Fuente: Faro de Vigo
JULIO PÉREZ / VIGO En las oficinas centrales de Meteogalicia se preguntaban ayer qué es lo que tienen que hacer para que sus mensajes de alerta de temporal calen en la calle. Y a la gente del mar. Primero fueron los dos fallecidos de Bueu, luego el pescador de anguilas que perdió la vida en la desembocadura del Miño, y ayer el trágico naufragio del arrastrero "Cordero" en Ribeira, con un tripulante muerto y cuatro desaparecidos. Los tres casos, con aviso de fuertes vientos, mala visibilidad y mar de fondo. ¿Exceso de confianza? ¿Mala suerte? ¿Necesidad económica? ¿Las embarcaciones están capacitadas para resistir el envite de las borrascas? El debate sobre la necesidad o no de cerrar los puertos y prohibir la navegación de los pesqueros cuando las condiciones climáticas amenazan la seguridad está abierto.
Con la tristeza de quien pierde a un compañero y las impactantes noticias que llegaban desde el puerto, pescadores ya retirados, armadores y vecinos de Ribeira meditaban en alto ayer en los bares de los alrededores. "El sector se tiene que poner de acuerdo", dice uno de ellos. Ponerse de acuerdo para que nadie, "absolutamente nadie", salga a faenar si la meteorología lo desaconseja. Hablan de buscar un responsable en cada puerto, "que permita o que impida" salir a los barcos. "No un burócrata, alguien del sector", opina otro. Un papel difícil. "Si uno sale, los demás van detrás, porque todos quieren vender".
No existe en España ninguna orden, norma, ley, ni siquiera una guía oficial que marque las pautas a las instalaciones portuarias para tomar una decisión así, la de paralizar la actividad por seguridad. La competencia es de las Capitanías Marítimas, que, a su vez, dependen de la Dirección General de Marina Mercante. El Real Decreto 638/2007 de 18 de mayo, que modificó el anterior modelo de la ordenación de la navegación marítima y la flota civil, recoge entre las funciones de la las Capitanías Marítimas y los Distritos Marítimos "el cierre del puerto cuando circunstancias de seguridad marítima así lo aconsejen". Por eso, estos organismos han optado por elaborar un manuel interno, que tiene en cuenta las características propias de su zona, como las corrientes o la orografía.
En el caso de Vigo, por ejemplo, se aconseja suspender los servicios -con la excepción del dique de abrigo para dar refugio a los barcos que lo solicitan- cuando el viento supera los 40 nudos, unos 72 kilómetros por hora, y, además, la dirección y otros factores contribuyan a aumentar el riesgo. En todo caso, la Capitanía Marítima propone y es la Autoridad Portuaria la que decide finalmente si el puerto se cierra o no.
"Nadie lo hace", comentan desde el sector. No recuerdan que un puerto en Galicia haya optado en los últimos años por parar con una orden expresa ante el aviso de un temporal. El amarre queda en manos de los pescadores. Incluso la ministra de Pesca, Elena Espinosa, aseguraba ayer que el Gobierno "no puede" prohibir fanear. "Su obligación es informar de forma clara y transparente sobre las condiciones meteorológicas adversas". Cada cuatro horas emite partes con la situación. "El resto es responsabilidad individual".
"La Administración debería mojarse", asegura José Manuel Ortega, inspector de la Federación Nacional de Transporte (ITF), hasta hace poco destinado en Galicia y Asturias. "Si hace falta, por el bien y la seguridad de los trabajadores del mar, hay que cerrar los puertos", exige. "Indignado y triste" por las noticias que le llegan del último naufragio en la comunidad, se plantea "en que primer mundo vivimos" cuando en países como México -"de los que llaman tercermundistas"- regulan el movimiento de los barcos ante los avisos de temporal. Él lo vivió, paralizado en un remolcador que tenía 34 metros de eslora, pocos más que los del "Carnero".
A la memoria le viene el "terrorífico" año 2000, cuando en Galicia hubo ocho naufragios y 14 pescadores que murieron o desaparecieron. "El marinero gallego conoce bien su trabajo y el mar", dice. No le valen excusas de que el pesquero de Ribeira venía ya de vuelta y teme que se acabe en la "resignación". "Al mar no hay que pagarle ningún tributo". "Es mejor perder diez días de faena -añade- que un hombre".
La previsión del tiempo
El boletín elaborado por Meteogalicia el pasado domingo con las previsiones para el lunes 14 avisaba de "la influencia de un sistema de borrasca", que traería "olas de mar de fondo". Nivel naranja para todo el litoral desde ese mediodía en previsión de vientos de fuerza 8 y 9 y olas de hasta 7 metros, que en las siguientes horas, para la jornada del lunes y el martes, alcanzarían los 100 kilómeros por hora. "En condiciones peores suelen trabajar los barcos y se confían. A lo mejor pecan de confianza", reconoce un patrón mayor. "En el mar te pueden pasar 20.000 cosas. Si lo piensas, no saldrías". Imagina la situación que vivió el "Cordero". "Estás faenando, rodeado de otros barcos, el tiempo parece que está mejor...". Y añade: "Los barcos están muy preparados, equipados, seguros para aguantar temporales". Se pregunta qué es lo que realmente provocó el naufragio. "El temporal, un golpe de mar, un contenedor a la deriva que no ve en noches así".
Sonríe al preguntársele si habría que cerrar los puertos cuando hay alerta. "Impensable. A los camioneros cuando hay nieve les cierran el paso porque atascan las carreteras, pero en el mar no se atasca nada". Reconoce que las presiones del armador pueden llevar a un pesquero a salir, sobre todo ahora, con las quejas de falta de rentabilidad por la subida del gasóleo. Que "a veces" se toman decisiones "equivocadas".
Hoy le toca el turno al barco que patrona Juan. No es su nombre real. Prefiere mantenerse en el anonimato. Rumbo a Gran Sol todavía con el temor de que la alerta del temporal se mantiene. Y más viendo lo que ha sucedido con el "Cordero". "Nos vienen a hablar continuamente de los riesgos laborales. Es cierto que hay en general desinformación en el sector. Pero, lo primero es la prevención, ¿no?", pregunta.
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