Editorial EL UNIVERSAL
Fuente:El Universal
Petróleos Mexicanos es víctima de múltiples embates: de las inclemencias de la naturaleza; del permanente saqueo de su sindicato, sus directivos y sus contratistas; de la ordeña sin control de sus ductos; de la codicia burocrática que extrae de ella mucho sin retribuirle casi nada. No importa que los precios internacionales de petróleo rebasen los 90 dólares por barril; en ningún lugar del mundo a una empresa paraestatal fundamental para un país se le exige tanto y se le concede tan poco. Ya basta.
Las malas noticias para Pemex suelen hilvanarse una tras otra. A las permanentes denuncias de malos manejos administrativos, corrupción galopante, licitaciones a modo, siguen trágicos accidentes con decenas de muertos y hasta sabotaje en sus instalaciones.
Nos informan que queda petróleo para nueve años solamente, aunque tenemos reservas para 60 más, inalcanzables bajo el lecho marino porque no tenemos la tecnología para explotarlas.
Hay que meter orden en esa casa, porque de ella hemos vivido mucho tiempo y nos la estamos acabando.
Hay que profundizar en muchas investigaciones. La primera, sobre los indicios de corrupción que la han convertido en una de las instancias gubernamentales más porosas de la administración pública.
Es descorazonador concluir que el que se llamó a sí mismo “el gobierno del cambio” pudo haber prohijado fenómenos de corrupción similares a los que tanto tiempo criticó —y con razón— de la conducta de los gobiernos emanados del PRI. No importa el color de la camiseta de quien gobierne; Pemex es de los mexicanos y no de quien tiene en sus manos las herramientas y la desvergüenza para robarla.
Se debe conocer la verdad en torno a los trágicos acontecimientos ocurridos en la plataforma de perforación submarina Usumacinta en el golfo de Campeche, que costó la vida de más de una veintena de trabajadores de la empresa encargada de su mantenimiento.
Es por ello positivo que el director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles, anunciara ayer el inicio de tres investigaciones diferentes para precisar los hechos: la que debe hacer la propia empresa y la que harán externos, entre otros, el premio Nobel de Química, Mario Molina Pasquel, y nueve investigadores por él seleccionados.
En suma, las investigaciones deben servir para replantear a fondo las posibilidades de que Petróleos Mexicanos sea manejada como la verdadera empresa al servicio de la nación, no del gobierno.
Además de exigir que se rindan cuentas de los abusos innegables, después de las pesquisas pertinentes habrá que ver hacia el futuro y plantear los cimientos para que no vuelvan a repetirse, sin importar cuál sea el partido que ocupe la titularidad del Ejecutivo.
A la iniciativa privada que presuntamente sacó ventaja de Pemex hay que responsabilizarla de lo que tipifique la ley.
Estamos hablando de un patrimonio cuyo cuidado corresponde a múltiples actores. Con independencia del deslinde de responsabilidades, ¡basta de saquear a Pemex!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario