Fuente: El País
Ahora mismo, sobre nuestras cabezas, a 36.000 kilómetros de altura, hay un satélite espía que pesa 3,7 toneladas. Se llama Spainsat, y es propiedad del Ministerio de Defensa. Antes de finales de año, ayudará al Gobierno a blindar las costas frente a traficantes de drogas e inmigrantes irregulares.
El satélite es el corazón de una red de información cifrada que teje el Ministerio del Interior y que incluirá a Portugal y a tres países de África occidental. El proyecto, denominado Sea Horse Network, está siendo desarrollado por la empresa Indra, primera multinacional electrónica española.
En esencia, se trata de crear una gran intranet internacional, invulnerable a los espías. A través de antenas especiales apuntadas hacia el Spainsat (que se halla en órbita geoestacionaria; esto es: siempre sobre el mismo punto de la Tierra), enlazará permanentemente siete centros de información.
El centro de mando estará ubicado en Las Palmas; será una versión más desarrollada del que ahora coordina las operaciones de vigilancia en el Atlántico. En previsión de un hipotético fallo, habrá otro centro, "de respaldo", en Madrid. Y serán construidos cinco centros más en Portugal (Lisboa), Mauritania (Nuadibú y Nuakchot), Senegal (Dakar) y Cabo Verde (Praia). Todos ellos quedarán integrados en una gigantesca intranet "segura" (esto es: supuestamente invulnerable a las interceptaciones). Según fuentes españolas, Marruecos ha rechazado formar parte de la red.
Cada una de las estaciones estará equipada con dos consolas de operaciones. En ellas trabajarán agentes locales y españoles, que, a través del satélite, enviarán al centro de mando de Las Palmas la información cifrada recogida de dos fuentes: los numerosos espías del CNI desplegados en África durante los últimos años y el Sistema de Identificación Automática (AIS son sus siglas en inglés).
Los agentes secretos proporcionan información y fotografías sobre operaciones sospechosas. En cuanto al AIS, es un sistema estandarizado por la Organización Marítima Internacional y funciona en el mar de forma similar a como lo hacen en el cielo los controles de navegación aérea: todas las embarcaciones de más de 500 toneladas están obligadas a llevar un equipo de comunicaciones por radio y, a través de él, deben responder a las preguntas de las autoridades responsables de las aguas que estén navegando: nombre del barco, bandera, carga, tripulación, puerto de salida, puerto de destino...
En Las Palmas, todos esos datos son cruzados con los que proporcionan los servicios secretos y el Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE). El SIVE es una combinación de estaciones costeras dotadas con radares y cámaras de vídeo, térmicas y de visión nocturna.
La primera de las estaciones del SIVE fue instalada en 2001 en el Campo de Gibraltar, en donde entonces desembarcaban impunemente cada día decenas de inmigrantes marroquíes sin papeles. Tuvo tanto éxito en la detección de las pateras que, siete años después, ya funcionan 30: 19 de ellas cubren la costa desde Ayamonte hasta el límite de Almería con Murcia, 10 lo hacen desde las Canarias occidentales (Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote) y una más desde Ceuta. A lo largo de este año, Interior levantará nuevas estaciones en Tenerife, Hierro, Gomera, Murcia, Alicante, Valencia e Ibiza.
Las cámaras de esas torres de vigilancia tienen un alcance de entre 15 y 20 kilómetros. Pero sus radares van más allá: son capaces de detectar una pequeña patera de madera a 20 kilómetros, una lancha neumática a 34 kilómetros y un carguero a 130 kilómetros. Esta última distancia, por ejemplo, es superior a la que existe entre las ciudades de Madrid y Ávila.
Tal vez un ejemplo pueda ilustrar mejor el funcionamiento del nuevo entramado Sea Horse Network. El centro de Praia, en Cabo Verde, alerta al mando de Las Palmas (siempre a través del satélite) acerca de un barco sospechoso que acaba de pasar junto al archipiélago con rumbo norte. Informa del nombre del barco, de su bandera y del lugar del que supuestamente procede, Guinea-Bissau. El centro de mando de Las Palmas pone esa información a disposición del centro de Dakar, que alerta a los agentes del CNI en Guinea-Bissau. Éstos rastrean entre los buques que han abandonado el puerto de Bissau en las fechas señaladas y no hallan ninguno que se corresponda con las características de la nave sospechosa. Remiten su información a Dakar, que la envía a Las Palmas. A partir de ese momento, los guardias civiles que operan con los radares del SIVE rastrean en sus pantallas la nave sospechosa para interceptarla antes de que alcance la costa. El mecanismo de la red ha encendido la alerta para frustrar las intenciones de un barco negrero o de una operación de tráfico de drogas.
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