del Sur, una región dominada por la cuenca amazónica y asiento, en su parte más austral, de los mantos subterráneos de agua dulce del Sistema Acuífero Guaraní, que abarca un área de un millon 195 mil 700 kilómetros cuadrados, 70 por ciento bajo suelo brasileño.
Es precisamente en esa zona que el Pentágono ha incrementado en los últimos años sus ejercicios militares anfibios "Unitas ribereños", bajo la cobertura de misiones de ayuda humanitaria.
Con la excusa de impulsar proyectos de construcción de ingeniería y realizar ejercicios conjuntos de entrenamiento médico, los marines del Pentágono realizan diversas tareas de inteligencia, reconocimiento regional y estudios topográficos, y tejen complicidades y disciplinas con sus similares de los países latinoamericanos involucrados en las maniobras.
Como síntesis, queda la impresión que Shannon le mintió a Cristina Fernández en cuanto a la no presencia de la IV Flota en los ríos del Cono Sur.
Y en forma paralela, se entienden las preocupaciones de Lula. No en balde, el presidente de Brasil viene impulsando la formación de un Consejo de Defensa sudamericano.
El autor es un reconocido articulista de la prensa mexicana. serviex@prensa-latina.cu
Ciudad de México, 20 de julio 2008
Prensa Latina
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