Fuente: Diario de León
JOSÉ LUIS MEILÁN GIL
LA CATÁSTROFE del Prestige ha cumplido un lustro. No es para celebrarlo. Más allá de lo que supuso en lo medioambiental o económico, incidió en capas profundas de la conciencia social, conmocionada por una reiteración de sucesos que provocaron sensación de vulnerabilidad y sentimientos de abandono. Un punto de inflexión en nuestra reciente historia colectiva que merece una ojeada al pasado, aunque sea selectiva y no pretenda mezclarse en lo que son pleitos todavía abiertos. Vivimos en un mundo en el que se encuentra instalado el riesgo. Reducirlo es una obligación internacional. La UE respondió a la del Prestige con el paquete de medidas Erika III, cuyo número evidencia dos anteriores con motivo de otro accidente en el corredor atlántico que nos afecta.
En nuestro país, porque el suceso tuvo repercusión mundial, el Prestige tuvo diversas respuestas en diferentes ámbitos y en distintos momentos. Hubo respuesta social, cultural y política. Manifestaciones solidarias, como la masiva de voluntarios y la espontánea de marineros, que permanecen en el recuerdo. Quienes han sucedido en responsabilidades públicas pueden aprovecharse de lo negativo, para evitarlo, y de lo positivo, para mantenerlo y mejorarlo. El Plan Galicia pretendió ser una respuesta a carencias y retrasos más allá de lo causado directamente por el Prestige. Por lo que se refiere a las grandes infraestructuras de competencia estatal, el cambio de gobierno acaecido un año y medio después ha dejado en el aire la solidez de los compromisos, incluidos los plazos. Un objetivo de última hora como el puerto exterior está en marcha. El sorprendente proyecto de ferrocarril transcantábrico, en el olvido.
El «Informe sobre problemas jurídico-administrativos del Prestige» fue una de las respuestas del mundo universitario. La iniciativa provino del entonces Comisionado del Gobierno, Martin Villa, que procuró el patrocinio de la Asociación española de la industria eléctrica. Un trabajo interdisciplinar con veinte conclusiones generales y sesenta y cinco recomendaciones concretas, relativas al ámbito internacional y al interno, como la declaración de emergencia, la creación de la Agencia estatal de Seguridad marítima, configurar los anticipos de indemnizaciones como mecanismo ordinario de reparación, reformas en la organización judicial. Para que las comunidades puedan cooperar más eficazmente a prevenir y combatir las emergencias se propone, por ejemplo, la modificación de leyes estatales de Puertos y Costas, así como la revisión del principio de territorialidad para una ordenación integral del litoral. El recordatorio del Prestige vale para «aprender de los errores», para no relajarse superada la crisis. Y es un estímulo para reafirmar el compromiso con Galicia de sus rectores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario