jueves, 15 de noviembre de 2007

La Argentina debiera definir su política de puertos

Fuente: Nuestromar

Mientras Uruguay sigue adelante con el desarrollo portuario nacional, dando al mismo el carácter de política de Estado, nuestro país continúa debatiéndose entre intereses particulares de las terminales que no ven con agrado la posibilidad de una expansión del puerto de Buenos Aires, como tampoco de las terminales aguas arriba del río Paraná, en nuestra opinión por una mal entendida competencia.

Como es sabido por todo el sector importador y exportador, las terminales capitalinas se encuentran saturadas a nivel de no poder recibir una nueva línea marítima, si se diera la oportunidad.

El puerto de Buenos Aires desarrolló un Plan Maestro año 2030 que no llegó a ser dado a conocer, debido a que minutos antes de llevarse a cabo la convocatoria para presentarlo a periodistas y empresarios por parte del administrador general de puertos, Luis Angel Diez, desde la Secretaría de Transporte se ordenó cancelarla y el ansiado plan se murió en algún cajón de algún escritorio de la enmarañada burocracia dependiente del Ministerio de Planificación. Las cargas crecieron mucho más de lo previsto, pero intencionadamente se desdibujó la realidad informando a la AGP sobre un crecimiento mucho menor que desalentara el desarrollo de nuevas terminales.

"Las cargas crecieron, pero el puerto se mantiene igual", se quejan los navieros, y desde las terminales sostienen que dado el escaso tiempo de concesión que les queda, no pueden llevar a cabo inversiones que brinden mayores facilidades, ya que serían irrecuperables, mientras que fuentes de la AGP expresan lo contrario, dado que ninguna concesión cesaría antes del año 2025. En síntesis, es la fábula del perro del hortelano: no comer ni dejar comer.

Como se recordará, una nueva línea marítima de cargas inició actividades con la Terminal de Murchison en Zárate, debido a buenas negociaciones por parte de la empresa, por un lado, y ante la imposibilidad de operar sobre Buenos Aires. La línea marítima extranjera cumplió con todas las pruebas de navegación exigidas por la Prefectura Naval Argentina, obteniendo su autorización, pero en su primera travesía, por orden del ministro del Interior, doctor Aníbal Fernández, se anuló la misma, causando además del estupor general por la medida, enormes pérdidas a la empresa, que debió descargar los contenedores en Buenos Aires y enviarlos por camión a Zárate; ocasionó la vergüenza del país en el exterior, y el disgusto de la naviera, que será difícil de recuperar. El problema radica en la falta de una política de Estado que fije los marcos de desarrollo, con independencia de los intereses particulares que pueda lesionar, ya que las prioridades del país son más importantes que cualquier interés particular de una o varias terminales.

El presidente de la ANP de Uruguay, ingeniero Fernando Puntigliano, expresó que la mitad de las cargas que pasan por Montevideo son en tránsito hacia países vecinos. Esto obviamente sucede porque nuestros puertos no pueden brindar las facilidades que requiere el comercio exterior. Hoy son sólo la mitad de las cargas que eligen como puerto de trasbordo a Montevideo. Si la Argentina no toma medidas en este sentido rápidamente, destrabando la situación de la Terminal 6 ex Intefema; repensando el proyecto de un nuevo puerto presentado oportunamente por Jesús González, a la sazón subsecretario de Puertos y Vías Navegables, lamentablemente al fin de su gestión, y que se licuara durante el gobierno de Fernando de la Rúa; o en su defecto proyectando una nueva ubicación que pueda brindar las facilidades que requiere el comercio exterior de nuestro país, hoy 50% de las cargas de trasbordo en Montevideo son argentinas; mañana, no sabemos.

Por Richard Leslie Ramsay

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