viernes, 14 de diciembre de 2007

Empresa - Te lo dije.....

Empresa
Alberto Barranco

Te lo dije…

En lo que a primera vista pareciera un desencuentro más entre un cliente y una compañía de seguros, la empresa Zurich se niega a cumplir el pago de una póliza a favor de la Compañía Naviera San Miguel, por el encallamiento de un barco-crucero

La diferencia, empero, frente a la tradición, es que esta vez pareciera estar la razón del lado de la firma aseguradora de capital suizo que encabeza Rolf Gafner.

Y es que, de entrada, la manzana de la discordia, el navío bautizado como El Arcángel, no pasaría la mínima inspección de acuerdo con la norma internacional.
Estamos hablando, pues, de un buque chatarra que cubría la ruta de Cozumel a la Riviera Maya, tantito por un milagro de Dios y tantito por las influencias de una Secretaría de Estado.

El Arcángel encalló hace un mes en el arrecife mesoamericano ubicado en aguas del Caribe, según ello lanzado hacia el fragor de las olas en un mar turbulento provocado por el norte que azotó la península el 14 de noviembre pasado.

La furia del meteoro provocó la ruptura de los amarres.

La presunción de Zurich, sin embargo, es que, una de dos: hubo negligencia de la empresa propietaria del barco para darle mantenimiento a los cabos de amarre, o de plano se descuidó el aseguramiento de éstos, a lo mejor intencionalmente.

Así de grave.

La presunción se sustenta en que el del barco-crucero fue el único accidente registrado.

Más aún, la compañía aseguradora abrió una investigación interna para determinar de qué artes se valió la Compañía Naviera San Miguel para asegurar el buque, dado que hacía años había rebasado el límite de una década de vida útil que se fija a las embarcaciones con servicio al público.

El caso es que en el estira y afloja se perfila un desastre ambiental de incalculables consecuencias, dado que El Arcángel tiene en su panza unas 800 toneladas de diesel, aceites y aguas oleosas que en otro milagro no se han fugado al mar.

El navío está fracturado en su casco debido a que está golpeando contra el suelo marino, con peligro de un embate más de las olas, dada la temporada de nortes en el caribe mexicano.

Más aún, el agua ya inundó el cuarto de máquinas, amenazando con volver inservibles los motores, lo que hace prácticamente misión imposible su salvamento.

El riesgo, pues, está latente, ante la indiferencia de las Secretaría de Comunicaciones y Transportes que encabeza Luis Téllez y, naturalmente, de la del Medio Ambiente y Recursos Naturales cuyo titular, a su vez, es Juan Elvira.

Lo dramático del asunto es que se trata de la crónica de un desastre anunciado.

En este espacio advertimos el 26 de junio pasado (“Tráfico de Influencias”) del peligro que representaba para el público y el medio ambiente el que se haya revocado la prohibición original para que el barco operara, dado su evidente incumplimiento de las normas internacionales, por más que había sido “remanufacturado” durante cinco meses en astilleros cubanos.

La vuelta en u, o si lo prefiere el giro de 180 grados, llegó tras de que el Secretario de Comunicaciones y Transportes revocara una decisión de la Dirección de Puertos y Marina Mercante… tras de que le doblara la mano la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota.

La vela en el entierro de la funcionaria se la otorgó su vieja amistad con al esposa de Manuel Becerra Martín, el principal accionista de la compañía Naviera San Miguel y propietario de la cadena hotelera Casa Mexicana.

Noemí Ruiz Peña de Becerra era presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias de Quintana Roo en la época en que Vázquez Mota era secretaria de Desarrollo Social.

Más aún, como directora del Centro Empresarial local, la mujer era responsable de atender a la funcionaria federal, lo que derivó en una férrea amistad de la que el matrimonio hace ostentación.

Del tamaño del favor a la cuatacha habla el que la Administración Portuaria de Quintana Roo le pretendió otorgar al Arcángel la posibilidad de mantener en exclusiva la ruta Cozumel-Riviera Maya, a contrapelo del griterío de la competencia, encabezada por la empresa de transbordadores o ferries Transcaribe, que participaba en la ruta con barcos de última generación en los que invirtió millones de dólares.

Te lo dije...

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