Fuente: El Nuevo Herald
Por GAVIN RABINOWITZ
The Associated Press
Esta deteriorada ciudad portuaria del sur de Sri Lanka, en la que individuos de mal aspecto venden pescado que luce peor todavía, no parece el sitio donde se desarrolla una intensa puja internacional sobre las rutas por las que transita buena parte de la energía que abastece la economía mundial.
Hambantota, un puerto que todavía se ha recuperado de los efectos del tsunami del 2004, tiene un aspecto desolado, de ciudad perdida, una sensación acentuada por el hecho de que si uno mira hacia el océano, la extensión de tierra más próxima es la Antártida.
No muy lejos, sin embargo, pasa una de las rutas comerciales más importantes del mundo, recorrida por miles de barcos de carga que transportan petróleo del Medio Oriente y materias primas al Asia, y regresan con televisores, juguetes y zapatillas deportivas a ser vendidas mayormente en Europa.
Estos buques transportan el 80% del petróleo que consume China y el 65% del que se usa en la India. Japón también depende casi exclusivamente del petróleo que transita por el océano Indico.
Cualquier percance en esa vía, ya sea por actos terroristas, piratería, desastres naturales o guerras, podría tener efectos devastadores en estos países y hacerse sentir en otras regiones. Cuando un barco no identificado atacó un buque tanque japonés que se dirigía de Corea del Sur a Arabia Saudita en abril, los precios del petróleo alcanzaron niveles sin precedentes.
Durante décadas la comunidad internacional dejó en manos de Estados Unidos la defensa de esta ruta marítima tan vital. Pero a medida que florecen sus economías, China y la India están tratando de ganar el control de la vía y dando forma a una rivalidad que podría resultar muy peligrosa.
China suministra enormes cantidades de ayuda a los países del océano Indico, firma pactos de amistad, construye puertos en Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka, y ha instalando un puesto de vigilancia en una de las islas de Mianmar en el estratégico Estrecho de Malaca.
Ahora, la India intenta contrarrestar esas medidas. Le ganó de mano a China y se adjudicó la licitación para construir un puerto en Mianmar. Además, impulsada por su pujante economía, está reforzando sus fuerzas armadas. Washington y, en menor medida, Tokio, ven con buenos ojos el que la India intente contrarrestar la creciente presencia china.
Una de las iniciativas más recientes emprendidas por los chinos es la construcción de un puerto en Sri Lanka, una isla localizada cerca de la costa sur de la India.
Los chinos aseguran que el puerto de Hambantota es una medida puramente comercial, y todo hace pensar que así es. Pero algunos en la India ven intenciones ocultas.
Nadie quiere ir a una guerra y las relaciones entre los dos países están en su mejor nivel desde la guerra de 1962 en la que los chinos propinaron un duro revés a los indios en la frontera. El año pasado, el comercio entre las dos naciones fue de 37.000 millones de dólares y sus ejércitos realizaron sus primeras maniobras militares conjuntas de la historia.
La creciente influencia china, no obstante, inquieta a muchos.
"Cada negocio que hacen refuerza la presencia china", declaró en enero el jefe de la armada india, almirante Sureesh Mehta, reflejando el temor de que las fuerzas navales que operan desde puertos construidos por China "asuman el control de la vena yugular de la distribución mundial de energía".
"Es un movimiento en pinza", dijo Rahul Bedi, analista sudafricano de la revista militar londinense Jane's Defense Weekly. "Eso, junto con la bofetada que recibió la India en 1962, hace que no duerman de noche".
B. Raman, un intransigente ex funcionario de los servicios de inteligencia indios, hoy jubilado, dijo que los chinos pueden usar los puertos como bases navales para controlar la región.
"No podemos confiar en su buena fe y asumir que sus intenciones son inocentes", sostuvo Raman.
Pero Zhao Gancheng, experto en cuestiones del sur de Asia del Instituto de Estudios Internacionales de Shanghai, respaldado por el gobierno chino, afirma que los puertos como el de Hambantota son iniciativas puramente comerciales. Y Sri Lanka considera que el puerto revitalizará una región postergada.
Sri Lanka ya es un centro importante en el transporte de contenedores entre Europa y Asia y el nuevo puerto le permitirá manejar 23 millones de contenedores anuales, casi cuatro veces su capacidad actual, según Priyath Wickrama, subdirector del servicio portuario este país.
Wickrama afirmó que era necesario construir un nuevo puerto pues el de la capital, Colombo, ya no puede ser expandido, mientras que el de Trincomalee, en el noreste, se encuentra en el medio de una guerra civil. En las vecindades de Hambantota habrá fábricas que producirán cemento y fertilizantes para exportación, indicó.
La India, mientras tanto, amplía su poderío militar pensando claramente en China, no en su enemigo tradicional, Pakistán. Los indios tienen estaciones de vigilancia en Mozambique y Madagascar, recalcó Bedi. Cuentan además con una base aérea en Kazajstán y con un puesto de observación en Mongolia. Ambos son vecinos de China.
India planea tener con una flota de portaaviones y submarinos nucleares en el área en la próxima década. Hace poco ensayó misiles con capacidad nuclear que podrían alcanzar las principales ciudades chinas. También está reabriendo bases de su fuerza aérea cerca de la frontera con China.
Deseoso de que la India contrarreste el poderío militar chino, Estados Unidos ha intensificado las maniobras con la Armada india y está vendiendo todo tipo de armamentos y equipo militar a los indios.
Los chinos aseguran que no les preocupa el crecimiento del aparato militar indio ni sus estrechas relaciones con Estados Unidos. Pero varios analistas afirman que a los chinos les inquieta la posibilidad de que se establezca una alianza militar entre Nueva Delhi y Washington.
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