Fuente: Terra
El litoral de Gipuzkoa nada tiene que ver con la temida Costa da Morte gallega, por mucho que esta semana haya querido parecerse a ella. Los acantilados, arenales y rocas que son bañados por las aguas del Cantábrico, desde el cabo de Higer hasta el de Matxitxako, no están muy acostumbrados a servir de cementerio para buques que han naufragado, aunque a veces no hayan tenido más remedio que hacerlo. En las últimas cinco décadas, han sido 'contados' los embarrancamientos que se han registrado en la línea de costa guipuzcoana, si bien algunos de ellos tuvieron resultados dramáticos. Por ello, el accidente que el jueves de la semana pasada sufrió el mercante Maro en las rocas del Jaizkibel ha causado cierta sorpresa, no sólo por las circunstancias que desencadenaron el suceso, cuyos motivos aún no han sido revelados, sino por lo inusual del hecho.
Esta baja siniestralidad marítima se debe en buena medida al reducido número de barcos que al cabo del año navegan cerca de la costa. Fuentes de la autoridad portuaria de Pasajes cifran en unos doscientos los mercantes que anualmente surcan las aguas de Gipuzkoa a menos de seis millas de tierra. Son precisamente estos buques los que, en parte, se hallan más expuestos a sufrir percances como el de la semana pasada.
Este tipo de navíos son en su mayoría graneleros, de una eslora que oscila entre los setenta y cien metros. 'Son barcos que, por lo general, recorren la ruta entre Bayona, Pasajes, Bilbao y Santander. Son los que más cerca pasan de nosotros. Luego, se encuentran los que recalan directamente en Pasajes, pero muchos de éstos provienen del canal de La Mancha y no bordean la costa', afirman responsables portuarios. El pasado año, la ensenada pasaitarra registró una entrada de 1.453 barcos. El 40 por ciento de ellos transporta chatarra, si bien otro elevado número se dedica a llevar coches, pasta de papel o madera procedente de Europa.
Marinos experimentados aseguran que el gran peligro al que se enfrentan los barcos en el Golfo de Vizcaya es la mar de fondo. José Cid, capitán mercante, afirma que las olas que genera, en combinación con las de mar de viento, 'castigan mucho al barco. Además, cuanto más largo sea, la torsión, los esfuerzos, los empujes... provocan una fatiga de los materiales y, con el paso de los años, se forma una vía de agua'. Cid considera que para evitar este tipo de situaciones es importante renovar la flota. 'Por término medio, un barco comienza a ser viejo a partir de veinte años. Ahora bien, es importante conocer qué vida ha tenido, por qué ruta ha navegado. No es lo mismo que lo haya hecho por aguas tranquilas que por las del mar del Norte', señala.
Siniestros
Hay que remontarse casi sesenta años para encontrar uno de los siniestros más graves ocurridos en la costa guipuzcoana. En 1950, el mercante Oscar, de Pasajes, se hundió a la altura de Jaizkibel. Sus trece tripulantes desaparecieron
Otros percances no han tenido este dramatismo. Muchos donostiarras guardan todavía en sus retinas la imagen del espectacular naufragio del Buchenhain. Sucedió el 2 de diciembre de 1976. El carguero alemán que navegaba bajo pabellón panameño, encalló en las rocas del paseo de La Zurriola, en la capital guipuzcoana. Sus nueve tripulantes fueron rescatados por los bomberos. Un año antes, el mercante español Manchester Rápido tocó fondo a la salida del puerto pasaitarra, cerca de Senekozulua y Arango Grande. El barco fue remolcado al muelle de Lezo y al día siguiente se hundió.
En la década de los 80, el carguero danés Gulstav Trader fue arrastrado hasta las rocas cerca de la entrada del puerto y quedó partido en dos. En la operación de salvamento de la tripulación perdieron la vida dos pasaitarras, miembros del remolcador Punta Ondartxo. Más recientemente, el 6 de mayo de 2003, un carguero de bandera noruega, el Nenominee, encalló a primera hora de la mañana en la bocana del puerto y bloqueó el tráfico casi doce horas.
Carga sin peligro
Técnicos de la autoridad portuaria de Pasajes afirman que la siniestralidad marítima tiene su origen en 'causas diversas'. Aseguran que 'los percances que se producen son, en su mayoría, leves y producto tanto de fallos mecánicos como de errores humanos'. En este sentido, las fuentes consultadas precisan que 'se han registrado accidentes porque el capitán no se encontraba en condiciones de gobernar el barco debido a la intoxicación de alcohol que se presentaba. Pero también los ha habido por una avería en el timón'.
Por fortuna, los siniestros marítimos en Gipuzkoa no han tenido graves afecciones al medio ambiente marino. En ese sentido, la clase de carga que transportan los mercantes que más se aproximan a la costa es determinante. 'Prácticamente ninguno lleva en sus bodegas una mercancía peligrosa. Aquí no recalan buques gaseros ni químicos ni petroleros. La mayoría llevan chatarra, grano, madera pasta de papel...o fuel como el Prestige. Imaginemos el desastre que hubiese supuesto si el Maro hubiese transportado chapapote', afirman fuentes del puerto.
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